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La expoliación (Minería y petróleo)

Columna Política «REPERCUSIONES», Por Samuel Maldonado.- Varios años antes de que tomara posesión como Presidente de la República, el General Lázaro Cárdenas tuvo conocimiento pleno de las grandes reservas de diferentes minerales existentes en toda la sierra y la costa guerrerense como en el Estado de Michoacán, principalmente fierro, oro, plata, y otros elementos, mismos que se encontraban desde principios de siglo concesionados a la compañía Bethelehem, de capital extranjero, sin que ésta los explorara y solo los utilizara como reservas.

Como titular del Poder Ejecutivo y en virtud de la necesidad que tenía el estado mexicano de aprovecharlos en el proyecto que más tarde se conocería como Siderúrgica Lázaro Cárdenas las Truchas, tomando como pretexto que la compañía de referencia, durante los más de treinta de concesión, no había explotado los  yacimientos el gobierno de la república, giró las instrucciones correspondientes a los Sres. Andrés Villafaña, Jesús Ibarra, general Rafael Sánchez Tapia  y Vicente Cortés Herrera, para que apegados a las normas estatuidas, procedieran a las cancelaciones de las concesiones otorgadas.

Poco duró la recuperación de esa enorme riqueza ubicada en los límites de los estados de Guerrero y Michoacán, pues al inicio de la administración de don Manuel Ávila Camacho, los vivales antes enunciados, solicitaron para ellos las concesiones de los yacimientos ferríticos y áureos de El Yukón, en la costa guerrerense, y los de Michoacán (La Mira, El Campamento, El Volcán y otros), que desde principios del siglo anterior habían sido concesionados a la compañía extranjera.

Previa cancelación de las concesiones, esos tenebrosos caballeros, prestos las solicitaron pero para ellos y tan luego les fueron otorgadas, inmediatamente las vendieron en un millón de pesos a los ex concesionarios de la compañía denominada “Las Truchas”, subsidiaria ésta de la Bethlehem Steel Corporation. Seguramente que a esos pillos mexicanos no les pasó nada, pero a la Bethlehem sí, pues el Presidente Manuel Ávila Camacho tuvo conocimiento de las tranzas de ese cuarteto y volvió a girar sus instrucciones para cancelar la venta de la ilegal concesión.

Cabe señalar que al término de la administración cardenista y al inicio del periodo de don Manuel Ávila Camacho, en el Congreso de  la Unión no se cantaban mal las rancheras, pues había gente parecida en pensamiento filosófico negativo (válgaseme la expresión) que intentó darle marcha atrás a la Ley de expropiación petrolera, con una nueva iniciativa denominada “Ley del Petróleo” (muy parecida a la formulada en el denominado “Pacto por México” en la que se autorizó prácticamente privatizar a Petróleos Mexicanos. En  dicho proyecto se indicaba que particulares nacionales e inclusive extranjeros, podrían participar en la extracción y explotación del oro negro.

De haberse autorizado esa iniciativa, se hubiera permitido el regreso triunfal de las compañías extranjeras, mismas que ahora, se frotan de gusto las manos y estrechan abrazos con sus socios tan mexicanos como los que en aquella época contaron uno a uno, los billetes que sumaban un millón de pesos.

Los tiempos actuales parecieran los mismos a los de don Porfirio; afortunadamente en aquella ya  lejana en la que el capital extranjero invertido en la explotación petrolera  se llevaba su capital junto con los veneros que nos heredara el diablo, hoy en México se entrega al extranjero lo que quiera y como lo quiera, pues para eso debemos todo. Antes tuvieron la extracción del petróleo y ahora lo recuperaron. En Michoacán, para no ser menos, se  les ha entregado, desde hace rato,  la siderúrgica y desde luego los grandes yacimientos de carbón y de ricos minerales, en una superficie territorial que cubre la sexta parte de Michoacan; asi, las compañías mineras se frotan las manos de gusto pues expolian montes y selvas, extrayendo todo lo que puedan, dejándonos desiertos y pobreza y todo se les permite. ¡Que pena!

 

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