08 de mayo, 2015 — Últimamente se ha visto un alarmante aumento en la cantidad de burundeses que huyen a países vecinos de la violencia que estalló en el país a mediados de abril cuando el presidente Pierre Nkurunziza declaró su intención de presentarse a un tercer mandato.
Más de una semana de manifestaciones han sumido al país africano en una de sus peores crisis desde que terminara la guerra civil en 2005.
En conferencia de prensa hoy en Ginebra, el portavoz de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Adrian Edwards, dio una actualización de las cifras.
“En las últimas semanas más de 50.000 burundeses han huido a países vecinos como Rwanda, Tanzania y la República Democrática del Congo. La mayoría han cruzado a Rwanda, pero en los últimos días hemos visto un alza en las solicitudes de asilo en Tanzania, después de que se levantaran las restricciones. En todos estos casos, las mujeres y los niños, muchos de ellos no acompañados, son la mayoría”, dijo el portavoz.
La oposición asegura que la constitución de Burundi y el acuerdo de paz que se firmó tras el conflicto bélico limitan al presidente a dos términos. Sin embargo, esta semana un tribunal permitió que el presidente vuelva a presentarse en junio, asegurando que su primer mandato no cuenta porque fue elegido por el Parlamento en lugar de por el pueblo.
De la capital Bujumbura han llegado informes desde el lunes de nuevas protestas y brotes de violencia. Muchos de los refugiados que han llegado a Rwanda cuentan historias de acoso e intimidación por parte los jóvenes militantes del partido gobernante, que pintan marcas rojas en las casas de sus blancos de ataque. También hay reportes de personas que han vendido sus propiedades antes de salir de Burundi, anticipando un largo período de inseguridad.
En un comunicado, el ACNUR asegura que muchos burundeses experimentan dificultades para salir del país. Varias mujeres denunciaron haber sido amenazadas con la violación y haber tenido que pagar sobornos para poder pasar por bloqueos de carretera. Algunas caminaron durante horas por la maleza con sus hijos.
El ACNUR hizo un llamado a las autoridades de Burundi a permitir que la gente se mueva con libertad y a mantener abiertas las fronteras. También agradeció a los países vecinos su colaboración y albergar a estos refugiados.