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Pleito por poder, no por principios

Columna Política «SOBREMESA», por Antonio Soto.-  El domingo pasado acudieron los panistas a las urnas para elegir a su nuevo dirigente nacional, con una participación de más del 70 por ciento de militantes y adherentes decidió la mayoría reelegir a Gustavo Madero para un nuevo período, hecho que representa una dolorosa y vergonzosa derrota para el ex Presidente, Felipe Calderón, quien en realidad era el verdadero competidor de Madero en esta contienda, en la que hubo de todo, primero fue la reyerta entre los aspirantes que se convirtió en un concurso en el que se exhibieron las peores prendas de destacados panistas, tanto en materia de corrupción, -de cuando estos tuvieron el poder federal-, como en la realización de fraudes electorales internos, luego fueron las innumerables descalificaciones que ambos contendientes se hicieron, al grado de que parecía inminente la ruptura partidista, que finalmente no ocurrió. En esta contienda fue más que evidente la división y confrontación que vive hoy en día el principal partido de la derecha mexicana, no por un tema estrictamente ideológico, sino por un tema de control de estructuras partidistas y de los dividendos que éstas representan.

Sobresalió durante las campañas panistas un fingido debate entre dos bandos, una facción que estaba a favor del dialogo, acuerdos y pactos con el gobierno peñista y la otra que supuestamente combatía y rechazaba el entendimiento con el priismo. Unos que consideran que la firma del pacto significa que el PAN ha cogobernado con Peña Nieto y por lo tanto ha influido de manera destacada en las decisiones gubernamentales, otros que precisamente le reprochan a la corriente maderista su estrecha cercanía con el actual gobierno, presentándola como una presunta traición a sus principios.

¿No es contradictoria la posición de los calderonistas de combatir el pactismo de Madero con el gobierno, cuando históricamente el PAN ha dialogado y acordado con varios regímenes priistas y gracias a lo cual esos gobiernos han sacado adelante una serie de reformas de todo tipo en el Congreso?, ¿ En verdad el bloque panista que criticó a su contraparte negociadora estaba buscando la ruptura con el gobierno, de la misma forma como lo haría López Obrador, actualmente el líder más radical de México?, ¿O en realidad lo que estos buscaban era arrebatarle el control del partido a Madero para tener ellos la interlocución con el gobierno?,¿Alguien cree acaso que ese pleito es un asunto meramente ideológico o de principios doctrinarios más que un asunto esencialmente de poder político?

Francamente nadie creería con facilidad que la disputa por el control del partido blanquiazul sea un asunto estrictamente ideológico, Ernesto Cordero quería arrebatarle la dirigencia a Gustavo Madero, no para romper con el pacto, sino para que él, en nombre del calderonismo, pudiese llevar a cabo todos los acuerdos, todas las negociaciones y todo lo que conlleva tener la interlocución con quien ostenta el poder. El discurso de ruptura con el gobierno, el discurso de traición a los principios, buscaba permear e influir en el ánimo y sentimiento de la militancia panista, sin embargo, este discurso fracasó debido en gran medida, a que han sido por muchos años, el diálogo y la negociación con el poder, una característica muy propia de este partido. Lo cual no es criticable, toda vez que el diálogo en la política, como en toda actividad humana en sociedad, es imprescindible para lograr acuerdos, lo criticable es cómo el calderonismo a través de Ernesto Cordero trató de aparentar y de hacer creer una mentira, por lo mismo fue que no tuvo eco entre el panismo como tampoco fue creído por la sociedad mexicana. Nadie creyó que en el contenido real de ese debate existieran principios. @tonosotosanchez

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