Artículo de Fondo, Por Rafael G. Tinajero.- En los últimos días hemos visto arreciar en Michoacán un tipo de campaña electoral en la que el principal objetivo es desprestigiar al adversario político, implica husmear en sus vidas privadas, inventar defectos, calumniar, etc. El nombre del juego es guerra sucia o campaña negra y saber evadir las leyes para realizarlas y estar preparados para una respuesta similar parecen ser las claves del manual político. El blanco principal de este tipo de campaña es hoy por hoy Silvano Aureoles Conejo candidato que sin duda, al menos esa es la percepción predominante entre sus seguidores y adversarios, será quién se alce con el triunfo el próximo 7 de Junio.
No es casual que se recurra a la guerra sucia justo en la recta final de las campañas electorales, cuando es claro quien va tomando la ventaja y cuando grupos e individuos de la más diversa ralea y con los más disímiles intereses se van decantando a paso cada vez más acelerado hacia el bando que consideran será el ganador. Es el momento en el que aquellos candidatos que avizoran una derrota inminente y ven sus posibilidades de crecimiento electoral estancadas o de plano a la baja, toman la decisión de bajar también al contrario, disminuirlo electoralmente, hacerlo caer al menos hasta el nivel en donde ellos ya se encuentran. Como ya no pudieron convencer al electorado de sus bondades optan ahora por tratar de crear la percepción de que el adversario es tan malo o peor que ellos.
Las campañas negras tienen efectos negativos múltiples, unos se manifiestan desde el momento en que se están llevando a cabo y otros más persisten incluso por muchos años más allá del proceso. Apelan a los instintos más primitivos: el odio y el miedo fundamentalmente. Causan enconos entre los individuos y divisiones en el seno de las
sociedades al grado de volver la convivencia entre quienes tienen diferente preferencia partidaria casi imposible. Crean problemas de gobernabilidad después de la elección pues es muy difícil retomar un ambiente de concordia que facilite la colaboración política entre quienes se acusaron de las peores cosas y se cubrieron de lodo, unos a otros, durante la campaña. En ocasiones, si las cosas se salen del cauce pacífico, el lodo puede convertirse en sangre.
No vayamos muy lejos por un ejemplo de lo que puede pesar en una sociedad como la la nuestra una campaña negra: Recordemos la campaña presidencial del 2006 y aquella famosa frase, » Andrés Manuel López Obrador, un peligro para México» y sus secuelas. Las discrepancias y agrias discusiones ya sea en una simple charla de café o en una convivencia familiar; el odio y la división que causó entre muchos mexicanos. Resulto muy rentable electoralmente, si nos atenemos a las cifras oficiales ya que logró dar vuelta,aunque por muy poco margen, al resultado final de la elección. Sin embargo el triunfador nunca pudo lograr que la fuerza política que casi lo igualaba en votos reconociera como legítimo su triunfo; a empellones y, en un ambiente de tensa confrontación, entro por la trastienda del congreso a tomar protesta y ya nunca regresó. Cerradas las posibilidades para pactar con el adversario y acordar la conducción pacífica del país, con una legitimidad herida y cuestionada, hecho mano del aparentemente fácil recurso de sacar al ejército de sus cuarteles para tratar de legitimarse iniciando una guerra que, por no planeada y por carecer de inteligencia, táctica y estrategia, solo sirvió para alborotar un avispero. En la guerra sucia electoral del 2006 están la raíces de muchos de nuestro males actuales, con su muertos y desaparecidos, con sus viudas y sus huérfanos, con la ruptura del tejido social y sus consecuencias en nuestra economia y seguridad. El lodo electoral se convirtió en sangre,
El horno no está para bollos en Michoacán un estado sufrido y lastimado.Repudiemos las campañas negras como lo que son , acciones inescrupulosas que en aras de la rentabilidad electoral sacrifican la buena política, dividen y confrontan. Actos perversos, irresponables y criminales.
Demos la espalda a los políticos que centran su campaña en la guerra sucia, castigándolos con el poder de nuestro voto, otorgándoselo a aquellos que buscan paz y concordia, la unidad y la colaboración entre los michoacanos, a los que proponen salidas a esta situación que no podemos aceptar más ni como nuestro presente ni como el futuro de nuestros hijos.
Que nadie venga a sembrar odio y la discordia.