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Plantea Recor de la UMSNH convertir desacuerdos en fortalezas y diferencias en fuentes de aprendizaje

Morelia, Mich., a 7 de abril de 2014.- El Rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), Salvador Jara Guerrero, impartió la primera conferencia magistral del XVII Congreso Internacional de Filosofía que organiza la Asociación Filosófica de México de manera conjunta con la UMSNH.

 

En su intervención Jara Guerrero afirmó que en este tiempo y en estas circunstancias es imposible no retomar el pensamiento de Luis Villoro, con quien la UMSNH tuvo un nexo profundo: “las preocupaciones de Villoro siempre han sido las nuestras, porque fueron enraizadas en nuestra realidad”, expuso.

 

“Desgraciadamente, apuntó Jara Guerrero, lo que menos abunda en los planteamientos a los problemas de hoy es esa virtud filosófica. La mayoría de las respuestas que se ofrecen a la problemática situación que nos toca vivir carecen de lo más elemental del ideal Villorista.

 

“Son respuestas apresuradas, poco pensadas y lapidarias que manifiestan la ausencia de perspectivas enriquecedoras, pertinentes e inteligentes. En las declaraciones cotidianas que aparecen en los medios de comunicación encontramos reparto de culpas, salidas simples, reduccionismo excesivo de los problemas más complejos, poca argumentación y muchas afirmaciones fáciles que pretenden asignar una sola causa a fenómenos complejos, este reduccionismo se convierte en humo que contribuye a la nebulosidad del análisis serio y riguroso de los problemas”.

 

En este sentido, consideró que observar las diferencias sólo como conflictos y competencia entre enemigos puede alimentar el odio hacia quienes piensan distinto y se convierte en la mayor falta de respeto a la dignidad de todos los seres vivos, y ello nada aporta a un entendimiento valioso y a la solución de los problemas comunes.

 

Por ello, subrayó el rector, “las universidades podemos y debemos ser modelos para la deliberación y la discusión intelectual rigurosa, franca, abierta e intensa. La disposición pero sobre todo la capacidad de deliberar acerca de los grandes problemas y especialmente de nuestras enormes diferencias está en nuestras universidades”.

 

“El ejemplo por el respeto mutuo y la capacidad de desplegar los desacuerdos y problemas de manera respetable, razonada y razonable, de encontrar la crítica constructiva y de fomentar la virtud deliberativa está aquí. Lograr que los desacuerdos sean una fortaleza y nuestras diferencias fuente de aprendizaje”.

 

Asimismo, en su ponencia Jara Guerrero abordó el tema de la lucha por el reconocimiento, que ha generado una serie de tensiones: «desde esta perspectiva, el reconocimiento ha sido visto como una guerra que el marginado debe emprender en contra de su opresor, una lucha feroz en la que la responsabilidad mayor recae en el oprimido porque es quien aparentemente no tiene nada que perder y sí mucho que ganar.

 

“Sin embargo, ese reconocimiento de derechos grupales e individuales trajo aparejada una polarización entre minorías y una tensión entre sus derechos, que puede apreciarse especialmente en la libertad, y se hace notar cuando Kant define el derecho como la condición por la cual la libertad del uno es compatible con la libertad del otro, lo que implica un reconocimiento de ambos como condición de convivencia social”.

 

Destacó que las luchas por los reconocimientos identitarios se han enmarcado aún en una individualidad ya sea grupal o del sujeto y han privilegiado una unidad o entidad propia por encima de las demás, de las otras.

 

Cada una de ellas, dijo, clama objetivamente su superioridad y necesidad de reconocimiento desde una perspectiva que no deja de estar centrada en un Ego y cuyo énfasis se pone en el cuidado de sí y en los derechos individuales, fortaleciendo la noción de competencia.

 

Una vez admitida la diversidad en un mundo finito queda de manifiesto que ello implica una compleja convivencia de intereses diferentes, puntos de vista encontrados, culturas distintas. Es evidente que somos parte de un complejo hábitat no sólo natural sino cultural.

 

Para el rector de la UMSNH, “no nos encontramos frente al mundo, estamos en el mundo y somos parte de éste. Nuestra humanidad es parte de un todo en el que nuestra autonomía y capacidad para vivir aislados parece ser prácticamente imposible”.

 

En este punto donde abordó el tema de la solidaridad, en contraparte a la competencia que se menciona en la teoría evolucionista como característica esencial de la supervivencia.

 

“Una de las condiciones para que una especie sobreviva es que mantenga la diversidad. Una población homogénea está expuesta a que si un individuo peligra, toda la población está en riesgo. Las debilidades de uno son las debilidades del resto”.

 

“La igualdad, la decisión de las mayorías, como fines borran las diferencias. El reconocimiento del derecho de las minorías, su inclusión y supervivencia enriquecen la diversidad pero inexorablemente ponen de manifiesto los desacuerdos y hacen visibles las disputas”.

 

Expuso que actualmente la tensión entre cooperación y egoísmo se presenta en el conflicto entre los derechos individuales y los colectivos, cada reconocimiento de un derecho colectivo implica limitaciones al derecho individual, cada individuo que acepta el derecho de los otros en lo individual y en lo colectivo está cediendo o sacrificando necesariamente un derecho propio idealmente ilimitado.

 

Por ello, explicó que la solidaridad es una cesión de algo propio en beneficio de otro u otros con la confianza de que a largo plazo este sacrificio será mejor para todos.

 

Por ello, Jara Guerrero señaló que más que confrontar, se plantea la posibilidad de armonizar, es decir, “dar a todas las ideas o posturas la oportunidad de mostrarse, de estar presente, cada cual podrá aceptarse y ponderarse como la más adecuada de acuerdo al momento y circunstancia”.

 

Para esto es necesario que se transite de una visión del Ego  al Eco, en la que el buen vivir y el bienestar no son un logro individual sino colectivo y que es, además, la única vía que actualmente se aprecia para una coexistencia pacífica.

 

“El escalón más alto de la vida es el ecosistema como un todo solidario”, concluyó.

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