Así mismo quiero decir que seguiré con el tema. De esta manera Ernesto Villanueva no amenaza sino más bien adelanta lo que será un asunto que dará mucho de qué hablar, y no por las mentiras vueltas verdades oficiales, sino más bien por todo lo que implica en cuanto a veracidad y credibilidad.
Escribo este artículo desde una cama de hospital en la ciudad de México. Mi esposa, la también periodista Noemí Avilés, encargada en estos días de la columna El Mirador, -cosa que hace espléndidamente-, me ha leído el artículo y la respuesta de Ernesto Villanueva, michoacano de quien reconocemos su rigor intelectual y estilístico, y particularmente en asuntos de medios de comunicación e instituciones.
Ustedes harán seguido con toda oportunidad los detalles de este suceso, del cual sale deficitario el gobernador Fausto Vallejo Figueroa y varios de sus colaboradores. Quiero referirme a uno en articular, a Jesús Reyna García, Secretario de Gobierno, compañero de generación del actual gobernador y hombre anclado en los mares del tiempo.
Reyna García sale al paso diciendo, primeros, que Ernesto Villanueva es una suerte de vocero de oficioso de Leonel Godoy Rangel y después dice que no quiso decir eso, sino más bien lo contrario.
No es necesario dar muchas vueltas para encontrar lo erróneo de la respuesta gubernamental en boca del actual Secretario de Gobierno, -puesto que ejerce por segunda ocasión con idénticas facultades para el yerro-, basta citar uno de los ejemplos argumentado por el articulista, el caso de Rubén Pérez Gallardo. Este notario y actual colaborador del gobernador Vallejo Figueroa, escribe Villanueva que obtuvo su nombramiento a través de unas reformas legales de los años setentas y así es. Son especialistas de buscar este tipo de endiduras legales. Pérez Gallardo obtiene así su cédula profesional, un modo de visa y un puesto en el actual gobierno.
Quienes conocemos a Pérez Gallardo lo identificamos como un fiel testaferro de cierta clase política michoacana. Fue y ha sido miembro de ese clan y si algo identifica a este notario es su espíritu de grupo, no su compromiso social. Es como si tuviéramos viendo a jóvenes priistas treinta años después.
Desde la quietud de mi cama de hospital en el Instituto Nacional de Neurología, no puedo menos que sonreír ante las exactitud denlos datos Ernesto Villanueva, los pocos argumentos de Jesús Reyna García y esa suerte de inmovilidad detenida en el tiempo de ciertos grupos políticos. El caso nos ilustra que los cambios en el PRI no son más que nubarrones, no tempestad de fondo.
Artículo de Víctor Ardura