Columna Política «TIEMPO PRESENTE», Por Rubén Villa.- La noche del 2 de julio de 2000, Zedillo salió a la televisión a reconocer el triunfo del PAN. O mejor dicho, a anunciar la derrota del PRI. Pareciera lo mismo, pero en las circunstancias de ese momento, no lo era. El Presidente ordenaba a su partido admitir la pérdida de la Presidencia de la República. Horas más tarde, apareció Francisco Labastida reiterando el dicho de Zedillo.
Nunca como en ese momento, la supuesta “sana distancia” entre el Presidente de la República y su partido fue tan corta cercanía. Tanto que la “sana distancia” se convertía en sumisión, en asfixiante abrazo.
Con otro objetivo, Manlio Beltrones ha dictado sentencia de muerte a la “sana distancia”. Hace años, varios priistas hablaron de un “sano acercamiento” entre partido y gobierno, pero ya habían perdido el poder presidencial. Beltrones obtuvo aprobación inmediata con su frase condenatoria.
¿Qué tan cerca y qué tan lejos deben estar un partido del gobierno cuando éste ha surgido de aquél?
Los panistas han sido renuentes a que un Presidente azul controle al partido. No lo han evitado del todo. Vicente Fox tuvo que arrear electoralmente a un candidato, Felipe Calderón, que no era el suyo. Desde el poder, la emprendió contra López Obrador. Calderón ganó por poco, en la frontera de la derrota. Seis años después, no pudo imponer a su candidato, Ernesto Cordero, porque el partido, controlado por Gustavo Madero, optó por Josefina Vázquez Mota. Perdió por dos razones: la señora Vázquez era una pésima candidata y Calderón, por consecuencia, estableció una “sana distancia”. El PAN pagó en 2012 los errores de dos sexenios. Cayó al tercer lugar. Por eso y porque Madero nunca fue capaz de reconstruirlo.
El PRD se distanció de sus gobiernos y se acercó demasiado al de los otros, particularmente al de Enrique Peña Nieto. Estrepitosa derrota la suya. Aquí lo escribí hace meses, mucho antes de las votaciones; causó escozor y enojo en varios perredistas, que ahora mismo lamentan el resultado electoral de junio y avisan lo evidente: el desvanecimiento de su partido. Los perredistas han carcomido su partido desde adentro. Lo siguen haciendo. Parece importarles más la organización partidista que sus gobiernos, a los que toman como ariete político. Miguel Ángel Mancera es el mejor ejemplo de tal conducta. Parecen desdeñar las consecuencias de sus actos políticos.
La premura de Beltrones por ofrecer cercanía al Presidente es, en primera interpretación, la señal de que si la presidencia del CEN la obtendrá un personaje ajeno al círculo presidencial, no es producto de la confrontación. Le ofrece lealtad y trabajo unitario a Peña Nieto. El retorno a los tiempos en que la palabra del Presidente es el programa del partido, resulte cuanto resulte.
Es congruencia política: el PRI no puede ser de otro modo. No es un partido acostumbrado a resolver sus conflictos interiores –los hay en todos– con métodos democráticos ni mucho menos. Sus peores momentos acontecieron cuando faltaba un Presidente. Los Gobernadores tricolores agandallaron el espacio al grado de renuencia a cederlo cuando su partido volvió a Los Pinos.
Beltrones entiende que el PRI funciona mejor cuando se adosa al Gobierno y cuando éste se estrecha al partido. La clave está en que la distancia no sea tan corta que asfixie ni tan larga que desarticule la acción.
Y entiende que debe ser así y no de cualquier otro modo, porque tiene apenas tres años –meses menos– para evitar la catástrofe electoral. Sabe el próximo presidente del CEN del PRI que sólo de esa manera tendrán oportunidad de permanecer en Los Pinos, algo que ahora nadie puede garantizar.
Entre los priistas relevantes, Beltrones es el único que puede asumir semejante tarea. Que la lleve a cabo con éxito o que fracase no se puede saber hoy. En su circunstancia, el PRI lanzó al más adecuado. Veremos qué resulta. Misión cuesta arriba.
COLOFÓN
Adriana Hernández será la coordinadora del grupo parlamentario del PRI en Michoacán, llega con el apoyo de Manlio Fabio Beltrones, futuro presidente nacional del PRI. Pues fue bien vista la petición de nuestro gobernador electo Silvano Aureoles a Manuel López Obrador para construir una alianza nacional de las izquierdas en México, la respuesta del señor peje ya la sabíamos. Se siguen manejando los nombres de Adrián López, Martín García, Carlos Maldonado, Silvia Figueroa, Antonio soto Sánchez Ricardo Luna, Fabiola Alanís y Giuliana Bugarini y Julieta López Bautista para ocupar carteras importantes en el gabinete de Silvano Aureoles quien será gobernador a partir del próximo primero de octubre. Todo listo para que Alfonso Martínez asuma la alcaldía moreliana el próximo primero de septiembre por lo que se espera que se inicie un gobi4erno municipal incluyente como lo fue el de Wilfrido Lázaro y lo consolidó Salvador Abud. Nuestro pronóstico de que el próximo presidente del comité directo estal del PRI en el estado, estará entre Víctor Silva Tejeda y Wilfrido Lázaro, buenos priistas y conocedores de la política estatal.