Columna política «Mi Villano Favorito», Por Toño Aguilera.- A raíz de la salida de Fausto Vallejo del poder en el estado y del nombramiento de Jesús Reyna como gobernador interino, la endeble estructura institucional de la entidad se colapsó a fuerza de una serie de eventos y situaciones que dieron al traste con el incipiente proyecto del PRI en la entidad.
La irrupción en el escenario de los grupos de autodefensa, en particular en la región de tierra caliente, la explosividad social a manos de estudiantes normalistas y profesores, las recurrentes manifestaciones de antorchistas y transportistas, la crisis económica derivada de la nula posibilidad de reestructurar la deuda estatal, el abandono de Peña Nieto, la debilidad institucional y hasta el misterio de la enfermedad de Fausto Vallejo, no sólo minaron la capacidad operativa y de reacción de este gobierno, sino hasta la comunicación.
Uno de los más grandes yerros de la administración faustista-reynista es que no ha podido comunicar lo que hace (ya sea poco o mucho) y posicionar la agenda del gobierno en los medios estatales y nacionales.
A lo largo del 2012 el gobierno gastó energía, dinero y tiempo en abordar por todos los flancos el tema de la deuda pública, de una auditoria ciudadana que ya nadie recuerda y de la fiscalización del último año de gestión del anterior gobierno. Fueron ríos de tinta, horas de televisión y radio, toneladas de papel y millones de pesos los que se invirtieron en ese objetivo.
Pero el Waterloo de dicha “estrategia” se originó en la falta de originalidad y capacidad para plantear el tema de la enfermedad de Fausto Vallejo, y por ende en preparar los escenarios para su inminente salida. Después de un año de negar que estuviera enfermo, pasaron a decir que no estaba grave y después a vender la idea de que “pronto” regresaría el mandatario. Ello hecho por la picota la gran inversión de recursos del tema de la deuda, y junto al resto de los problemas que enfrentaba el estado, el gobierno ya no supo qué decir y cómo decirlo.
En todo este tiempo ha sido la contradicción (El Diccionario de la Lengua Castellana lo define como la afirmación de algo contrario a lo ya dicho o negación de lo que se da por cierto); el silencio cómplice; la relativización (minimizar o de plano no hacer caso de los problemas); el sesgo o error de conocimiento y de transmisión; aportación de datos discrepantes; la ambigüedad en las posturas; la negación de los hechos; la falta de claridad; la mala organización temporal y la comunicación incoherente, entre otras.
Todos estos errores, yerros y horrores de la comunicación en el gobierno del estado NO se le pueden atribuir al actual coordinador Julio Hernández Granados y a su equipo, ya que por las mejores intenciones que se tengan y las mejores propuestas que se hagan, lo cierto es que al interior del PRI y del gobierno existe sectores duros que se han opuesto a lodo y piedra a manejar una estrategia diferente de comunicación.
El PRI de Michoacán, como lo está haciendo en estos momentos el PRI nacional que gobierna el país, intenta aplicar viejos métodos de control de la información y de los medios de comunicación. La mítica frase de López Portillo del “no pago para que me golpeen”, es ley en los regímenes priístas a la hora de aplicar sus políticas de comunicación social: controlar medios y líneas editoriales, minimizar los hechos, evitar estridencias, doñemar la crítica, marcar la agenda de la opinión pública, el uso de cancerberos mediáticos, cerrar espacios críticos e imponer verdades contra natura.
Estos elementos los vemos en estos momentos a una semana del arribo de soldados y policías a Michoacán, en donde tanto la administración estatal como el gobierno federal lanzan sus perlas: “todo está bajo control en Michoacán”, “ya se recuperó la paz en el estado”, “ya desaparecieron las guardias comunitarias”, “ya volvió la normalidad”.
No será mediante a discursos efectivistas o a periodicazos como lograrán tapar la realidad de un estado inmerso en el caos o para solucionar los problemas de MIchoacán. El PRI, o cambia o lo cambian.
@gaaelico