Por Noemí Avilés.-
Es indispensable en estas elecciones más que giros triunfalistas, se atiendan las quejas razonadas y bien planteadas sobre la calidad de la elección, como lo que surge de la actividad de los jóvenes y la gente comprometida no con un candidato o con un partido sino con su país y con el acento de la democracia, con sus autenticidad.
Las anomalías en la elección que ahora se presentan a montones por las redes, son motivo de atención para el órgano encargado de impartir transparencia y legalidad. Pero tal como pareciera que el Instituto Electoral de México, IEM, en lugar de distinguirse como árbitro ha dado severos trastornos a la calidad democrática ya en la historia electoral de nuestro país, ya en los presentes comicios de negarse a verificar las pruebas presentadas y los recursos legales que se alistan por parte de la ciudadanía organizada.
De ahí la idea de que es preciso renovar al IEM, López Obrador planteó en su momento una reducción presupuestal en ese y otros rubros de la democracia mexicana. Algo que a ojo de buen cubero, resulta inadmisible para quienes perseguimos con afán la salud de la democracia.
En cuanto al caso de Peña Nieto en el supuesto de que siga el apresurado nombramiento, no queda duda de que su discurso económico no será muy distinto del de Calderón, o Fox (Sí, ahora puede decirse que el guanajuatense es un fiel aliado del que fue su opositor) ya que el planteamiento económico sustancialmente se define por la lucha contra el narcotráfico, o el seguimiento del programa de seguridad. Con todo, sabemos de la tradición de derroche de dinero de este partido y este gobierno no será la excepción.
De aquí para adelante no hay que esperar grandes virajes en la democracia, ni en la economía; ni mucho menos en las instituciones políticas. Pero hay que insistir que todas las instituciones atiendan los planteamientos y bien razonados de todos los partidos.
Por eso nos parece objetable y dolorosa la recomendación que nos hace la perdedora Josefina Vázquez Mota. Si la izquierda puede presentar pruebas de que hubo el antiguo macaneo priista, trampas que se traducen en compra del voto, mapacheos, y otras lindezas de la estafa electoral, habrá que acudir a los tribunales electorales y esperar de ellos un buen desempeño.
No podremos ir por el rumbo contrario, que el regreso del PRI signifique un retorno no a la democracia sino a su contrario. Este proceso, de no contar con la transparencia necesaria que demanda la ciudadanía, sin contar que le resta credibilidad a la democracia que los principales actores de este país o por lo menos aquellos que pertenecen a cierta escenografía echen por delante las campanas, las hagan volar y canten coros de triunfo cuando en realidad deberíamos de estar ofendidos ante el rechazo que provoca la democracia.
Por otro lado, López Obrador se portó como debe comportarse cualquier candidato demócrata y no echar por delante triunfos que no lo son. Y lo peor es que el Instituto Electoral, sus funcionarios, también lo hagan.
En términos generales creo que debe haber más mesura y no echar las campanas al vuelo cuando en realidad el proceso no concluye.