Las Casas del Estudiante creadas desde los tiempos de Elí de Gortari como rector, siempre han sido un asunto polémico. Cuando Agustín Arriaga Rivera fue gobernador del estado permitió la incursión de grupos de ultraderecha que trataron de denostar el papel liberal de este rector. La idea generosa de ofrecer casa y sustento a estudiantes pobres, por supuesto que no gustó a grupos del PAN, a Sinarquistas y otros similar jaez que consideraban a Elí como el rector rojillo. Vinieron los enfrentamientos, la expulsión del rector de su propia oficina, en el cual participó un funcionario del actual gobierno y cinco años antes del 58, la intervención del ejército.
Casi cincuenta años después se puede sentir el mismo clima de rechazo. Es cierto que las Casas del Estudiante han perdido la brújula. Se sabe que ahí viven no pocos fósiles que no tienen nada de estudiantes, que son agitadores profesionales y también es cierto que a los verdaderos estudiantes se les obliga a la participación en marchas y mítines para seguir obteniendo el beneficio, ergo: es necesario una revisión de estos albergues, pero es una iniciativa que debe partir de la misma Universidad. Hoy un gobierno priísta, paralelamente a la represión que ordena en las Casas del Estudiante, insiste una y otra vez sobre la necesidad de regular dichos albergues, como si el gobernador, Fausto Vallejo Figueroa, fuera el rector de nuestra máxima casa de estudios. Es claro que dicha iniciativa no debe partir ni siquiera del rector, sino del Consejo Universitario. Son ellos, los universitarios, y preciso es subrayarlo, quienes deben plantear los métodos para revisar y regular estos albergues.
Es preocupante que apenas entrando un gobierno se viva este clima de represión contra los estudiantes. Es cierto que cometieron desmanes, es verdad que no se deben tolerar actos de vandalismo en la vía pública, pero también lo hecho por el gobierno del Estado junto con la Federación, fue un exceso de fuerza. En el gobierno anterior, y con pleno respeto a su autonomía, el gobierno no reprimió sino que construyó campus universitarios. Y jamás se planteó, por supuesto, meterle mano a las casas del estudiante. Como diría Don Daniel Cossio Villegas, dos estilos diferentes de gobernar.