Artículo de Fondo, Por el Dr. Rafael García Tinajero.- Es indispensable tratar sin tapujos el tema de las pensiones en México, posicionarlo en la agenda nacional, la razón es que desde hace ya algunas décadas se ha venido gestando lo que será una grave crisis. Una crisis larvada, de cuya inminencia casi nadie sabe, que se encuentra a muy poco tiempo de manifestarse, para la que no solo no estamos preparados sino que además no parece haber la voluntad política de reaccionar con la prontitud y energía debidas. Una crisis que sin duda vendrá a socavar aun mas a nuestras instituciones y estructuras políticas, que acabara con la estabilidad macroeconómica, que afectará la resolución de urgentes prioridades nacionales y que polarizará a nuestra sociedad entre aquellos ciudadanos privilegiados que gozan de seguridad social y los que carecen de ella.
En México la posibilidad de acceder una pensión solo es posible para aquellas personas que cuentan con un empleo en el sector formal de la economía. El IMSS y el ISSSTE son las piedras angulares del sistema provisional mexicano. Quedan fuera de cualquier beneficio pensionario aquellos mexicanos que no cuentan con un patrón
Este modelo fue replicado por muchos gobiernos estatales y por sectores tales como la Banca de Desarrollo, paraestatales como PEMEX, la mayoría de las universidades de los estado y los sindicatos de las entidades federativas.
En México existen alrededor de 105 sistemas públicos de pensiones y más de 4 millones de pensionados. Estos sistemas de pensiones son Federales, estatales, municipales, paraestatales, universitarios, sectoriales, civiles, militares, contributivos y no contributivos.
Muchos son sistemas de reparto, en los que la pensiones son financiadas por los trabajadores y patrones en activo apelando a la solidaridad intergeneracional, sin embargo muchos carecen de un sistema de fondeo y el dinero para pagar las pensiones se convierte en gasto corriente de la entidad de que se trate.
En la primera década de este siglo el gasto pensionario en México se triplicó. Paradójicamente muchos de los hoy pensionados solo hicieron aportaciones mínimas o ninguna para fondear sus sistemas de pensiones. En el caso de los sistemas de reparto fondeados, la conformación de la pirámide demográfica y la escasa incorporación de jóvenes al empleo formal, ha significado la disminución de cotizantes para fondear las pensiones de los que se van jubilando. Esto está tornando a muchos sistemas pensionarios en inviables, desgraciadamente poco o nada se ha hecho para corregir esto. Cuando el futuro nos alcance y en el extremo de que exista un rescate financiero por el gobierno federal o los de las entidades federativas esto significará que el déficit será solventado por aquellos que no son ni serán beneficiarios de dichos sistemas.
Para nuestra desgracia ni los directivos de las instituciones que tienen sistemas pensionarios inviables, ni los líderes sindicales saben o quieren saber como corregir su inviabilidad. Tampoco quieren pagar el costo social de avisar del evidente naufragio y mucho menos pagar el costo político de proponer medidas correctivas.
Para completar el cuadro de esta situación precaria e inviable hay que añadir que la situación pensionaria del país es además injusta pues solo protege a una tercera parte de la población ocupada.