En el otoño del 2013, uno de los principales funcionarios mexicanos de bienes raíces publicó un tuit sobre una campaña publicitaria, promoviendo viviendas para mexicanos de bajos recursos. El mensaje de la campaña era simple: “Lo más importante en la vida está en casa”.
También tenía la línea: “Casas con valor” .
El funcionario, Alejandro Murat Hinojosa, sabe algo de casas con valor, especialmente del otro lado de la frontera.
A lo largo de los años, él y miembros de su familia inmediata -empezando por su padre, José Murat, ex gobernador de Oaxaca- han comprado al menos 6 propiedades en Estados Unidos, incluidos dos condominios cerca de un centro de ski en Utah, otro en la playa en el sur de Texas y al menos uno en Manhattan, de acuerdo con registros y entrevistas. En Nueva York, los hijos de José Murat también han vivido por algunas temporadas en uno de los más modestos condominios del lujoso Time Warner Center, frente a Central Park.
La propiedad de las casas ha sido frecuentemente obscurecida, a través de variaciones en los nombres enlistados en escrituras o a través de empresas fachada, de acuerdo con registros examinados por The New York Times. De hecho, el día en que Murat hijo tuiteó sobre el programa hipotecario, se registró una transferencia de 750 mil dólares para un condominio en Boca Ratón, que fue comprado a nombre de su esposa a una entidad llamada Fideicomiso IMRO 2013, según documentos públicos de Florida.
Los bienes inmobiliarios de los Murat contrastan con la imagen de “hombre común” que José Murat, conocido por su poder político y su personalidad explosiva, se esforzó por construir como gobernador.
“Llegué a la gubernatura del estado con mi esposa, Lupita, y mis cuatro hijos”, dijo un año antes de terminar su mandato en 2004. “Y me estoy yendo como llegué, con los mismos pantalones, con los mismos zapatos, con la misma camisa y con el mismo carro”.
Las propiedades de los Murat, que salieron a flote durante una investigación del Times sobre las personas detrás de empresas fachada que poseen condominios en el Time Warner Center, no han sido objeto de ninguna investigación oficial y no hay evidencia de ninguna conducta malvada detrás de las compras. Pero los bienes privados de funcionarios públicos en México han estado bajo un intenso escrutinio, con una fresca ronda de revelaciones y protestas que giran alrededor de la corrupción endémica del país.
El otoño pasado, salió a la luz un escándalo sobre un contratista del gobierno que había construido una casa de millones de dólares para la esposa del presidente, Enrique Peña Nieto. Cuando la esposa del presidente Peña Nieto, Angélica Rivera, dijo que estaba pagando por esa casa con el dinero que ganó como estrella de telenovelas, también reveló que poseía un condominio en Florida. En esa misma época, Peña Nieto dijo que tenía 3.3 millones de dólares en bienes raíces, joyería, arte y otras inversiones. La semana pasada, dijo que un nuevo contralor federal examinaría las compras de las casas de él y de su esposa en México.
Y en diciembre, un funcionario del Infonavit, el instituto de vivienda que dirige Alejandro Murat, renunció después de que circuló en redes sociales una foto de su hijo con un Porsche, lo que detonó un escándalo y el inicio de investigaciones federales. El funcionario dijo que la publicación había sido una broma y que el carro no pertenecía a su familia.
Estas revelaciones se sumaron al enojo extendido por las acusaciones de que policías corruptos estuvieron involucrados en el secuestro y supuesto asesinato de 43 estudiantes, el año pasado, a manos de un cártel de la droga. Mientras se esparcían las protestas, Peña Nieto se tambaleaba. Su partido, el de la Revolución Institucional (PRI), había gobernado el país por 7 décadas hasta el año 2000 y cuando tomó el cargo, hace más de dos años, se había comprometido a borrar el legado de corrupción.
José Murat, el ex gobernador de Oaxaca, ha sido un priista de confianza por mucho tiempo. Su ascenso, desde una infancia en uno de los estados más pobres de México a una posición de agente de poder, que le habla al oído al presidente, es algo de larga tradición. Hubo un fallido, y algunos escépticos dicen falso, atentado contra su vida; una larga campaña para impedir una auditoría sobre gasto estatal; y un historial de tácticas políticas de juego rudo. El señor Murat, quien también fue legislador federal, recientemente elevó de nuevo su perfil al liderar un esfuerzo de la administración de Peña Nieto, para construir una agenda legislativa conjunta con varios partidos.
El hijo de 39 años de Murat, Alejandro, quien es más bien discreto y refinado, trabajó para Peña Nieto en el gobierno estatal antes de ser designado como encargado del sector inmobiliario del gobierno federal. En cierto sentido, el padre y el hijo representan al nuevo y al viejo PRI, aseguró Edward L. Gibson, un profesor de la Universidad de Northwestern que estudió Oaxaca para escribir un libro sobre gobiernos autoritarios.
“Peña Nieto puede ser la nueva cara del PRI”, dijo Gibson, “pero el dinosaurio sigue siendo parte de la coalición”.
José y Alejandro Murat negaron poseer varias residencias en Estados Unidos, rastreadas por el Times.
José Murat dijo que el condominio del Time Warner era propiedad de un familiar. Alejandro Murat dijo que el condominio de Florida era propiedad de su suegra. Sobre otro condominio en Manhattan, del cual los registros muestran que originalmente fue comprado a nombre de la esposa de Alejandro, pertenece a un tío, según dijo él.
En un correo electrónico, José Murat aseguró que las únicas propiedades de su familia inmediata en Estados Unidos eran dos condominios en Park City, Utah. Fueron comprados en 2004 -uno por sus dos hijos y el otro por sus dos hijas- por un total de $690 mil dólares. Al menos uno de los hijos de Murat era un adolescente en aquel tiempo. Pero Murat dijo: “Yo no poseo personalmente ningún bien inmueble, directa o indirectamente, en los Estados Unidos”.
Las propiedades de Murat muestran cómo los mecanismos legales disponibles en los Estados Unidos, para mantener la propiedad de un inmueble sin revelar el nombre real del propietario, puede dificultar el rastreo de dinero. Este puede ser un problema, particularmente para México, el cual, como muchos otros países en desarrollo, tiene una larga experiencia en la fuga legal e ilegal de capitales.
Mexicanos acaudalados están comprando propiedades en Estados Unidos a un ritmo acelerado y sin muchos cuestionamientos, encontró el Times, incluso cuando la seguridad en la frontera se endurece contra los inmigrantes pobres que intentan cruzar a Estados Unidos.
“Tienes a estos gobernadores yendo y viniendo aquí, y tienen inversiones en propiedades de Estados Unidos con dinero hecho en México”, dijo Juan Ruiz Healy, un periodista mexicano que conducía el programa “60 minutos” y ha escrito sobre José Murat a lo largo de años. “Los Estados Unidos nunca les dirán ‘¿de dónde viene el dinero?’”.
EL GOBERNADOR
El intento de asesinato es como mucho de lo que ha ocurrido en la carrera de 40 años de Murat, lleno de drama y sospechas que han quedado sin resolver.
Hay varias versiones de ese acontecimiento, pero la inicial era así: Una mañana de marzo de 2004, el señor Murat estaba afuera del hotel Victoria en Oaxaca, cuando un hombre armado emboscó a la minivan Nissan Quest 1999 en la que estaba Murat, dejando seis agujeros de bala.
“El asunto aquí es que ellos trataron de asesinar”, dijo Murat días después en una entrevista televisada. “Tengo sentimientos encontrados -coraje, rabia- porque lo que ellos querían al final de todo era un cuerpo muerto”.
Aunque el gobernador fue herido levemente, hubo escépticos que creían que había fingido el ataque para impulsar su imagen. El procurador federal emitió un comunicado en el que cuestionaba algunos detalles del ataque. Durante la investigación federal, Murat repetidamente tardó en dar su declaración y el procurador general (NT: en ese entonces era Rafael Macedo de la Concha) le pidió a un juez órdenes de aprehensión contra siete personas que habían respaldado al gobernador, bajo los cargos de falso testimonio y alteración de la escena del crimen.
El asunto se disipó después de que Murat demandó al Congreso que se iniciara un juicio contra el propio procurador.
Ese episodio ocurrió al final del mandato de Murat, pero para entonces ya había mucha intriga alrededor de él, construida durante décadas en la política.
Murat creció en Ciudad Ixhuatepec, en el montañoso y pobre estado de Oaxaca, donde sus padres trabajan en una tienda. Estaba en una escuela de la ciudad de México cuando ocurrió la masacre de Tlatelolco, en 1968, cuando el ejército y la policía apuntaron sus armas hacia estudiantes que protestaban. Mientras que los estudiantes se enfurecieron contra el PRI, Murat se unió a un grupo progobierno y conoció a otros leales al partido, incluido Fidel Herrera Beltrán, el futuro gobernador de Veracruz, con quien mantiene una amistad cercana. Murat siguió teniendo varios trabajos en el PRI, incluyendo puestos como vocero del partido y representante del partido en varios estados.
“Era sólo un funcionario de mediano nivel”, aseguró Federico Estévez, un profesor de ciencia política del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). “Pero tenía las relaciones correctas”.
Documentos de una ex agencia de inteligencia en México, que ponía atención en muchos enemigos y amigos del gobierno, sugiere que desde muy temprano Murat causó algo de controversia.
Los documentos, disponibles en el archivo nacional, contienen reportes no verificados. Uno reportó una visita del candidato presidencial del PRI a Oaxaca, en 1982, al cual Murat representaba como legislador federal. Los residentes del lugar circularon una carta firmada por tres políticos locales, diciendo que Murat había puesto a sus amigos y familiares en oficinas públicas en un esfuerzo por “cubrir todo” e imponer “una dictadura sobre las personas”.
Más allá de las conexiones, Murat tiene cierta bravuconería y una presencia física imponente. “Era del estilo de Lyndon Johnson”, dijo el profesor Gibson de la Universidad de Northwestern. “Se ponía de pie, se mantenía erguido frente a ellos y sólo los amenazaba con su tamaño”.
En 1998, Murat, que entonces tenía 50 años, fue elegido para un periodo de 6 años como gobernador de Oaxaca. Los gobernadores de México tienen un poder considerable, sobre todo porque administran una gran cantidad de recursos federales a discreción, especialmente en los estados más pobres como Oaxaca.
Pero ha habido muy pocas revisiones sobre cómo se gasta ese dinero y Murat se ganó una reputación de haber controlado muy de cerca la distribución de fondos federales para funcionarios locales, como una manera de mantener poder.
Manuela Garza, quien trabajó en la oficina de planeación, dijo que “la distribución de políticas y todo ello no era equitativo”. Como parte de su trabajo, la señora Garza visitó pueblos donde la gente vivía sin energía, agua o servicios de salud, y dijo que la percepción era que Murat “no tenía a la gente como prioridad, que estaba dirigiendo dinero hacia sus regiones”.
Poco después de que Murat se convirtió en gobernador, una nueva comisión federal comenzó a auditar el uso de fondos federales en Oaxaca. El Congreso mexicano también aprobó una revisión al dinero que el estado había empezado a repartir a un puñado de empresas, de acuerdo con registros del Congreso.
Por años, Murat y otros gobernadores se han quejado que las auditorías federales son una extralimitación del poder. Cuando la agencia auditora mandó funcionarios a Oaxaca, Murat los bloqueó. Los auditores tuvieron acceso sólo después de una batalla legal que llegó hasta la Suprema Corte, pero para entonces Murat ya había dejado el cargo. Su mandato jamás sería auditado por completo.
A lo largo de los años, Murat y su familia han enfrentado cuestionamientos periódicos sobre sus finanzas.
En un correo electrónico recientemente enviado al Times, Murat dijo: “Como es ampliamente conocido en México, mi familia y la familia de mi esposa, quien murió en el año 2000, tienen muchos bienes y recursos de ingresos. Este patrimonio ha sido construido por generaciones con trabajo duro y no está relacionado con mi servicio público”.
Documentos y entrevistas muestran que a lo largo de su carrera, Murat ha recibido salarios modestos en cargos de partido y que también realizó algo de trabajo como abogado privado. En la época en que ganó la primera elección como legislador federal, en los años setenta, reportó ingresos totales por 25 mil pesos, o cerca de $1,100 dólares al mes. Su salario como gobernador alcanzó apenas $11 mil 500 dólares al año -además de un bono cuyo monto no fue revelado.
Su cuñado, Mateo Jiménez, dijo que la familia Murat es “más o menos de clase media” y que él sabía que no hubo grandes herencias de los padres de Murat. Al principio de la carrera de Murat, aseguró que su madre vendía artículos para el hogar desde su casa.
Cuando Murat era gobernador, la revista mexicana Proceso escribió que él y sus adjuntos habían experimentado un “enriquecimiento ilícito”. Él tenía una relación de especial rudeza con el diario local Noticias, que publicó un reportaje en el que cuestionaba de dónde había obtenido dinero su madre, Juana Casab.
Ericel Gómez Nucamendi, el editor del periódico, dijo en entrevista que él creía que el gobernador tuvo un rencor contra él por mucho tiempo, por haberse rehusado a vender su parte del periódico.
“Él quería tomar el periódico”, dijo Gómez, quien ahora es un político en Oaxaca. “Me ofreció comprarlo y regresármelo cuando ya no fuera gobernador”.
Otro empresario local, Humberto López Lena, aseguró en entrevista que Murat le propuso actuar como su representante para ganar una parte de los negocios en Oaxaca. López Lena dijo que después de que Murat fue elegido, el gobernador le dijo: “tienes una buena imagen y puedes ser mi representante”.
López Lena dijo que Murat se lo pidió en varias ocasiones más y él repetidamente se negó.
Recientemente, Murat se ha visto envuelto en una controversia con otros dos ex gobernadores, incluido su amigo de los setenta, Herrera, de Veracruz. Esa controversia se centra en una denuncia interpuesta por un activista y abogado de Chiapas, quien acusa al ex gobernador de ese estado de manipular negocios para beneficiar a compañías constructoras. El abogado, Horacio Culebro, ha dicho que Murat y Herrera tienen intereses en esas compañías.
En el verano de 2013, legisladores de oposición urgieron a la procuraduría a revisar esas acusaciones, con una declaración, “lo que vemos es una gran red de corrupción que involucra a ex gobernadores”. Un tribunal federal está decidiendo si un procurador estatal puede revisar la evidencia. Herrera y Murat han negado cualquier involucramiento. Mientras tanto, Culebro ha declarado que ha recibido amenazas en su celular y en Facebook. “Hago responsables a José Murat Casab y a Fidel Herrera Beltrán de lo que me pueda suceder”, dijo.
Al responder a preguntas escritas sobre su gubernatura -incluyendo las acusaciones de López Lena, Gómez y Culebro- Murat escribió un correo electrónico: “la mayoría de sus preguntas están basadas en la suposición falsa y calumniosa de que hice algo corrupto. Por lo tanto no merecen respuesta”.
COMPRAS EN EU
Murat y su familia compraron propiedades en Estados Unidos a lo largo de su carrera política. En 1984, Murat y su hermano, Karim, compraron un condominio en la Isla del Padre, al sur de texas, un destino vacacional popular entre mexicanos, de acuerdo con registros públicos de propiedad.
La compra siguió un patrón recurrente usado por muchos mexicanos con recursos.
“Los Estados Unidos y tal vez Suiza son los dos principales lugares donde los mexicanos ricos han estado depositando”, dijo Mauricio Cano, un abogado de la ciudad de México que escribió un libro titulado “Teoría de Juegos y Evasión Fiscal” y aconsejó a amigos de Murat sobre un negocio de bienes raíces en Manhattan.
Poco después de haber comprado el condominio en la Isla del Padre, los hermanos Murat compraron una casa en las cercanías, en Brownsville. En ambos casos, usaron sólo su apellido materno en las escrituras -lo cual quiere decir que el nombre de José Murat aparece sólo como “José M. Casab”.
Las escrituras, archivadas en el condado de Cameron, muestran el domicilio de su hermana en Brownsville, donde su esposo posee un edificio ocupado por un club nocturno. En documentos políticos y otros registros públicos, Murat ha alternado entre usar “Casab” y un apellido que es más común en México, “Casas”.
El Times encontró que antes de los años 90, el hermano de Murat, Karim, y su madre, Juana, empezaron a comprar propiedades en Michigan, donde ella tenía familiares. Ellos tienen cuatro propiedades ahí, entre ellas una modesta casa en un suburbio, un condominio, un terreno y una propiedad comercial. Un primo, Alfredo Casab, un abogado de Michigan, confirmó que Karim y Juana estaban relacionados con el ex gobernador.
Justo cuando el periodo de Murat como gobernador estaba culminando, en 2004, sus hijos compraron los condominios en Park City, Utah, donde a la familia le gusta esquiar, y pusieron sus nombres en las escrituras.
Los mexicanos están entre aquéllos que han estado usando, cada vez con mayor frecuencia, compañías fachada y fideicomisos para mover dinero más allá de sus fronteras, aseguró Geralda Buckley Kral, una asesora de riqueza que vive en Zurich. Esos mecanismos dan privacidad y hasta pueden también facultar a una persona para negar la propiedad. “Si se le cuestiona de estos bienes, él puede decir que legalmente no los posee, porque no los posee con su nombre”, dijo la asesora.
Kral dijo que ayudó a crear un fideicomiso para una familia mexicana llamada Herrera, que fue usado en 2007 para comprar un condominio en el número 40 Este de la Calle 55, un pequeño edificio justo al lado de la 5a Avenida, cerca del Museo de Arte Moderno y de Central Park. La escritura muestra el nombre del hijo de Fidel Herrera, el amigo de Murat, como representante de la compañía fachada que compró el condominio.
Después de que los departamentos fueron actualizados y convertidos en condominios en 2007, los Herrera y otras cuatro familias mexicanas tomaron otras cuatro unidades que sumaron un total de $6.1 millones de dólares. “Todos ellos eran amigos de los amigos”, dijo Louise Phillips Forbes, una corredora inmobiliaria de Halsted Property que llevó a cabo las ventas.
“Durante varios años he instalado a muchas, muchas familias ricas mexicanas y lo que me han dicho es que muchos de ellos fueron educados en Estados Unidos y que muchos de ellos tienen su residencia aquí”, dijo Forbes. “Ellos trabajan en casa (NT: en México), pero vienen aquí todo el tiempo”.
La esposa de Alejandro Murat, Ivette Morán, compró la Unidad 6C, de acuerdo con el registro de propiedades de la ciudad de Nueva York. Al lado de su departamento, según los registros, está una Unidad comprada por Melissa F. Alcántara, la hija de la novia de José Murat.
Subiendo las escaleras está una Unidad comprada por una empresa fachada, pero que en los registros de propiedad incluye el nombre del hijo de Fernando Margáin, el ex alcalde de San Pedro Garza García en el norte de México. Otro propietario en ese edificio es Víctor Manuel Álvarez Puga, quien tiene un despacho de contabilidad en México.
A pesar de los registros públicos que contienen sus nombres, los hijos de Herrera y Margáin dijeron al Times que ellos simplemente estaban haciendo trabajo legal para los actuales propietarios, a quienes no identificarían. Pero en ambos casos, miembros de la familia registraron teléfonos en esas unidades.
Para los Murat, el condominio de la Calle 55 significa que tienen dos lugares para quedarse en Nueva York. “El Time Warner fue antes del número 40 de la Calle 55”, dijo la señora Forbes. “La familia de Alejandro es propietaria en el Time Warner”.
El condominio del Time Warner, usado por los Murat, es propiedad de una empresa fachada llamada Nivea Managment, la cual fue registrada en las Islas Vírgenes Británicas.
El condominio, comprado por $1.76 millones de dólares, fue uno de dos que se vendieron juntos el 12 de enero de 2004; el otro costó $3.68 millones de dólares. Pero es difícil saber de quién es el dinero que está detrás de cada empresa fantasma.
John Zampino, el abogado que registró ambas compañías (NT: no es claro a cuáles compañías se refiere), declinó a identificar a los compradores, pues dijo que su trabajo requería discreción. “Es una situación muy delicada y puedo ser criticado. No puedo decir a quién represento”, dijo el abogado.
Ambas transacciones fueron llevadas a cabo por el despacho de abogados en bienes raíces Ira Berman. La firma hacía “robo-firmas” (NT: un esquema de autorización de documentos sin una revisión de datos, que llevó a una crisis en el sector bancario en el año 2010) y no revisaba los antecedentes de los compradores, de acuerdo con un ex abogado de esa firma, que pidió no ser mencionado por temor a dañar su reputación. Berman, quien cumple una condena en la cárcel por ser un inversor “Daytrader” con los depósitos de sus clientes, se rehusó a decir si su despacho revisó los antecedentes de sus clientes y dijo no recordar las ventas del Time Warner.
Soozy Katzen, un agente de bienes raíces en Fox Residential Group, que administra las rentas de uno de los dos condominios, dijo, “no hay manera de que puedan contactar a los dueños, ellos compran bajo nombres de compañías para no revelar su identidad”.
Pero sí dijo que el dueño del condominio del piso 57, después de que originalmente había planeado rentarlo, dejó que su hijo lo usara.
De hecho, Alejandro Murat, quien entonces cursaba un posgrado en Columbia, comenzó a usar ese condominio, de acuerdo con registros revisados por el Times. José Murat confirmó que su hijo vivió ahí en el verano de 2005.
En cuanto la propiedad del condominio, personas que conocen el edificio dijeron que supieron que había sido comprado por un grupo de mexicanos, incluido un empresario de nombre Guillermo Vogel Hinojosa.
José Murat dijo en su respuesta a un cuestionario que el condominio era propiedad del señor Vogel. Vogel, quien no quiso hablar sobre las propiedades, es primo de la esposa fallecida de Murat.
EL JEFE DEL SECTOR VIVIENDA
Manifestantes se reunieron afuera de la iglesia del siglo de 16 de Oaxaca, en el año 2013, mientras amigos y familia iban al bautizo y primera comunión de las hijas de Alejandro Murat.
“Repudio a José Murat”, decía una pinta, de acuerdo con reportes de prensa de aquel tiempo. Otra llamaba a José Murat una “rata de dos patas”, que en el caló mexicano significa ladrón.
Los Murat pasaron mucho tiempo fuera de Oaxaca, pero mientras Alejandro se ha erigido como un contendiente para la gubernatura de Oaxaca en las próximas elecciones, se han agitado algunas tensiones de antaño contra la familia.
Queda una pregunta abierta en los círculos políticos, sobre qué tan independiente es el hijo del padre.
“Alejandro tiene sus propios méritos y la figura de su padre puede ser incómoda algunas veces”, afirmó Dulce María Sauri, una ex líder nacional del PRI.
Alejandro Murat ejerció la abogacía por algunos años antes de trabajar para el Estado de México, donde Peña Nieto fue gobernador, y luego se convirtió en la cabeza del Infonavit, que administra préstamos e hipotecas para un gran número de trabajadores mexicanos.
Todo el tiempo, la familia ha tomado medidas para obscurecer la propiedad de varios bienes en Estados Unidos.
La esposa de Alejandro Murat, Ivette Morán, compró un condominio de $1.18 millones de dólares en el Este de la Calle 55, usando su apellido materno. Las escrituras dicen “Ivette M. Rodríguez”, pero en una ocasión se lee “Morán” bajó su firma.
En 2011, mientras su esposo estaba trabajando para el Estado de México, la señora Morán transfirió la propiedad, sin costo alguno, a un fideicomiso llamado Himo LTD. Esa transferencia fue llevada a cabo por el señor Zampino, el abogado que también creó la compañía fachada que posee el condominio del Time Warner usado por los Murat (Zampino dijo que nunca trabajó para esa familia).
En una declaración enviada por el instituto de vivienda, Alejandro Murat dijo que el condominio de la Calle 55 pertenece a su tío, José Hinojosa. El nombre del señor Hinojosa está en la primera dirección relacionada con una hipoteca temporal del condominio, pero Ivette Morán Rodríguez aparece como la prestataria. Ella también aparece en la escritura como presidenta del Fideicomiso Himo y firmó en la línea de compradora.
La declaración también dice que el condominio de Florida pertenece a su suegra. Pero el condominio fue transferido a un Fideicomiso a finales de 2013, en el que su esposa aparece como fideicomisaria. Hubo dos hipotecas sobre el condominio, una firmada por Alejandro Murat y su esposa y la otra firmada por su esposa.
Al finalizar el año pasado, el día después de que el Times contactó a los Murat con una solicitud adicional de entrevista, los hijos de José Murat transfirieron sus condominios de Utah a empresa fachada. Ambas compañías -XILA Company y LOMA AEAI- fueron creadas en Florida en el año 2013 por la esposa de Alejandro Murat. La dirección de una de esas compañías era la del condominio de Florida.
La hija mejor de Murat, Lorena, es la que ha estado más recientemente en el Time Warner Center, viviendo ahí por dos años y estudiando moda en la Nueva Escuela de Diseño Parsons. Ella administra un blog de moda llamado The Fancy Archive. Ese sitio de internet muestra como domicilio el condominio del Time Warner.
Louise Story reportó desde Nueva York y Alejandra Xanic von Bertrab desde Oaxaca, México.
Con información de Aristegui Noticias