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Por qué no el PRI

Por Noemí Avilés.-

Puedo estar equivocada pero percibo una suerte de rechazo subterráneo contra la candidatura de Enrique Peña Nieto. Me explico: en la televisión aparece todo el tiempo, el trato que le dan en la prensa digital, si bien es más crítico que en los espacios de televisión, al final del día hay más cobertura de Peña Nieto que de otros candidatos, (no en  todos los medios sucede y tal vez son los casos de Excélsior y la Jornada, en donde le han dedicado espacio en primera plana al candidato de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador), pero si nos vamos a las redes sociales el asunto es otro.

Hay distintas coberturas que no se agotan en las del emergente movimiento juvenil #yosoy132 si bien esta instancia es clara en sus pretensiones, que no es otra que haya una mayor transparencia y manejo informativo, por internet el rechazo a Peña Nieto es apabullante. Grasejadas, historias humorísticas, frases ingeniosas, etcétera. Podemos decir que se trata de esas figuras que antaño se usaban para que los clientes, los paseantes, pagaran unas monedas con el fin de haber si le atinaban a darle un pelotazo.

Por primera vez empiezo a desconfiar de la pertinencia de las encuestas. Cuando dicen que Peña Nieto va arriba y yo me encuentro abajo tantas y tan numerosas expresiones de rechazo, no puedo menos que pensar que algo está sucediendo en este país, que se hablan distintos lenguajes, que existen diversos canales de información. ¿Cuál ganará? La moneda está en el aire.

Los tropiezos de Peña Nieto, sin embargo, han sido constantes. Basta recordar el más reciente, cuando el priista aceptó ir a una reunión con el movimiento que encabeza Javier Sicilia, y ante las acusaciones directas que le hicieron los mismos mexiquenses, concretamente los que vivieron y viven lo de Atenco, no tuvo más remedio que admitir, que sí, que hubo un exceso en el uso de la fuerza pública en contra de estos ciudadanos. Y más todavía tragarse la apreciación de Javier Sicilia que no le crei, que no hablaba con el corazón y que lo suyo era puro rollo al viejo estilo del PRI. Zagas observación la de este hombre.

Yo no creo en el PRI y cuando digo esto a veces tengo problemas y discuto mi postura. Desde antes de que Fausto Vallejo ganara las elecciones, dije que me parecía que eL PRI no tenía propuesta y sí mucha rabia acumulada contra el PRD y todo lo que representa.

Han pasado más de cien días de gobierno y lo que hemos visto es una forma personal de gobernar. No hay proyecto de política social, en educación se rumora que existe la intensión de echar para atrás la gratuidad educativa en todos los niveles, no nos han dicho cómo le van a hacer para crecer en empleo o para aplicar políticas de género.

No nos han dicho de qué manera van a tratar a los grupos especiales, a la diversidad sexual, a la gente con capacidades diferentes. Lo que sí nos han dicho con todas sus letras es que son tremendamente intolerantes, que no tienen el dominio de la información trascendente y de seguridad en la entidad o que se declara enemigo a todo aquello que signifique cuestionamiento.

O no es intolerancia el trato que le dieron a los muchachos de cuatro Casas del Estudiante. Pórtense bien o me los… ¿Y qué decir del ánimo persecutorio en contra de funcionarios de la pasada administración? El priista Fausto Vallejo se la ha pasado de qué manera articular esta andanada de desprestigio en contra de sus adversarios políticos. Y para tal fin no duda en violentar la Constitución, las leyes vigentes, crear un Comité Ciudadano al margen de la ley y darle facultades de Auditoría a quien no la tiene. Es más: no ha cumplido con los acuerdos de dar toda esta información que generosamente filtra en la prensa y declara voz en cuello.

En una democracia gana las elecciones quien tuvo mejor estrategia y supo convencer al electorado. Es obvio que el candidato de las izquierdas falló en ese sentido. Pero en la democracia es así, se pierden o se ganan elecciones. Ya no es como antes, -o al menos no lo es tanto-, cuando la vieja maquinaria política se echaba a andar con vagas promesas de mejora económica inmediata. Fausto Vallejo y Enrique Peña Nieto guardan una amistad de años atrás. Piénselo un poco ¿A usted le gustaría un país que funcionara como lo ha hecho en la entidad en esto primeros cien días de gobierno? A mí no.

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