Artículo de Fondo «Repercusiones», Por Samuel Maldonado Bautista.-
En un país descompuesto, abatido por la pobreza y la gran corrupción política y con un crecimiento constante de las diferentes organizaciones criminales. México va con la mira perdida y sin saber hacía dónde dirigirse. Aunado a una serie de problemas educativos, con gobiernos enfangados en la deshonestidad, sin autoridad moral, hundidos en un su propias mentiras y con un endeudamiento económico que rebasa ya más del 50% de los recursos presupuestales, sin industria estatal que fue entregada al mejor postor y que distribuye las ganancias del país entre los poderosos entes políticos y económicos, los gobiernos anteriores y el actual, han puesto en riesgo la viabilidad del desarrollo en general de nuestro país, lo que provoca que México sea fácil presa de orangutanes tales como el candidato fascista y ¿republicano? a la presidencia de los Espantados Unidos, Donald Trump.
Durante su campaña presidencial, este magnate se ha referido despótica y constantemente a todos los mexicanos, tanto de origen como a los residentes documentaos o no en el territorio vecino. En forma por demás arrogante e insulsa pero eso sí, denigrante y muy grosera, de tal suerte que sus explosivas y ofensivas palabras, aun cuando no nos alarman a los ciudadanos de a pie, si debiera preocupar a todos los gobernantes y autoridades públicas, pero principalmente a las que la Constitución les obliga a defender la Soberanía Nacional.
Ante los ojos de muchos, este (con mis disculpas para Walt Disney) ario y fascista pato Donald nos pareciera ser el renacido nazi Adolph Hitler, quien ordenara el asesinato colectivo de miles y miles de seres humanos que sólo por ser judíos, terminaron muertos en las cámaras de gases, en los diferentes campos de concentración o ahorcados en un sin numero de plazas, día a día, sin juicio alguno sin ninguna razón , sin distinción de sexo o edad y solo por ser judíos, todo durante la segunda guerra mundial.
El pensamiento de este ario y fascista millonario Pato Donald, nos alarma a los mexicanos aun más cuando extravagantemente hizo pública la amenaza de (re) construir en la frontera Norte con Los Espantados Unidos, con o sin la opinión o el acuerdo con México y a costa de los mexicanos, de un muro similar pero de más de tres mil kilómetros de longitud al que en Berlín fuera destruido (el 9 de Noviembre de 1989) para unir a un mismo pueblo que había sido separado durante más de veintiocho años.
Al respecto, cabe señalar que el jerarca católico Mario Alberto Bergoglio, en relación con la idea de ese “pato” de edificar un muro divisorio, ha indicado que lo que verdaderamente le importa a la humanidad no es la de vivir separados sino la de unir voluntades y evitar las frecuentes y ya excesivas luchas que provocan la pobreza y la miseria humana, por lo que la idea del candidato presidencial republicano quien en sus actos de campaña política se le ve sosteniendo una biblia en su mano se “aprovecha de la religiosidad de sus oyentes (Francisco dixit)
Las credenciales religiosas del tal “pato” son pues esa Biblia que enarbola en sus mítines políticos, para engañar y lograr su objetivo. Curiosamente el rico Mac pato, por todas partes grazna, amenazando ahora con cobrarle a los mexicanos (será seguramente a los que comandan las riendas del país) el costo de la ambicionada hilera de piedras y cemento, seguramente en un homenaje póstumo a ese su héroe y fanático Adolph, que su cobardía lo llevó a suicidarse, el 30 de abril de 1945, a los 56 años, en su gran Bunker en Berlín.
Diferentes frases o sentencias tenía el chaparrito con bigote y una de estas decía: ¡Si tu ganas, nadie te obliga o te exige que les digas el porqué de tu triunfo! ¡Si tu pierdes, no deberás dar ninguna explicación!
Pero hay otras amenazas del pato Donald, que van en el sentido de deportar a más de once millones de mexicanos; de cobrarle a fuerza la ahora utópica construcción, pues esa empresa provocaría que a los güeros vecinos no les llegara lo que en New York abunda y que por las expresiones vertidas por el “pato”, conoce bien: ¡la drogas, que seguro por sus excesos, las conoce bien..