Por Vtor Manuel Báez Ceja (Presidente del PRD Michoacán).- Fausto Vallejo dice y dice, pero nada hace. Fausto Vallejo habla y habla, pero nada dice. En todo este vodevil en el que se ha convertido el paso de Vallejo Figueroa por el gobierno del estado, lo único certero es que un potencial retorno del gobernador con licencia es sólo anhelado por los suyos, su equipo político, benefactores y familiares, quienes han visto sus intereses afectados por el interinato de Jesús Reyna.
Para el resto de los michoacanos, el posible retorno de Fausto Vallejo es una mala noticia.
Fausto Vallejo tal vez pudiera estar o no en condiciones físicas para regresar al gobierno, lo cual todos los michoacanos lo desconocemos, pero también no está en condiciones políticas y sociales para volver asumir el Solio de Ocampo. Lo único a que se aferra es al derecho que le otorga el haber ganado en las urnas en el 2011 el cargo que ejerció con intermitencias en los últimos meses. Y nada más.
Más allá de que si la ley avale el derecho que tiene el gobernador con licencia para retornar, el problema es más de fondo: carece de un proyecto para restablecer la gobernabilidad y la estabilidad en la entidad, desfondadas debido a su manejo irresponsable del gobierno y del tema de su enfermedad; no tiene control sobre su propio gabinete; todo hace indicar que Enrique Peña Nieto no lo quiere al frente del gobierno estatal, por lo que la coordinación estado-federación podría adolecer de buen manejo; no tiene propuestas para reactivar la economía estatal, frenar el desempleo y atraer inversiones al estado.
Asimismo, Fausto no tiene porqué estarle pidiendo permiso a Peña Nieto para retornar al poder, simplemente debería de enviar por escrito su reincorporación al Congreso del Estado, pero tampoco lo ha hecho.
Tampoco ha dado a conocer la verdad sobre su padecimiento y si realmente le fue trasplantado un órgano. En resumen, se trata de un cúmulo de falsedades y ambigüedades.
En cambio, Fausto Vallejo controla la agenda del estado a punta de tuitazos, de mensajitos en redes sociales o través de sus vástagos.
Y en esa impostura, en esa genial impostura, especula, miente, falsea, hace alarde, amaga, y advierte sobre su potencial retorno.
Michoacán, queda claro, no le merece respeto a Vallejo Figueroa, y tampoco es compromiso de él y su familia.
Que a los michoacanos no se les olvide esta afrenta y esta falta de respeto que Fausto Vallejo y familia han cometido, y que a la hora de la toma de decisiones, le digan adiós al PRI.