Columna Política «REPERCUSIONES», por Samuel Maldonado B. (09-VI-2014).- La semana anterior, el fundador del PRD, Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano expresó que el líder del nuevo partido en formación, llamado hasta ahora “Movimiento de Renovación Moral “debió apoyar a las izquierdas en una candidatura común en lugar de formar otro partido”. Al respecto, la contestación del tabasqueño fue como suele hacerlo: acre, dura, corrosiva o violenta, de tal manera que para tratar de suavizar sus declaraciones, agregó, que “sin ánimo de ofender” dejó de ser militante del PRD “porque los dirigentes de ese partido apoyaron a Enrique Peña Nieto”.
Es más, en Tecpan, Gro, subió de tono declarando que “el Partido de la Revolución Democrática traiciona a los mexicanos y es alcahuete del régimen de corrupción, de injusticias que tanto daño le han hecho al pueblo de México”.
Tengo la suerte (no sé si mala o buena) de conocer al oriundo de Tabasco y de haberlo tratado cuando comenzaba a interesarse en ser gobernador de su estado y se vio obligado prácticamente a realizar una caminata desde Villahermosa hasta la ciudad de México a efecto de denunciar las arbitrariedades políticas del PRI, partido al que pertenecía. Años más tarde (1997), fui coordinador de su campaña por alcanzar la Presidencia Nacional del PRD en el Estado de Guerrero, por lo que afirmo que ¡bien que lo conozco!
Desde 1975 he tenido la fortuna de conocer y tratar al Ingeniero Cárdenas y señalo que él supo de mi existencia cuando a través de un recado escrito a mano le dejé en su oficina de la Ave. Melchor Ocampo, en la ciudad de México. Intervino, en efecto, para que la Comisión Federal de Electricidad, empresa en la que laboraba, me extendiera un permiso para ausentarme de mis funciones y poder trasladarme a la Universidad de Kobe, en Japón, para realizar estudios de postgrado.
Porque conozco a Cuauhtémoc Cárdenas, principal fundador e ideólogo del PRD, afirmo que es una gente muy respetuosa de los demás, con una preparación y educación mucho mejor que la de AMLO y que su presencia y actividades en la vida política nacional han sido y son un ejemplo que debiéramos seguir los que realmente tenemos interés en que nuestro país se desarrolle armónicamente y sin la tutela e intervención de ninguno gobierno extranjero.
Desde Tecpan, Guerrero, Andrés Manuel López Obrador expuso las razones por las que ya no milita en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) e indica que: “es un partido que traiciona a los mexicanos y además es alcahuete del régimen de corrupción”. A éste partido se sumó López Obrador; de éste fue Presidente Nacional y de éste se salió por la puerta más fácil, sin hacer el esfuerzo de reencausarlo por el sendero que trazó Cuauhtémoc Cárdenas.
Fue Andrés Manuel ( a lo mejor debiera escribir su nombre con minúsculas) candidato y jefe de gobierno del D.F. impulsado por el partido que ahora critica y ultraja y, además, dos veces candidato a la Presidencia de la República por el mismo partido al que ahora indica que “¡traiciona a los mexicanos!”
La traición en los hombres se va anidando poco a poco y ocurre por diferentes motivos y uno de éstos, en el PRD, es por el reparto de los panes. Ciertamente las tribus que controlan la dirigencia dejan para sus mafias las posiciones plurinominales y así fue cunado El Peje le tocó ser el presidente del PRD. En esa época, nunca conocí una denuncia al respecto formulada públicamente por AMLO.
Pero, lo que menos necesita el país, es la división entre los que deseamos un mejor porvenir para las generaciones venideras. La izquierda nacional (o lo que queda de ésta) ha estado completamente dividida. Dentro del PRD, la mitad de su militancia se fue con el Peje, sin saber si los que se fugaron son los buenos o los malos. Cierto estoy que se fueron malos y buenos y que en el PRD se quedaron también buenos y malos. Con esta división, la izquierda está partida por la mitad y cuando más se necesita que se unifiquen los esfuerzos para rescatar nuestro país de los neoliberalistas que o controlan.