Columna Política «REPERCUSIONES», Por Samuel Maldonado B.- El 5 de mayo de 1989 prácticamente aparecía en el horizonte nacional un Sol Acromático que representaba al nuevo partido político, el de la Revolución Democrática fundado como ya es del conocimiento público por el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. Originalmente el logo del nuevo instituto político, con los colores del arcoíris sobre un fondo blanco, no fue autorizado por por el oficialismo y obligado a cambiarlo por el el color negro sobre un fondo amarillo. La sin razón del órgano electoral se basaba en la pueril afirmación de que el sol cromático podía ser confundido con el símbolo de Partido Revolucionario Institucional.
Desde esa fecha han transcurrido 26 años; en los primeros años, el PRD fue aceptado masivamente porque simbolizaba una verdadera oposición al régimen anacrónico existente. Desgraciadamente poco a poco sus últimos dirigentes nacionales cansados tal vez de su pobreza, se cansaron de la lucha y terminaron pudriéndose y asociados con el gobierno, por lo que en este años cumpleañero ya no pueden festejar su nacimiento sino más bien cabría que realizaran conjuntamente con sus patrones una Misa de Réquiem para este partido político que en su fundación pagó una cuota de sangre muy alta; Por lo mismo, lo que se debe hacer en su aniversario es concelebrar una Missa pro defunctis o Missa defunctuorum; es decir, una misa para orar por el descanso eterno del PRD.
El Partido de la Revolución Democrática ya solo tiene su nombre original pero ya no la esencia, la aceptación ciudadana que en los primeros quince años de su existencia mantuvo admirablemente. Poco a poco se fue perdiendo su pureza, sus dirigentes la vergüenza y desde luego, después de una época brillante que lo llevó a tener una mayoría de votos en dos elecciones presidenciales, que no se logró reconocer por el poder de la Presidencia de la República que se negó a los recuentos de los votos y ordenar a quema de las boletas electorales.
En los primeros años el PRD ganaría la mayoría de los municipios michoacanos; una vez la Presidencia Municipal de Morelia y en dos ocasiones el gobierno del Estado. Los primeros seis años del gobierno fueron más o menos en forma regular, pero los últimos cuatro, verdaderamente desastrosos.
Los que una vez pusimos todo nuestro esfuerzo en la fundación de este partido, hoy nos sentimos profundamente lastimados por la actitud de entrega o entreguismo de quienes han venido “regenteando” el partido que fue llamado de la Esperanza y que ahora ya disminuido por una fuga masiva, nos parece que terminará pronto en el ocaso.
Los que están empoderados en el PRD, han equivocado el rumbo; se han aliado en una supuesta estrategia con el gobierno federal que los ha hecho perder militancia; sin saber o imaginar siquiera cuál es el porcentaje que se ha quedado en Morena o que han renunciado al partido que una que una vez fue de símbolo de “esperanza”.
En 1988 escribía que para incontables simpatizantes de ese nuevo partido, representado por el acromático logotipo, en donde los rayos blancos o negros irradiados dejaban a la imaginación personal el color verde que era símbolo de la esperanza que teníamos los mexicanos en el partido incipiente; el rojo invisible, representaba nuestras futuras victorias y, el blanco, el camino de la insurgencia democrática por la que retomábamos el camino olvidado de la Revolución Mexicana representado en esos años de Miguel de la Madrid Hurtado y hasta la fecha, por los dueños del capital económico que aun hoy en día esclavizan al indígena en Baja California, al obrero en las industrias y en la minería, y desde luego, al campesino, que perdió sus tierras cuando el maligno Carlos Salinas de Gortari permitió la privatización de sus tierras.