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Ser o no ser

 Columna Política «REPERCUSIONES», por Samuel Maldonado B.- “Haiga sido como haiga sido”, lo cierto es que Enrique Peña Nieto funge como Presidente de la República y el ex rector de la Universidad Michoacana -hasta hace unos pocos días- es EL Gobernador Interino, nombrado por mayoría en el Congreso del Estado.

No debiera sorprender a nadie tal determinación de los legisladores, que afortunadamente recayó en una gente ilustrada, pues es una realidad que las condiciones imperantes en el país son lo suficientemente anárquicas para que suceda lo inverosímil. Por ejemplo, se entiende que en el Poder Judicial de la Federación, el Magistrado Presidente en turno, debiera tener muchos y buenos atributos personales, independientemente de sus conocimientos filosóficos que le obliguen  a ser imparcial en sus determinaciones o juicios administrativos, pero se ha dado el caso de más de alguno en lo particular que ocupando ese honroso cargo y muy bien remunerado “se despachaba amorosamente a algunas de sus colaboradoras, con las que, ya no al frente de ese poder, litigó en contra de quien le exigía una pensión alimenticia y, en su defensa, acusaba que era víctima de una extorción. Lo demás es una historia penosa de un Magistrado de quien  se pensaba y se suponía, muy honorable.

Otras figuras políticas como los representantes de la Nación, o los gobernadores  de los Estados, tienen como obligación suprema, ser independientes del Poder Ejecutivo y hacer, los segundos,  respetar la Soberanía de sus Estados, pero unos y otros han caído, lamentablemente,  en una subordinación del Poder Ejecutivo.

La realidad política nos indica pues, todo lo contrario a lo que deben ser los poderes. Ya  en la práctica, la mayoría de los miembros del Poder Legislativo, están sometidos al Presidente de la República y en lo general, los gobernadores se deben a quien los nombra, salvo sus excepciones a la regla.

Dese cuenta el lector, por ejemplo, que los actuales legisladores de prácticamente todos los partidos, ya no se dedican tanto a legislar, sino que ni siquiera saben lo que con profundidad significa esta posición de elección popular. Disponen de todo su espíritu no para su obligación constitucional, sino para regalar despensas, entregar tractores, impulsar obras públicas, dar bultos de cemento, láminas de cartón y hasta “despensas” alimentarias, por lo que en lugar de llamarlos legisladores debían denominarse como “gestionadores de obras y servicios”, sin necesidad de que despacharan en las lujosas instalaciones como las del Senado de la República, que además, le salen súper caras  a los mexicanos. Desde luego que también hay excelsas excepciones, en las que solo unos pocos buscan realmente ponerse al servicio de quienes los eligen.

Pero yendo al fondo de este artículo e independientemente del cómo haya sido nombrado el Dr. Salvador Jara, lo importante es que es Gobernador y que debe, como primera obligación Constitucional, sin necesidad de entrar en conflicto con el Poder Ejecutivo, ejercer sus funciones como lo indica todavía la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Michoacán de Ocampo.

To be  or not To be”. ¡Ser o no ser!, decía Hamlet en su soliloquio  de la obra de Willian Shakespeare. Y “el ser” para el Dr. Jara, y desde luego, para los michoacanos,  es lo más importante. Es un verdadero reto, sobre todo por las dos características terribles por las que atraviesa la administración del Estado: un endeudamiento fuera de la capacidad de pago y la inestabilidad social, que lo atan a las decisiones tomadas desde el Palacio Nacional. No obstante lo anterior, el ex Rector, tiene los arrestos para hacer frente a esta problemática y la inteligencia para lograr imponer sus ideas sin entrar en ningún conflicto con nadie en lo particular.

“¡Ser o no ser, esa es la cuestión!. ¿Qué es más noble para el alma sufrir los golpes y las flechas de la injusta fortuna o tomar las armas contra un mar de adversidades y oponiéndose a ella, encontrar el fin?” (Hamlet. Acto tercero, escena primera).

 

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