Morelia, Mich., 15 de abril del 2016.- El dos veces candidato a Gobernador por el Estado de Michoacán, Cristóbal Arias Solís, presentó su renuncia al instituto político Partido de la Evolución Democrática».
Cristóbal Arias también Senador de la República y diputado federal del PRD, además de haber sido Secretario de Gobierno durante la administración del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas (mandatario estatal de Michoacán 1980-1986), envió una misiva al dirigente estatal del PRD Carlos Torres Piña en donde argumenta que «no podemos seguir en un partido que ya no quiere representar a los intereses de los michoacanos y los mexicanos. No podemos seguir militando en un partido que se ha distanciado de los reclamos sociales y que se ha olvidado de los principios bajo los cuales surgió».
Arias Solís dijo también que «me voy de un partido que ha dejado de ser un instrumento para la transformación y la justicia social, que ha dejado de ser oposición. Nos vamos para seguir trabajando desde la oposición congruente, como siempre lo hemos hecho, por la democratización de la vida política mexicana, por la justicia social, por hacer de Michoacán y de México un mejor lugar para todos».
Cristóbal termina la redacción de su carta de renuncia al PRD diciéndole al lider estatal del PRD, que «estoy seguro que nos habremos de encontrar en las trincheras comunes por hacer efectiva la soberanía y la justicia social»
A continuación el texto integro de la carta de renuncia de Cristóbal Arias:
Morelia, Michoacán, a15 de abril de 2016.
C. LIC. CARLOS TORRES PIÑA
PRESIDENTE DEL COMITÉ EJECUTIVO ESTATAL DEL PRD
EN MICHOACÁN.
A LOS MICHOACANOS.
He sido un ciudadano comprometido con las mejores causas de nuestra sociedad. He creído en que la participación política orientada por principios y colocando siempre a México y a Michoacán en primer lugar es el camino por el que debemos transitar para construir un México en el que todos vivamos dignamente.
Junto a cientos de miles de michoacanos construimos el sueño de luchar por un país más justo y democrático y nos dimos a la febril tarea de fundar y organizar, a partir de la inconformidad y del ejercicio libre del voto, un partido que sirviera de instrumento a los mexicanos para transitar hacia una sociedad democrática, con instituciones eficientes que realizara el México al que aspiraron Morelos, Hidalgo, Juárez, Madero, Zapata, Múgica, Lázaro Cárdenas y miles de mexicanos progresistas.
Coincidimos en ese proyecto mujeres y hombres provenientes de una amplia diversidad de las oposiciones, de la izquierda y de movimientos sociales de toda la república, convencidos de que era imprescindible cambiar. La idea de transformar este país, y al lado de la gente construir un proyecto de nación que representara a las mayorías, de derrotar la imposición electoral, al partido de Estado, a las políticas que sacrifican a los sectores trabajadores y protegen a los que más tienen, a las prácticas corruptas y a los gobernantes ineptos, nos alentó y nos llevó a coincidir en grandes batallas durante varios años.
Romper la hegemonía del partido de Estado y en su lugar constituir un sistema de partidos, lograr la alternancia, romper el blindaje y verticalidad absoluta de los medios de comunicación, contribuir a democratizar la vida política nacional, abrir los espacios del poder a la participación civil y empujar a la aceptación de las diversidades, fueron conquistas en donde el Partido de la Revolución Democrática jugó un papel muy importante, y ahí fuimos protagonistas.
Desde sus raíces a finales de los 80’s y durante la última década del siglo pasado millones de mexicanos, mujeres y hombres de las ciudades y el campo se movilizaron para empujar las transformaciones que les inspiraba un partido que ofrecía la Revolución Democrática. En ese afán muchos murieron, otros más fueron encarcelados y la persecución y exclusión fue una política discrecional que desde el poder se ejerció para evitar que este movimiento creciera y obtuviera victorias electorales. El movimiento de estas mujeres y hombres fue en Michoacán intenso y masivo pero también perseguido con encono y furia por los que desde el poder entendían que estaban por terminar sus días de cacicazgo, de privilegios y de liberalidad y discrecionalidad en el ejercicio del poder y el uso de los recursos públicos.
En todos sus momentos, como uno de los líderes de este gran movimiento político, estuvimos presentes, vinculados estrechamente con los militantes de todos los municipios de Michoacán y de otras entidades de la república. Al lado de ellos sufrimos la persecución y la imposición; al lado de ellos celebramos las victorias, y como legislador fuimos la voz firme e inclaudicable del PRD, de sus militantes y de los ciudadanos en las cámaras.
En sus orígenes, antes incluso que la persuasión del contenido programático del PRD, le precedía como un valor extraordinario la confianza y la reputación de sus liderazgos. La autoridad moral del partido y de sus líderes constituyó durante los primeros años el recurso político más valioso que se podía ofrecer y en torno al cual se aglutinó la esperanza de una parte importante de México. Todo ello se ha perdido, lo han tirado por la borda las malas actuaciones de liderazgos pragmáticos.
Hace tiempo que el sueño se quebró. Muchas de las críticas que nos merecía el partido de Estado valen hoy completitas para las prácticas del PRD. No se promovió una Revolución Democrática, se claudicó ante una tarea vital y con ello decepcionó y apagó su destino constructor; en su lugar se reeditaron los viejos vicios del priismo, la imposición, el compadrazgo, el nepotismo, el clientelismo, el elitismo, el corporativismo, el autoritarismo en el estilo de gobierno; se han privilegiado los acuerdos que lastiman y excluyen a las mayorías; se ha concedido lo que han querido a los intereses oligárquicos a costa del patrimonio nacional, el trabajo y la calidad de vida de la mayoría de los mexicanos; han hecho gobiernos vergonzantes en donde la corrupción, la ineficacia y hasta la complicidad con la criminalidad han tenido cabida; han gobernado contra el pueblo.
No podemos seguir en un partido que ya no quiere representar a los intereses de los michoacanos y los mexicanos. No podemos seguir militando en un partido que se ha distanciado de los reclamos sociales y que se ha olvidado de los principios bajo los cuales surgió. No podemos seguir en un partido que claudicó al honor y a la ética. No podemos seguir en un partido que se ha elitizado y en donde nada valen los militantes que son independientes a las cortes que se han apoderado de los espacios de poder. No podemos seguir en un partido en donde la mayoría de sus jefes sólo velan por sus intereses inmediatos y se han olvidado del México que reclama cambios y rupturas para avanzar.
Me voy de un partido que ha dejado de ser un instrumento para la transformación y la justicia social, que ha dejado de ser oposición. Nos vamos para seguir trabajando desde la oposición congruente, como siempre lo hemos hecho, por la democratización de la vida política mexicana, por la justicia social, por hacer de Michoacán y de México un mejor lugar para todos.
Dejo en el PRD grandes amigos, luchadores históricos que no han sido reconocidos, que siguen constituyendo sus bases y cuadros medios. Estoy seguro que nos habremos de encontrar en las trincheras comunes por hacer efectiva la soberanía y la justicia social, por construir la cultura democrática que tanto se ha postergado y por el Michoacán progresista al que aspiramos. Mi reconocimiento y respeto para ellas y ellos.
Presento entonces, ante usted Lic. Carlos Torres Piña, Presidente del Comité Ejecutivo Estatal del PRD, mi renuncia con carácter de irrevocable, a este partido en el que milité desde su fundación.
Atentamente
Lic. Cristóbal Arias Solís.