Columna política «REPERCUSIONES», por Samuel Maldonado B (14-VII-14) .- Israel es un Estado relativamente joven pues su existencia como país tiene sus orígenes en los inicios de la primera guerra mundial, cuando el imperio Británico determinó instalar, en territorio Palestino pero gobernado por los ingleses, ese pueblo nómada, errante, sin territorio alguno desde épocas remotas y que se le identifica históricamente con la ciudad de Jerusalén, ubicada frente a las costas del Mar Mediterráneo, tierra de tránsito de diferentes tribus desde los tiempos bíblicos.
Desde siempre, desde siglos atrás, los “judíos errantes” habían querido llegar a Eretz Israel, a su Tierra Santa, a su Tierra Prometida, localizada en el centro prácticamente del territorio robado a los árabes musulmanes. Poco a poco los judíos se fueron asentando en Jerusalén, de tal manera que con el respaldo del país más poderoso del orbe, los musulmanes ubicados allí, prácticamente desde siempre, vienen siendo despojados de sus tierras por un capricho de conquistadores.
Como en los cuentos infantiles, Judíos y Árabes vivían en santa armonía, pero poco a esa paz se rompió cuando ese territorio fue dividido en dos por la voluntad imperial de La Sociedad de Naciones (ahora OO,NN.) al margen de los palestinos, votaran ”abrumadoramente” por la partición del país sin considerar las consecuencias futuras.
Señalemos que no somos ignorantes de la tragedia que por siglos han vivido los judíos; sabemos que éstos padecieron los sultanatos en España o Portugal y desde luego, que conocemos de la tragedia que han vivido principalmente en lejanos tiempos y, sobre todo, durante la Segunda Guerra Mundial, en la que verdaderamente se cometió un crimen de lesa humanidad con este pueblo histórico.
Pero, ¿lo anterior, justifica el comportamiento actual del gobierno judío en contra del pueblo palestino? ¿Acaso esos bombardeos actuales que sufren los palestinos por parte del gobierno nazista judío no se parecen a la tragedia y al holocausto que ellos sufrieron a manos de los nazis?
Terminada la primera guerra mundial, una propuesta británica que impulsaba la creación de un Estado Judío en el territorio señalado mismo que estaba bajo la jurisdicción y dominio de Inglaterra, llegó al seno de La Sociedad de Naciones, y autorizada por esa Sociedad Imperial, se dividió arbitrariamente el territorio musulmán en dos partes, dejando a los árabes el 48 % y el 54% de superficie para los judíos).
Ese organismo unilateral e imperial, declaró en 1948 la independencia de Israel, por lo que casi en automático, los árabes se inconformaron y comenzaron la primera guerra que los llevó a perder más superficie territorial. Desde esa fecha el gobierno judío ha venido arrebatando al pueblo Palestino más y más territorio, tanto que ahora los árabes viven pero de milagro y acosados en tan pequeño espacio.
A Palestina los judíos fueron llegando uno a uno hasta llegar a 600 mil en 1943. De Rusia salieron para llegar a Jerusalén, entre 1987 y 1991, casi 400 mil judíos. De todas partes del mundo, continuaron llegando y ese espacio tan pequeño de territorio ya no alcanzo para los judíos errantes, lo que provocó un factor más para seguir acosando a los árabes musulmanes y seguirles quitando más y más territorio.
Ciertamente, la historia de los judíos y su sufrimiento como desterrados es larga y penosa, pero como Estado es corta y ruin; se inserta en frecuentes enfrentamientos con sus vecinos, contado siempre con el apoyo incondicional del imperialismo norteamericano, que le brinda, enormes recursos económicos, alta tecnología, equipamiento militar sofisticado, vigilancia estratégica satelital y, desde luego, asistencia político administrativa.
En gran medida los conflictos que se han presentado en el Medio Oriente, se deben al respaldo incondicional que nuestros vecinos le otorgan y que han transformado a Israel en una nación impulsora de crímenes de lesa humanidad que nos hacen recordar el exterminio del que fueron víctimas a manos de los nazis. Por esa letal conducta del gobierno Judío, recientemente Francisco I, papa de Roma, llegó a la capital de Jerusalén, denominada “Santa” y llegó hasta el muro de las lamentaciones, con el propósito de orar y lograr un entendimiento que permita tanto al pueblo palestino, ahora despojado de su territorio, como a los judíos, vivir en Santa paz.
Los judíos emigrados de todas partes del mundo, están en Tierra Santa, en la Tierra Prometida, así llamada por ellos mismos desde tiempos inmemorables; pero en ésta, no han sabido ni querido vivir en santa sea la paz. Se saben protegidos por el país más poderoso que le conviene tener un territorio propio en el Medio Oriente.