AL PUEBLO AMADO DE DIOS EN NUESTRAS DIÓCESIS
SALUDO
Muy queridos Hermanas y Hermanos
El Dios de la paz que se nos ha manifestado en Jesús Niño reine siempre en nuestros corazones.
NUESTRA REALIDAD
No podemos negar que vivimos tiempos difíciles; se respira en nuestros pueblos un ambiente de incertidumbre y desconfianza. Venimos arrastrando ciertamente una cadena de vicios cuyas consecuencias son graves y causan mucho sufrimiento.
En alguna forma, todos hemos contribuido a crear esta situación cerrando los ojos, permitiendo lo incorrecto, callando ante la injusticia, dejándonos arrastrar por nuestros instintos y pasiones.
Debemos identificar con claridad y valentía la raíz más profunda de los males que padecemos. La distorsión de la conciencia, el no saber o no querer distinguir el bien del mal, el desprecio de los mandamientos de Dios, el acostumbrarnos a mentir y a abusar del prójimo, ahí está indudablemente el principio de una degeneración que nos lleva a la autodestrucción como pueblo.
LLAMADO A LA CONFIANZA
Como pastores y centinelas, sentimos la necesidad de dar una voz de alerta que llegue al corazón de cada fiel cristiano, de cada hermana y hermano de buena voluntad, un mensaje de consuelo, una palabra de ánimo, un llamado a no perder la fe, una invitación a mirar el futuro con esperanza. Dios es misericordioso y nunca se olvida de sus hijos.
Una gran tentación es pensar que no hay remedio, que la sociedad está a tal grado contaminada por la corrupción, que cualquier esfuerzo de querer mejorar las cosas está condenado al fracaso.
ADVIENTO Y NAVIDAD
Hoy, día en el que iniciamos el Adviento, tiempo de preparación para la Navidad, es muy importante recibir de Dios el anuncio esperanzador: “Consuelen, consuelen a mi pueblo, háblenle al corazón y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre… Digan a mi pueblo que aquí está su Dios” El mismo profeta Isaías señalaba antes: “El pueblo que andaba en la oscuridad vio una gran luz. Señor, has traído una gran alegría… porque Tú has deshecho la esclavitud que oprimía al pueblo… porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo… admirable en sus planes, Príncipe de la paz. Las bases de su reinado serán la justicia y la paz” (Isaías 40, 1-11 y 9: 1-6). Si creemos en el proyecto de Dios, en sus planes admirables, hagámoslo hoy realidad con la ayuda de su gracia.
Celebremos el gran misterio de la benevolencia de un Dios poderoso que se humilla y se hace pequeño, al nacer en el pesebre, meditando cómo la mansedumbre puede desarmar al más soberbio. Es necesario dejar a un lado la agresividad y aceptar que el principio de la paz es la reconciliación y el perdón.
La Noche Buena es el momento para escuchar, con los pastores de Belén, el canto de los Ángeles: “Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres que ama el Señor”. La paz es un don que viene de lo alto, don que hemos de pedir a diario con humildad, pero también es tarea y responsabilidad nuestra para que pueda afianzarse y, cuando se ha perdido, recuperarse.
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
Ahora que nos preparamos a celebrar la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, también invitamos a todos a renovar la esperanza. La ternura y compasión de Dios se nos muestran en el rostro amable y en la palabra dulce de María de Guadalupe. Invoquémosla confiadamente, pidiéndole que remedie nuestras aflicciones. Tengamos presentes las palabras que Ella nos dijo a través de San Juan Diego: «Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige, no se turbe tu corazón, no temas… ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa…”
No olvidemos por otra parte la encomienda que nos hace en el Tepeyac: “Deseo vivamente que se me levante un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra.” Sigue siendo una tarea permanente, hoy con especial urgencia, hacer de cada hogar y cada comunidad cristiana un espacio en el que experimente el cariño, la misericordia y la protección a todos, especialmente a los más pequeños e indefensos.
FIN DE AÑO Y AÑO NUEVO
Al terminar un año se nos brinda la oportunidad de hacer un sincero examen de conciencia reconociendo en qué medida hemos contribuido con palabras, obras u omisiones a que en este mundo sigan acrecentándose los resentimientos y las injusticias. Considerando que un año que empieza es una nueva oportunidad que Dios nos ofrece, agradezcamos la paciencia que Dios nos tiene y hagamos propósitos de poner todo lo que está de nuestra parte para ir sembrando acciones de paz, justicia y fraternidad.
El día 1 de Enero celebramos tradicionalmente la Jornada de la Paz. Para este año 2014, el Papa Francisco ha señalado el tema de la fraternidad. Más que por los lazos de la sangre hemos de reconocernos hermanos porque somos hijos de un mismo Padre Celestial. Nunca hemos de ver a los demás como rivales o como estorbos para nuestro bienestar. Más bien debemos superar la indiferencia y toda clase de discriminación.
La fraternidad auténticamente vivida ha de proyectarse en todas las dimensiones de la vida: la economía, la política, la cultura y, desde luego, la religión. Sólo así superaremos los dramas de la pobreza y desigualdad, de la injusticia y la violencia, de la indiferencia y la complicidad. Entonces daremos un nuevo rostro a nuestra sociedad.
EXHORTACIÓN
–En primer lugar nos dirigimos a las familias. El hogar es el espacio privilegiado del encuentro entre personas, del diálogo, del amor que vence a todo egoísmo. La familia es la escuela de los valores humanos y cristianos. No permitamos que nuevos estilos de vida nos arrebaten los tesoros más grandes de nuestra cultura cristiana. Estos días dan la oportunidad de estar más tiempo juntos y más cerca los papás y los hijos. No olvidemos la oración en la casa ante la imagen de la Virgen y frente al Nacimiento. Es importante la participación como familia en la Eucaristía.
–A los jóvenes les pedimos que no se resignen a vivir en un clima de confrontación y violencia. Ustedes, queridos muchachos, tienen la capacidad de construir un mundo diferente donde el respeto y el servicio generoso sean más fuertes que el desprecio y la indiferencia hacia el prójimo. Jesucristo los llama a ser mensajeros y constructores de la paz y la justicia.
–A los líderes y constructores de la sociedad, profesionistas, empresarios, académicos, comunicadores, a todos los que pueden contribuir con mayor eficacia a lograr un cambio, los llamamos a ser generosos, a dejar la apatía y el individualismo. Recordemos que a quienes más se nos ha dado, más se nos pedirá.
–Con respeto pedimos a nuestros gobernantes que se empeñen, con toda determinación y todos los medios posibles, a instaurar un orden de justicia y equidad que haga posible a nuestro pueblo vivir con dignidad. Ofrecemos nuestra oración por ellos para que el Señor ilumine su mente y les permita realizar cabalmente la misión que los ciudadanos les hemos confiado.
–A quienes se han dejado arrastrar por la ilusión engañosa de encontrar su felicidad haciendo daño a los demás, les suplicamos por caridad que escuchen la voz de Dios que les llama a acercarse a Él, a cambiar su modo de pensar y su conducta. Dios nos habla, “no seamos sordos a su voz no endurezcamos el corazón” (Salmo 94).
–Al pueblo en general, a todo ciudadano, la situación nos reclama una mayor participación, una revisión y un cambio de nuestras actitudes negativas. Nadie está dispensado de esta gran tarea de reconstruir la sociedad. No comprometernos es caer en la complicidad, es dejar que el mal siga avanzando y destruyendo. Despertemos de nuestro letargo y empuñemos las armas de la verdad y la justicia. Honremos la herencia moral de nuestros padres y nuestra dignidad de hijos de Dios.
–Invitamos a nuestros sacerdotes, religiosas y agentes de pastoral a que, como fieles discípulos misioneros de Jesús, se sigan entregando a diario para que todos los fieles, especialmente los que más sufren y los que han sido víctimas de la violencia, encuentren acogida misericordiosa, comprensión y palabra oportuna.
NUESTRO PROPÓSITO
Como Obispos también pedimos perdón si hemos omitido palabras o acciones que se requieren para la instauración del Reino de paz, de verdad, de justicia y de amor querido por Nuestro Señor. Les expresamos nuestro más vivo deseo y serio propósito de seguir empeñándonos a hacer lo que nos toca. Nuestra primera obligación es orar por todos y servir al Evangelio con la palabra oportuna y el testimonio coherente.
FELICITACIÓN
Aprovechamos la ocasión para felicitar a la Diócesis de Ciudad Lázaro Cárdenas por el nombramiento de su nuevo Obispo. Saludamos a Monseñor Armando Ortiz Aguirre, Obispo electo, y le aseguramos nuestro afecto fraterno y nuestra solidaridad. ¡Sea bienvenido!
+ Alberto Suárez Inda + Miguel Patiño Velázquez
Arzobispo de Morelia Obispo de Apatzingán
+ José Luis Castro Medellín + Javier Navarro Rodríguez
Obispo de Tacámbaro Obispo de Zamora
+ Carlos Suárez Cázares + Octavio Villegas Aguilar
Obispo Auxiliar de Morelia Obispo Auxiliar de Morelia
+ Juan Espinoza Jiménez + Jaime Calderón Calderón
Obispo Auxiliar de Morelia Obispo Auxiliar de Zamora
Pbro. David Guerrero Bazán
Administrador Diocesano de Cd. Lázaro Cárdenas