Columna «Sendero Político», Por José Cruz Delgado (01-IX-16).- Algo anda mal en el entorno de Enrique Peña Nieto. Cuando no le salta, le revienta, se le echa a perder, se pudre o de plano desaparece no sin sus grandes dosis de crítica y de la más severa, de una en donde se exhiben carencias, dolencias y ambiciones. No puede definirse si es su mala suerte o la mala suerte de millones de mexicanos, lo cierto es la existencia de un mal fario, de una brujería, de tener el aura oscura o de plano haber sido receptor de una maldición muy fuerte, canija. Lo registrado sobre sus acciones y decisiones se enmarcan en lo ubicado más allá de la incapacidad o de la falta de preparación, incluso de las ambiciones sin límite. Es error tras error lo cometido y sin conocer freno alguno o sana opinión para evitarlo. Sólo podría calificarse lo relacionado con el encuentro entre el mexiquense y Donald Trump de una forma menos dramática ubicando el escándalo provocado como cortina de humo para ocultar los desacuerdos sobre su “estilo” de informar.
A una sentida y pública sumisión se recibió, cual bofetada, la reafirmación de la construcción del muro, el ya calificado con anterioridad como el de la ignominia. De nueva cuenta Peña Nieto y su gabinete ponen en peligro la estabilidad del país, entregan la poca dignidad aún guardada al traer como invitado a un candidato a la presidencia de los Estados Unidos informado del desagrado provocado, de la petición de nombrarlo persona non grata. ¿Cuál será su reacción si llegase a ganar las elecciones y ocupar la presidencia del todavía país más poderoso del mundo? Si, tan solo en la búsqueda de votos se ha expresado como lo ha hecho, no alcanza la imaginación para describir cada una de las acciones en contra posibles de emprender.
Pero también si es Hillary Clinton quien acumule el mayor número de simpatizantes, la situación de México es difícil, lo será para quien tenga un tiempo mucho mayor de relaciones con ella como presidenta. No puede esperarse se vea con simpatía la reunión llevada a cabo contra viento y marea, pese a las alertas lanzadas por esa posición vista en Trump. Ni un ápice movió el candidato visitante su postura: “es necesario poner un muro para poner un alto a la inmigración ilegal, el tráfico de las armas y dinero y ello no sólo para los mexicanos sino a personas de otras regiones”. Así y de pasadita seguimos como fieles guardianes de la comodidad norteamericana, nos ubican como freno en el libre tránsito de los hermanos centro y sudamericanos.
Existía la esperanza de la solicitud de Peña Nieto hacia su invitado –no fue el invitado del pueblo de México- para hacer pública una disculpa, para pedir perdón por las ofensas lanzadas en las cuales no existió duda alguna en involucrar a todos los mexicanos, sin distingo. Nada de eso se escuchó. La cara de EPN era larga, pero a causa de las críticas de los ciudadanos de este país, no del comportamiento de Donald Trump. Ahora, cuando se llega al extremo alcanzado por el titular de Sedesol, por José Antonio Meade, ya nada bueno puede esperarse: “es fundamental hablar con cualquier actor que tenga la posibilidad de incidir sobre nuestro destino. Me parece que quien es candidato en Estados Unidos, tiene esa capacidad”. El mejor ejemplo del entreguismo prevaleciente, de la falta de valores cívicos, de la entrega de la nación quedó totalmente al descubierto
De solo ver el video de la conferencia de prensa que dieron Pena Nieto (si Pena porque eso es lo que da) y Trump era evidente la actitud soberbia y altanera del magnate estadounidense, esa actitud de superioridad de ver a los demás desde su nube número siete sobre el hombro, despreciando al anfitrión, que se dice ser el presidente de nuestro país y sobre todo despreciando al pueblo mexicano.
Me es muy difícil entender cómo es posible que se haya permitido que viniera a burlarse de nosotros. Porque a eso fue a lo que vino, a burlarse de nosotros en nuestra propia casa y lo peor que se lo hayan permitido.
Porque horas después de haberse reunido con Peña, volvió a arremeter contra nuestro país en su discurso dado en Arizona basado en la criminalización de los inmigrantes.
“Migrantes criminales rondan por millones nuestras calles, matando estadounidenses y robando nuestros empleos”, y asegura que los echará del país con una nueva fuerza de deportación, construirá el muro y hará a Estados Unidos otra vez seguro.
Nuevamente su discurso busca crear miedo de los inmigrantes, sería capaz de hacer miserable la vida de millones de inmigrantes, destruir a sus familias y dañar al país con su imaginario estado policial.
Sin embargo, las reacciones no se hicieron esperar y las redes sociales se inundaron de muestras de inconformidad contra la visita de Trump y la decisión de Pena de invitarlo, lo que fue considerado como una afrenta para todos los mexicanos.
Beatriz Mojica, líder nacional del PRD fue muy clara al señalar que con Enrique Peña Nieto el país va a la deriva, sus malos resultados, los compromisos fallidos y los no cumplidos agravian a los mexicanos.
Calificó como un desacierto diplomático y político del Presidente el haber invitado al candidato republicano Donald Trump, ya que además de ser una intervención indebida en la política interna de los Estados Unidos, agravia el trato de estadista que se dio a un personaje que ha manifestado un trato xenófobo y agresivo hacia los mexicanos.
Para la senadora Dolores Padierna, la recepción de Enrique Peña Nieto al candidato republicano Donald Trump ofendió a los mexicanos, ofendió a nuestros connacionales a Estados Unidos, pero también ofendió a la embajada norteamericana en México y comprometió al gobierno federal a una posible intervención de Washington en nuestra propia política interior.
Por donde se le vea fue una pésima decisión, señaló la vicecoordinadora de la bancada del PRD en el Senado de la República, Dolores Padierna.
Indicó que lo peor no sólo fue la decisión del gobierno de Peña Nieto de intervenir en la contienda presidencial interna de Estados Unidos sino la humillación de Donald Trump a los mexicanos quien no modificó un ápice su posición antiinmigrante, xenófoba y represiva en contra de los mexicanos en la nación americana.
El mensaje de odio y polarización de Trump simplemente se agravó tras el encuentro con Peña Nieto en México.
Entre las noticias principales que se publican en los medios de comunicación, de acuerdo con el monitoreo informativo realizado por Intelicast, se encuentra que tras una reunión de poco más de dos horas entre el presidente Enrique Peña Nieto y el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, el magante estadounidense habló de sus propuestas y no pidió perdón por las ofensas lanzadas durante meses contra México y sus ciudadanos.
El presidente Peña Nieto no le reclamó nada. Simplemente le contó de qué tamaño es la relación entre las dos naciones, y le solicitó, con mucho cuidado y muy tibio, diálogo.
Donald Trump dijo que respeta y quiere a los mexicanos y ratificó que habrá cambios en la relación si llega a la Casa Blanca.
Además, Trump confirmó que va por un muro entre ambas naciones. “Sí hablamos sobre el muro, pero no hablamos de cómo pagarlo. Eso lo haremos después”, dijo. Trump ha dicho que México pagará su muro. Hoy lo ha confirmado.
“Tener una frontera segura es un derecho soberano y beneficia a ambas naciones […], de construir una barrera física o pared para frenar el movimiento de personas o drogas de armas”.
El candidato republicano la Casa Blanca, Donald Trump, dijo que él siente “amor por las personas y contribuciones de mexicanos y mexicano-estadunidenses en Estados Unidos”; sin embargo, afirmó que se deben de tomar medidas para “asegurarnos que las personas en Estados Unidos estén bien protegidas”.
“Tengo un gran afecto por los mexicanos, no sólo en el aspecto de su contribución al país, sino los que trabajan en las empresas”, dijo, “es un gusto para mí decir cuántas personas empleo y en Estados Unidos la generación de mexicanos, más allá de cualquier reproche, son personas espectaculares”.
Trump aseguró que comparte intereses comunes con México, especialmente en las acciones que contribuyan a la prosperidad y la libertad de ambas naciones.
Dijo que ninguno de los dos países puede tener prosperidad cuando se enfrentan al tráfico de personas, drogas y armas, por lo que mantendrá su postura de reforzar la seguridad de la frontera.
El magnate estadunidense dijo que acordó con el gobierno mexicano cinco propuestas para mejorar la relación bilateral y contribuir a la prosperidad de las naciones.
Por su parte, el titular del Ejecutivo sostuvo que “hay grandes oportunidades para ambos países”.
El comportamiento de la senadora Monroy recuerda o evoca la actitud de esos personajes de la trilogía que sobre Trajano, emperador, escribió Santiago Posteguillo, que con tanto entusiasmo recomienda su primo, EPN.
Se conduce como esos fieles a Domiciano, aferrados con uñas y dientes a los girones del poder, porque las ropas imperiales se convirtieron, por el desgaste, en El traje nuevo del Emperador.
Admonitoria Carolina Monroy, suspirante a la postulación del PRI a la candidatura del gobierno del Estado de México, advierte que nada tolerarán en contra de la investidura presidencial de EPN, de su imagen: ¡Ni un agravio más!
Lo que no está mal, la Presidencia de la República, la institución, merece respeto de toda la sociedad, pero principalmente exige que la respete quien ejerce el cargo, quien representa a México desde el momento que se asumió como titular del Poder Ejecutivo. Si él no la respeta, para que sea respetada, entonces ¿quién?