Por Víctor Ardura.-
En tiempos rituales de relevo, debe observarse sin drama, particularmente si se trata de
las administraciones públicas, la salida de no pocos funcionarios de todos los niveles,
para dar entrada a los nuevos equipos. Es algo que se toma como un proceso normal,
aunque en el camino se pierda la experiencia y el talento de quienes aportaron algo a la
cosa pública.
Mientras no exista una definición y ejecutoria de un servicio profesional de carrera, la
administración pública seguirá los vaivenes caprichosos de quienes acceden a puestos
públicos sin tener conocimiento del tema o bien tenerlo a medias. ¿Se han puesto a
pensar cuántas horas hombre se requieren para aprender el ABC del dominio a su cargo
encomendado? Sería un ejercicio interesante.
Con todo, he podido observar que, como en los viejos tiempos, hay un cierto aire de
persecución que tiene como objetivo no dejar rastro alguno de la administración pasada.
Sucedió cuando al final de la administración del Ingeniero Cárdenas Solórsano el
dipsómano Luis Martínez Villicaña emprendió feroz persecución en contra de cuadros
cardenistas y a todo lo que oliera a cardenismo. Paralelismo en el tiempo que pareciera
casi inevitable. Hoy se da un proceso similar y se han despedido a cientos de
trabajadores saltándose a la torera las legítimas disposiciones legales en materia laboral.
Nuestras fuentes nos confirman que estos despidos continuarán los próximos meses para
aliviar el gasto corriente, cosa que no estaría mal siempre y cuando hubiera ojos
ciudadanos que velaran por el destino de esos dineros. ¿Será que desde ahora se
organiza la colecta para la campaña presidencial del señor Enrique Peña Nieto, lo que en
términos coloquiales se conoce como “la vaquita”?.
Es una pregunta pertinente pues con los despedidos se ahorra dinero y se eliminan
testigos.
Pero como ya dijimos han sido descuidados y torpes y a la nueva administración se le
viene, como en cascada, no pocas demandas laborales. Pongo un caso: la Secretaria de
la Juventud o más bien la Secretaria de la Gerontocracia, en donde muchos jóvenes con
contrato vigente de forma arbitraria y grosera fueron despedidos. Ellos, por supuesto ya
se han organizado y el sexagenario secretario de…. ¿La juventud? Tiene dolor de cabeza
en puerta.
La Consejería Jurídica, los contables y administrativos creen que es cosa fácil apostar al
olvido y a la inercia. Sorpresa se llevarán cuando el alud de demandas exijan el pago y la
indemnización correspondiente. Los nuevos servidores públicos, como una maldición
tienen el gen priísta encima: ponen por delante la prepotencia y la arbitrariedad y atrás,
muy atrás, la inteligencia y la reconciliación. He podido recabar informes sobre cómo
algunos delegados administrativos han pospuesto indefinidamente la última quincena que
colaboraron no pocos trabajadores. “Luego les hablamos”, dicen con un gesto displicente
que no augura nada bueno. El modito del PRI, ni más ni menos.