Por Víctor Manuel Báez Ceja (Presidente del PRD Michoacán).- En el debate que se ha estado dando en todo el país respecto a la reforma energética que el PRI pretende aprobar en el Congreso de la Unión, los datos y la prospectiva choca con la propaganda. Veamos: en el capítulo II.4, páginas 15 y 16, de la propuesta de reforma energética de Peña Nieto, y donde nos habla de los «beneficios esperados» de aprobarse la misma, la propaganda nos dice: Lograr tasas de restitución de reservas probadas de petróleo y gas superiores al 100%. Ello significa que el incremento de la producción estaría acompañado del descubrimiento de igual o mayor volumen de reservas.
Pero la realidad es otra: Esto es remotamente plausible en el muy corto plazo, en el boom inicial de la exploración. Pero es inconcebible y absurdo en el largo plazo porque esa tasa de restitución se lograría solo si asumimos que el petróleo y el gas son recursos infinitos. Por otro lado, es evidente que EPN pasa por alto la realidad del petróleo a nivel global donde se viene reportando una brecha deficitaria creciente entre producción y consumo – que crecen exponencialmente – y nuevos descubrimientos – que decrecen inexorablemente -. Situación ésta que no permite la restitución de los recursos que se consumen y que nos está llevando al ya muy próximo agotamiento económico de los mismos.
El mismo EPN reconoce esto cuando en otro apartado del texto de su reforma afirma que el mundo ya está pasando a la explotación de recursos no convencionales que, por lo demás – y no lo dice con claridad EPN-, son más costosos, más agresivos contra el ambiente, más favorables al calentamiento global, y de menor potencial energético – ver caso del gas shel -.
Todo indica que ya pasamos el pico petrolero anunciado decenios atrás, por ello ya avanzamos en caída libre al agotamiento económico total del recurso. Indicios de esto están en los precios, los conflictos internacionales, y la actual transición del mundo a recursos no convencionales – ver caso de la reciente euforia de los gringos con el gas shel, que no es sino paranoia y desesperación tornados en esperanza vacua -.
Y como la reforma energética de EPN es volumétrica – maximizar producción sin cuidar precio – y, por ende, derrochadora, todo lo anterior permite prevenir que la misma solo logrará acelerar la brecha deficitaria y adelantar la fecha de caducidad económica del recurso para México. En otras palabras, EPN, por su ambición volumétrica y derrochadora del recurso que solo beneficia a los gringos, solo logrará adelantar la crisis energética completa para el país.
La propaganda del PRI nos dice: Adicionalmente, la reforma propiciará una mayor integración en la cadena de valor a partir de la extracción de los hidrocarburos, lo que permitirá un abasto suficiente de gasolinas, gas metano y gas licuado de petróleo, a precios competitivos.
La realidad es otra: Mu plausible que la estrategia volumétrica y la integración de cadenas productivas permitirán un mayor abasto de energéticos para empresas y familias. Sin embargo, si en el plano teórico cabría esperar precios competitivos, que no son sino precios determinados por el mercado y «accesibles» para las empresas y familias – como la ha dicho EPN una y otra vez -, lo cierto es lo siguiente: La experiencia acumulada nos ha demostrado que las empresas no externalizan las disminuciones de precios de sus insumos – esta vez energéticos – a manera de menores precios de sus productos y servicios, sino que internalizan esas disminuciones de precios en insumos a manera de ganancias extraordinarias.
Ahora bien, en el caso del petróleo y el gas y sus derivados directos, no estamos hablando de mercados de competencia perfecta, como pretende hacernos creer EPN, sino de mercados altamente concentrados por el lado de las empresas y donde los precios suelen ser determinados por acuerdos unilaterales entre las empresas en detrimento del consumidor.
¿De dónde saca EPN la ficción de que la reforma energética traerá precios competitivos y «accesibles»? Apelo en esto al genio y a la musa de la economía en los hogares, las amas de casa, para que respondan una pregunta sencilla: ¿Alguna vez han visto en este país que los precios de mercancías o servicios disminuyan fuera de temporadas de ofertas?
Finalmente, EPN nos dice que las políticas asistencialistas crecerán con la reforma energética toda vez que los recursos fiscales se incrementarán. En este razonamiento subyace la siguiente relación de causalidad cierta: A más crecimiento, más recaudación fiscal. Sin embargo, a EPN se le «olvida» tomar en cuenta en sus cálculos muy optimistas el grave decremento en recaudación fiscal y gasto asistencial que sobrevendrá una vez que se apruebe la reforma energética, que no es sino un decreto arbitrario del PRI y el PAN para la expropiación de un porcentaje significativo de la renta petrolera de los mexicanos a favor de las trasnacionales. Así que, en realidad, lo poco que EPN promete ganar por esta vía seguramente lo perderá a más y mejor con la misma estrategia. ¿A qué estamos jugando?.