Columna Política «REPERCUSIONES», por Samuel Maldonado (03-VI-2014).- Generalmente y como resultado de la degradación de la vida política, en diferentes países se han dado una serie de batallas que no son solo de sombra, sino reales y, prácticamente, su permanencia o duración, impacta negativamente en el desarrollo general de los pueblos, estados o repúblicas. En los estados en los que actualmente hay conflictos armados, la población sufre: hay hambre, destrucción y muerte.
Terminadas las guerras, viene una difícil etapa de recuperación y estabilidad; ésta es larga y muy sufrida. Las guerras pues, son conflictos en los que nadie gana. En Vietnam, el que más perdió fue nuestro poderoso vecino, el de los Espantados Unidos. Por fortuna México no estuvo involucrado en esa invasión, salvo por la contribución que hizo, a pedido expreso, de fomentar las producción de diversas drogas que consumieron, hasta el borde de la locura, los soldados yanquis en ese país del Sudeste Asiático,.
Por el origen y consecuencia de las guerras, las muertes ocurridas son tan sólo una pequeña parte del conflicto y en todos los países donde han ocurrido, se presenta invariablemente una involución a la que hay que vencer; la población que sufrió la guerra se levanta a pesar de las situaciones realmente difíciles y desesperadas que sufrieron.
Aun cuando las guerras se enmarcan por lo general en los intentos de conseguir nuevos territorios o por defenderse de quienes son avasallados, hay otras que son francamente ridículas, como la generada en el siglo XIX (abril de 1838 – marzo de 1839) por Francia, contra México .
No es la primera guerra loca tenida, pero sí la más estúpida; fue originada por la ambición y denuncia que hicieron al gobierno de Francia unos comerciantes franchutes avecindados en la ciudad de México, mismos que se sentían lastimados en sus intereses económicos, pero principalmente por la exigencia ridícula de un pastelero de nombre Remonte.
Éste, “… exigía el pago de 60 mil pesos por el consumo de unos pasteles, que habían consumido un grupo soldados del presidente Antonio López de Santa Anna, los que habían salido del restauran del francés, sin pagarlos”. Esta guerra entre Francia y la República Mexicana, fue conocida internacionalmente como “La Guerra de los Pasteles”.
En varios países, sin hacer marginación de ninguno, son frecuentes las guerras provocadas por intereses económicos o de dominio, pues por medio de ellas se pueden apropiar de los recursos naturales renovables o no (v, gr.- invasión a Irak, por su petróleo) como los metales preciosos, o el, agua, etc., lo que ha costado al mundo en lo general millones de muertos (La URSS perdió en la 2da, Guerra Mundial más de veinte millones de muertos).
No se si alguna vez haya habido una guerra provocada por las diferencias entre jugadores de Futbol, por ejemplo, que buscaría la forma de entenderlo sin justificarlo. Pero lo que de plano no comprendo, pues me parece verdaderamente infantil, estúpido, ilógico, que ahora en nuestro país vivamos La Guerra de los Chismes, cuyos actores principales lo son quienes debieran ocuparse –no de pleitos de vecindad- sino de atender y resolver los graves problemas que en todas las esferas del poder público y empresarial se presentan y que están agravando la difícil situación de desestabilización política, económica y social que vivimos.
Son muchos los estados de la federación dónde la inconformidad social rebasa ya la paciencia ciudadana; Guerrero, Tamaulipas, el Estado de México, Michoacán,… son ejemplos de esta guerra de baja intensidad y, donde los actores políticos, en el caso particular de nuestro estado, se arañan y se desgarran las vestiduras por los puestos que la guerra contra e narco ha ocasionado, o por perder el tiempo discutiendo la posible ausencia, anunciada por el propio Gobernador, de tres o cinco días, con el objetivo de una revisión médica a un año de la implantación que le hicieron de un órgano vital.
El camino de México no debe ser el chisme o la distracción por el futbol; nuestro país requieren que los poderes de la Nación apliquen medidas urgentes de austeridad, que vivan en la medianía juarista y queden atrás los chismes de vecindad, que inundan el país. Los ciudadanos estamos cansados político empresariales estén envueltos en la incapacidad y en la indecencia ¡un día sí y otro también!.