Artículo de Fondo por Ignacio Martínez.- Sus caras las notaba ciertamente extrañas, su expresión parecía no del todo contenta, sus movimientos eran lentos, pesados, daba la impresión que buscaban pero que no encontraban, iban de un lado a otro en un terreno ciertamente desconocido rodeado de diversos tipos de árboles que podrían convertirse en trozos de carbón sí ellas así lo hubieran decidido.
Mujeres que le han dado gloria a Michoacán, ya sea en Morelia, en Roma, en París, en la Ciudad de México o en Johannesburgo, mujeres que saben crear el fuego, mujeres que convierten el maíz en masa, mujeres que con sus manos hacen magia, mujeres que en base al apoyo de la autoridad lograron que se convirtiera la comida michoacana en patrimonio de la humanidad.
Mujeres que con orgullo se dicen Cocineras Tradicionales, mujeres que se han convertido ya en Maestras Cocineras Tradicionales.
Mujeres que hoy se preguntaban que dónde estaba su secretario de Turismo, aquel joven que se había ganado su difícil confianza con el paso del tiempo, pero con su cercanía, su decisión, su apoyo, su visión ellas se habían tornado en elementos fundamentales de la mismísima promoción turística del Estado de Michoacán.
Una de ellas me confió: “Yo le puedo asegurar que donde yo me senté en el avión era lugar del secretario”.
Pero ¿por qué la molestia de esas mujeres curtidas por el fuego y ganadoras de miles de batallas en la cocina?
Por primera ocasión en la joven vida de las Cocineras Tradicionales estaban fallando en la elaboración de los platillos que se habían comprometido, hoy no tengo ni siquiera para hacer un pozole con amargura clamaba una de ellas, la leña estaba mojada me dijo otra.
¨Pedí ajo y como respuesta me han traído un diente de ajo” estiraba la mano mostrándome sobre su palma el famoso diente de ajo, “¿cree que con un diente de ajo voy a poder cocinar lo de hoy?”.
No se por qué nos cambiaron de secretario y traen a uno que se cree mucho.
Le voy a platicar finalmente susurró una de ellas:
“Estábamos reunidas todas para preparar la presentación en Xcaret con el Secretario de Cultura, yo empecé a hablar, ya sabe como soy de dicharachera, les explique como iba a cocer mis alimentos y como respuesta de este señor estirado fue corregirme que no se decía cocer, sino se cuece, entonces yo le empecé a hablar en purhépecha y utilice la palabra niniaka, que la utilizamos para hablar de cómo se cuecen los alimentos, entonces él me dijo que no me entendía que le hablará en español, yo le dije que me sentía ofendida por la forma que me había corregido por no saber utilizar la palabra cuece, mis compañeras gritaron y me aplaudieron, él se quedo callado y ya no dijo más, será muy culto este señor, pero nos debió corregir y tratar de otra manera no tan estirado como es”.
De todos modos estirado o no vamos a hacer nuestro trabajo y será de calidad, Roberto nunca se ha portado así con nosotras, siempre nos ha dado nuestro lugar y nos ha respetado, pero hay una mujer que nos regaña y nos grita, creo es en culturas populares, estoy segura que ella nunca ha cocinado y ni siquiera sabe nuestros nombres y quienes somos.
Valdría la pena que la Secretaría de Cultura sí asume el papel olvidado por años en Michoacán lo haga con tacto y con delicadeza, se critica al Secretario Marco Antonio Aguilar Cortés es un secretario simplemente de escritorio, un día del año que sale de su oficina se enfrenta a la desorganización de su equipo que ni siquiera puede con el temperamento de nuestra cocineras tradicionales.