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Por Víctor Ardura.-
Fue el culmen, el Everest inopinado de una despolítica en materia de educación. La batalla casi campal entre policías y estudiantes de la CUL y MAR –Por si no lo recuerda Coordinadora de Universitarios en Lucha, organización que también representa a un importante número de muchachos rechazados deseosos de hacerse de una formación universitaria-, reducida a su mínima expresión obedeció a uno de esos cráteres informativos que no tienen razón de ser en una administración pública estatal. El motivo de que la Plaza Carrillo se haya convertido durante horas en territorio comanche fue la posible aplicación del CENEVAL. Horas después el secretario general del la Universidad Michoacana, Egberto Bedolla, diría con todas sus letras que no había nada firme en torno de este celebérrimo examen.
¿Exceso de fuerza?, ¿Falta de oficio? Considérelo usted: las fuerzas de seguridad pública respondieron con exceso de fuerza ante un grupo de estudiantes atrincherados en su albergue. Fue una descomunal respuesta si tomamos en cuentan que los estudiantes de la CUL, o los aspirantes de la MAR, se habían organizado para responder como se reacciona en estos casos, con alharaca, mucho ruido y pocas nueces. Como si se tratara de enemigos públicos, las fuerzas de seguridad (sic) rodearon el albergue u respondieron con exceso de violencia. Los muchachos, plenos de energía y nada tímidos a la hora de guerrear respondieron como pudieron y el resultado fue el secuestro, -¡hágame usted el favor, ante elementos policiacos supuestamente bien entrenados!- de un vehículo automotriz oficial.
Cuando ya habían pasado horas de convertir Plaza Carrillo en un bonito espectáculo para el turista en busca de emociones fuertes, de trastocar el tan importante cruce de caminos, los estudiantes informaron que no solamente le estaba la cuestión del; examen del CENEVAL, sino que además se adeudaba las becas en especie para los estudiantes. La unidad secuestrada fue devuelta a las fuerzas del orden, los estudiantes hicieron maletas, y al final el conflicto se desinfló. ¿Valió la pena?, ¿Cómo reaccionará la Secretaría de Seguridad ante posibles y futuras movilizaciones de estudiantes, de transportistas, de maestros?
Educación. Una asignatura
El estirar la liga para que el presupuesto alcance, a veces llega a límites insospechados. Desde que el gobierno federal descentralizó los servicios educativos a principios de la década de los noventas del siglo pasado, lo que se hizo fue trasladar problemas a las administraciones estatales. El gobierno anterior subsidiaba a la administración central en este rubro, y dudo que las cosas hayan cambiado con el gobierno del priista Fausto Vallejo Figueroa. Es por ello que la situación exige un ejercicio de negociación y cabildeo para dejar medianamente satisfechos a las corrientes sindicales y al sindicato oficial propiamente dicho.
El panorama no es menos desalentador para la educación superior. Desde hace diez años las universidades han visto disminuida sus participaciones indexada la inflación, en montos que van de un 30% a 40% según diversos estudios y en apreciaciones de la ANUIES ¿Qué queremos decir con esto? Que los gobiernos panistas no le han invertido a la universidad pública. Que más allá de la retórica militante de sus presidentes, lo cierto es que a las universidades les toca menos dinero, tienen menos capacidad de respuesta para responder a mejoras salariales, a avance en la calidad educativa y ya no se diga, -rubor obliga-, intentar mejorar áreas como posgrados e investigación.
Como se observa el panorama es complejo, de ahí que el buen oficio político se impone ¿Y qué es lo que hemos visto con el entrante gobierno? Discúlpeme el coloquialismo pero puros palos de ciego, cuyo más preclaro ejemplo fue el zafarrancho entre policías y estudiantes del pasado sábado 31 de marzo. Otro más fue el asunto con los estudiantes normalistas.
Todavía recuerdo la afirmación tajante del Secretario de Gobierno, Jesús Reina, cuando un reportero preguntó si habría diálogo directo con el gobernador Vallejo Figueroa “No hay por qué, para eso estoy yo”, dijo, pero al final de cuentas el diálogo se tuvo que dar directamente con el ejecutivo para que se liberaran las unidades del transporte público y se pudieran alcanzar visos, y subrayo la palabra, de arreglo. Lo mismo sucedió con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Y la secretaria de Educación ni de gobierno estuvieron a la altura y la carpeta fue a parar directamente a manos del ejecutivo.
En una última entrevista que mi compañera Gretel Castorena y un servidor transmitimos por un programa de televisión semanal, encuentro cuyo protagonista fue la exsecretaria de Educación Graciela Andrade García pudimos constatar un detalle que se vuelve casi metafórico. Su oficina tiene dos puertas de acceso, una oficial, y otra más de emergencia. Ésta última tiene cuatro cerrojos de esos que parecen de castillos medievales. Graciela me explicó que nunca había recurrido a tales medidas de emergencia, pero lo menciono ahora porque el asunto se presta para una analogía de la política educativa actual: los que ejercen el derecho de picaporte son inútiles y siempre existe la salida de emergencia, pero mucho me temo que es para mantenerla cerrada a cal y canto.
La deuda: ¿Para qué mentir?
Qué caso tiene colocar sobre los atriles mediáticos expediente no del todo confirmado y que tienen, mucho me temo, altas dosis de mentiras. El Secretario de Finanzas, Luis Miranda Contreras, decidió arrojar ante el regazo de la opinión pública información no confirmada ni mucho menos autentificada por las dos auditorías que pudieran arrojar luces sobre el asunto de la deuda pública estatal, la Superior de la Federación y la Superior del Estado. Este funcionario, sin aportar ninguna prueba, afirma que el endeudamiento público heredado por la pasada administración es de 38 mmdp. Es un primer dato que dicho así ciertamente impresiona. Los datos duros son radicalmente distintos. La deuda de tres administraciones no supera los 16 mmdp. Lo que dejó la administración de Leonel Godoy Rangel, aprobada por el Poder Legislativo y registrada ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público es de poco más de 7 mil 500 millones de pesos y así lo dijo enfáticamente en su último informe de gobierno.
Lo demás, como dijo Eduardo Torres, personaje del escritor Augusto Monterroso, es silencio.
En paz descanse
Conocí a Cuauhtémoc García Hermenegildo hará cosa de unos cuatro años. Nuestro contacto, primero profesional, derivó si no en una sólida amistad sí en una de esas relaciones de fraternidad y reconocimiento. Con Cuauhtémoc el Parque Zoológico Benito Juárez, venerable institución con 40 años de edad, mejoró en infraestructura, en número de especies, en investigación, alimentación y cuidado hacia los animales que ahí habitan. Los recorridos nocturnos de fines de semana fueron un feliz hallazgo para acercar a la población hacia el mundo salvaje. Creo recordar que este Zoo está considerado como uno de los mejores del país.
Falleció una persona íntegra y que todavía estaba en funciones como Director cuando contrajo una enfermedad que lo llevó a la muerte. Tenía tan sólo 49 años de edad, y sin duda tenía mucho todavía qué aportar. Su larga agonía la pasó en un hospital privado y por tal motivo la familia contrajo una cuantiosa deuda, según nos informan. Como todavía era funcionario del Gobierno del Estado, y como hay evidencias de que lo suyo fue un riesgo profesional, es de esperar que exista la suficiente sensibilidad de la administración hacia este asunto y que no se tomen en cuenta las voces mezquinas de los trabajadores sindicalizados, -¿Cuándo no?- que intentan desdorar la imagen de este profesionista. No hay que olvidar que lo primero que hizo Cuauhtémoc fue poner a trabajar a los indolentes sindicalizados de este parque.
