El Tribunal Electoral de seguro, y lo he discutido a largo y tendido con diversas voces, esta en circunstancias diferentes que hace seis años. Si ustedes recuerdan esta máxima instancia aceptó que había circunstancias desfavorables en la elección pero no eran lo suficientemente fuertes como para echar para atrás el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa, dijo que pese a todo las elecciones deberían considerarse suficientemente confiables.
Si vemos en conjunto todo lo que se ha denunciado, si observamos con suficiente objetividad lo que se ha dicho de la elección presidencial no solamente en el PRD sino en el PAN, es obvio que debe existir la suficiente autoridad de Tribunal para remitir los comicios a una etapa distinta de lo que se marcó.
Lo que ha denunciado la izquierda que ha sucedido con el manejo de recursos vía tarjetas, con la falta de objetividad con que se manejaron los comicios, con las diversas maneras en que se demostró que el PRI vulneró la democracia en el país, de seguro el Tribunal sabrá aceptar el paquete de denuncias que ha puesto en juego la izquierda y en menor medida el PAN.
El asunto no será tan sencillo. Quienes han denunciado la evidente zona de trampa en que se ha metido el PRI, anuncian movilizaciones en todo el espectro del país. No hablamos de marchas ligeras, sino de movimientos que harán simbrar el sistema político, que denunciarán a Enrique Peña Nieto, a las televisoras que lo apoyaron, a la antidemocracia que dejaron entrever y en muchas ocasiones observar claramente.
¿Qué sucedería si no fuera así? De entrada seria lamentable que no se tomaran en cuenta las muchas quejas presentadas por los dos partidos y que deben obligar al Tribunal a hacer corte de caja.
En la prensa nacional, en medios como el Universal, Milenio o las dos televisoras, pareciera que el asunto debe de observarse como algo inevitable y no tomar en cuenta las muchas pruebas presentadas por el Movimiento Progresista.
Tal pareciera que no hay manera de evitar lo inevitable. En México, aunque hay una menor observación de lo que puede hacer un partido político auxiliado por poderes económicos muy fuertes. Bastaría con que se analizara con severidad el excedente económico operado por el PRI, (más 4 mil millones de pesos según cifras cautelares cuando el límite de gasto, de acuerdo a la ley, no debe rebasar los 340 millones de pesos)
O bien tomar en cuenta con toda severidad los casos demostrados de gastos de tarjetas, distribución y alcance que se han visto en el país, entre ellos el dinero que el gobierno estatal promovió para el almacén Soriana. Es obvio que nos puede entenderse una democracia bajo esa consecuencia. Seria tanto como pensar en un futuro cuando no lo hay.
Sé que hay mucha desilusión e incluso sabor en el paladar que deja un muy mal estado. La mayoría de los ciudadanos con que he platicado, que estuvieron como representantes, incluso el movimiento en casillas, se muestran enojados o descreídos de lo que vaya a suceder. Andrés Manuel López Obrador, el jueves dio a conocer lo que hará en los próximos días y el Tribunal Electoral ya ha abierto el proceso y ha fijado el plazo.
El futuro pese a ser incierto tiene una sola definición: o se busca que la democracia sea real, participativa, legal, o los grupos fácticos imponen un barrunto de democracia.
Por Víctor Ardura