Artículo del Dr. Rafael García Tinajero Pérez.-El día de ayer conocidos militantes del PRD michoacano, todos amigos míos y personas a las que tengo en la más alta estima, manifestaron en conferencia de prensa su determinación de apoyar la propuesta de que el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas sea el próximo dirigente nacional del partido. Allí mismo manifestaron su convicción de que el PRD vive una profunda crisis que solamente podrá resolverse, como por arte de magia, si el ingeniero toma las riendas del partido y, con su sola presencia y a la invocación de su inobjetable autoridad moral, se pudiera librar a nuestra maltrecha organización política de todos sus males.
Es demasiado pedir a un solo hombre, por importante que sea, cargar sobre sus espaldas la responsabilidad de arreglar lo que muchos hemos desarreglado durante poco más de dos décadas y que en ello empeñe su historia, prestigio y capital político. Además no deja de ser extraño que desde la izquierda, corriente del pensamiento en la que se sabe que es el análisis objetivo de la realidad lo que nos lleva al conocimiento de esta y nos permite actuar y transformarla, se recurra al pensamiento mágico para resolver algo muy concreto, los graves problemas estructurales del PRD.
No cabe duda, mi partido, el de la Revolución Democrática, vive hoy en el país y en Michoacán una de sus recurrentes crisis, sin embargo la actual es muy grave, terminal si se profundiza. El PRD de hoy no es un instrumento útil para reformar o transformar el poder vigente en México con miras de conquistar espacios de libertad, igualdad, democracia y justicia. Los perredistas nos encontramos pasmados, en la inacción, fragmentados, sin rumbo, incapaces de capitalizar a favor de una propuesta alternativa la más grave crisis que el modelo económico político dominante en nuestro país haya sufrido en décadas.
Esta situación no surgió de un día para otro, se fue incubando lenta y progresivamente, nuestro presente es producto de viejos defectos y vicios que yo agrupo en seis rubros fundamentales: indefinición ideológica; falta de claridad programática; ausencia de vida orgánica, un grave problema de ética política, una mala imagen pública y la entronización de una oligarquía en las esferas de poder real del partido.
La indefinición ideológica se remonta a nuestros orígenes, nacimos como un partido frente, que aglutinó a diversas expresiones políticas e ideológicas, en general de izquierda, desde los socialistas y comunistas hasta los nacionalistas revolucionarios escindidos del PRI. En el afán de mantenernos unidos y ante situaciones de coyuntura que amenazaban con desunirnos y destruirnos, optamos por dejar de lado la discusión ideológica y la formulación de, al menos, un pequeño pero sólido cuerpo de doctrina que sirviera de base para la acción. Han sido nuestras sucesivas declaraciones de principios retazos de ideologías, ideas y ocurrencias, no siempre coherentes entre sí, ni claramente distinguibles. Podemos ser socialistas, liberales, progresistas o conservadores al mismo tiempo o según soplen los vientos. Hace algunos años nos autodenominamos de izquierda sin que a la fecha hayamos definido que entendemos por tal. Si somos de izquierda definamos donde nos ubicamos dentro de éste espectro del pensamiento político, y sí somos de izquierdas en plural, definamos el cuerpo de ideas que nos son comunes, que nos aglutinan y orientan. Por que podemos hablar de la justicia, libertad, igualdad, democracia, pero si no damos a éstas expresiones un contenido ideológico claro e inconfundible vinculado a lo que somos o pretendemos ser, no iremos más allá de la palabrería hueca y el lugar común.
De la mano de la indefinición ideológica va el déficit programático, no hemos realizado jamás una elaboración teórica colectiva sobre los grandes problemas que afectan a Michoacán a México y al mundo, esto ni se discute en el partido, las grandes definiciones no son fruto de la discusión y deliberación en los órganos del partido sino la expresión del pensamiento y hasta del talante de quienes en su momento se ostentan como voz del partido. Preguntémonos si acaso se ha dado una discusión sería dentro del PRD Michoacano sobre la crisis actual de nuestro estado, si se han definido en sus órganos de discusión y deliberación posiciones congruentes sobre la manera que el Gobierno Federal la ha enfrentado, sobre el nombramiento de un Comisionado o sobre el papel de las autodefensas, por sólo citar algunos ejemplos.
La ausencia de vida orgánica es el tercer gran problema. El estatuto es letra muerta, el comité de base en la práctica no existe o de plano no es tomado en cuenta para nada. Los órganos de dirección, deliberación y decisión, ni dirigen, ni deliberan, ni deciden. Las llamadas corrientes, que no debieran serlo mas que de opinión y pensamiento, han devenido (al menos sus líderes, que a veces solo se representan a sí mismos) en partidos dentro del partido, en tomadores de decisiones por encima de sus órganos de dirección. No es raro presenciar con vergüenza que miembros de un consejo o delegados a un congreso esperen, apaciblemente, el momento de sancionar legalmente lo que se ha decidido en otro lugar y por otras personas, generalmente los jefes de las corrientes, sin haber sido tomados en cuenta para nada más.
El cuarto gran problema es el conflicto ético, el de las prácticas que contradicen totalmente lo que dice representar el PRD. Una suerte de doble moral, pues para nadie es un secreto que lo que combatimos hacia afuera es más que común hacia dentro: pregonamos la democracia participativa pero en el partido se niega en los hechos el derecho de participación a la militancia; luchamos por una sociedad de individuos libres y estamos contra el corporativismo, pero el militante sólo puede ser tomado en cuenta si participa en una de esas organizaciones corporativas y clientelares llamadas corrientes. Estamos en contra de que el dinero o el uso abusivo del poder público sean determinantes al decidir quién nos gobierna, pero en nuestros procesos internos la influencia del poder y del dinero es el pan de cada día. No queremos imposiciones, pero hacia dentro la imposición de dirigentes, candidatos, etc. es la regla. Estamos contra el nepotismo, pero vemos que es común que se imponga a la novia o al carga portafolios o al pariente del jefe de corriente para cargos de dirección partidaria, gobierno o candidaturas. Pretendemos que la izquierda gobierne, administre y legisle bien, pero la experiencia y el conocimiento, la preparación académica y el trabajo pasan a segundo término cuando se confrontan a la fidelidad a la tribu.
En el PRD se ha producido una oligarquía formada fundamentalmente por los dirigentes de las corrientes y sus cercanos, que concibe al partido no como un medio sino como un fin en si mismo, que busca por encima de todo garantizar su propia supervivencia y que utiliza a las estructuras del partido para conseguir ese objetivo por encima de cualquier otro. Para éste grupo las bases han ido contando cada día menos para la toma de decisiones, al grado de que ya ni siquiera se les toma en cuenta para legitimar sus posiciones de poder. Esta oligarquía no renunciará a sus privilegios y tiene clara conciencia que éstos solo se mantendrán en la medida en que ellos sigan constituyendo la dirigencia real del partido
Nuestro problema de imagen pública no es menor, una gran parte de la población jamás votaría por el PRD y, somos percibidos como una opción disminuida, socavada por los liderazgos y expresiones internas; un partido dividido, en permanente conflicto interno, rijoso, incapaz de gobernarse a sí mismo mucho menos al país; sin la madurez necesaria para ser un partido confiable; que ha perdido diferenciación con respecto a las otras fuerzas políticas y que ha olvidado los ideales que lo hicieron nacer y a terminado por transformarse en aquello que combatió
Estos problemas del PRD no los puede resolver con su sola presencia en la dirigencia el Ing. Cuauhtemos Cárdenas, impulsar su candidatura es valioso y pertinente, pero no le exijamos más de lo que puede y reconozcamos que el PRD solo tiene dos opciones.
La de la inercia, que no es otra cosa que continuar bajo las condiciones actuales, opción sin futuro, es autodestructiva y sólo llevará a que más temprano que tarde el partido como tal desaparezca y que desde ahora no tenga utilidad como instrumento de cambio social. En este contexto Cárdenas sería sólo un dirigente de papel, rehen de las corrientes que sólo usufructuarían su nombre y prestigio en provecho propio. Ni es justo ni creo que el ingeniero acepte jugar este triste papel.
La de la transformación radical, entendiendo radical como el cambio desde la raíz, representa el retorno a los principios; la recuperación de nuestra vida orgánica; empatar ética y política a través de la congruencia; incorporar a los mejores hombres y mujeres del partido a los órganos de dirección; hacer de la vida interna del partido un ejemplo del tipo de sociedad a que aspiramos, recuperando así la confianza perdida y convirtiéndonos en la gran fuerza política que este país requiere. . Es el camino de la regeneración en el que el Ing. Cárdenas, apoyado en la movilización de los militantes de base del partido y cuadros sin tribu puede jugar un papel trascendente y útil, a la altura de su estatura ética, histórica y política.
De lo contrario preparémonos para la extinción, para la restauración de un régimen autoritario que perdurará por decenios, si es que no surge pronto una nueva fuerza de izquierda con ideología, programa, principios, valores y conductas que la identifiquen como tal y la hagan digna de la confianza de un pueblo al que urge transformar una realidad que no podemos aceptar ni como nuestro presente ni como el futuro de nuestros hijos.
Hay que llevar a Cárdenas a la presidencia del PRD, pero también hay que transformar al partido, sólo no podrá, con el esfuerzo de miles o quizás millones en torno de el si.
Morelia, Michoacán, a 7 de Marzo del 2014