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Ecocidios de los ríos de la Patria (*) (Columna Política «Diputado 501»)

Columna Política «Diputado 501», Por Antonio TENORIO ADAME (09-XII-2024).- La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística celebró, ell pasado 8 de noviembre, las sesiones del Congreso Analítico del Agua de las cuencas administrativas hidráulicas IV y V, correspondiente al río Balsas.

Iniciamos la sesión recordando a mí maestro Jesús Silva Herzog, diciendo a sus alumnos en la Escuela Nacional de Economía:” que los ríos son los caminos que caminan”, así nos enseñó a amar a los ríos vencedores de una accidentada orografía que, a diferencia de otras latitudes, su navegación era limitada.

En estos días del Congreso analítico del agua escuchamos a profesionistas y especialistas que cuentan su experiencia directa de los problemas del preciado liquido, y de quienes abrevamos enseñanzas de los retos que agobian al país.

Un problema que llena a veces de desencanto, y a veces se convierte en un reto de solución para las comunidades.

Llama la atención en nuestra realidad nacional, donde los ríos languidecen en un retroceso devastador donde mueren; basta decir que en la Ciudad de México, que contaba con alrededor de 16 ríos, solamente hay uno que transita en el sur de la ciudad, el río Magdalena, de manera intermitente.

El ecocidio de ríos va sentido opuesto a la razón existencial; hemos cambiado nuestra suerte de una época privilegiada de una civilización mesoamericana, considerada como una de las seis del mundo por Arnold Toynbee, donde el agua fue cuidada con esmero con cariño y ahí e incluso idolatrada.

La destrucción ambiental llena de terror, señala el urbanista Jorge Legarreta en su estudio sobre: “Los ríos de la Ciudad de México: pasado, presente y futuro “; nos guió y guía todavía, la falsa modernidad, basada en destruir todo vestigio de naturaleza que se opone al predominio del automóvil.

La prioridad de “ más autos y menos agua” sigue determinando gran parte de las políticas públicas gubernamentales, pues continúan los entubamientos de ríos, que, ya contaminados en la parte baja, se siguen transformando en modernas vialidades”.

Por su parte, Ramón Domínguez Mora expresa: “ Los ríos que cruzan la zona urbana, han sido entubados para evitar el contacto de la población con las aguas negras”.

De acuerdo con la manifestación de ideas de ambos urbanistas surge el dilema entre la conservación del medio ambiente y la movilidad de la población, o bien, se confronta la necesidad de proteger la salud de las personas con el sacrificio de la naturaleza.

La racionalidad óptima del equilibrio urbano es conjugar el medio natural biológico, con el medio demográfico sano, para lo cual se requiere que un recurso natural renovable, el agua, no se convierta en enemigo de la población por la falta de su uso de recuperación para evitar convertirlo en un medio de contagio que amenace la salud de la población.

En efecto, un pie natural, imprescindible en la vida humana, como es el agua, fue convertido por su uso indebido, y la falta de obras que recuperan los cuerpos de agua, hasta quedar transformado en transmisor de contagios y epidemias. Demostrando así la falta de responsabilidad en el ejercicio del servicio público.

No basta con denunciar o precisar los hechos de daños a la humanidad, existen estudios que señalan la forma de restablecer la salud de los ríos, como lo desarrolla el estudio de la arquitecto Jorge Antonio de la torre Gómez (2023). “Recuperación de los Ríos urbanos de la ciudad de México, en el caso del río Magdalena” (2023), cuyas recomendaciones son posibles alternativas de solución al drama hídrico de la capital del país. El Linde de posibilidades son, a la vez, el primer eslabón a construir, como muestra a la nación del potencial anímico y de voluntad social. El pueblo mexicano dispone para reconstrucción y rescate del medio ambiente que ha sido severamente dañado y urge su recomposición.
Lograr sanear el río Magdalena sería la demostración de lo posible para llevar adelante una gran movilización de conciencias en apoyo a la recuperación de los cauces hídricos que corren como venas nutrientes, el territorio nacional.

El forjar un paisaje imaginario a través de la literatura nos señala el paraíso perdido; ya los poetas han cifrado un medio natural más amoroso; Holderlin, en Alemania, llamaba a los ríos: “el lugar donde reposan los héroes”; López Velarde, Gorostiza, l igual que Pellicer en México, evocan la grandeza de los ríos, lo mismo que otros poetas han hecho elogios a la rítmica de los ríos.

En este foro ya escuchamos de uno de los ponentes como el Pánuco fue el asiento de culturas indígenas, e incluso llegando a trazar una frontera que frenó a los conquistadores con éxito.

Hay obras encantadoras por su riqueza literaria, pero, sobretodo, por su diversidad cultural; Claudio Magris nos da cuenta de lo que representa la diversidad múltiple del Danubio en Europa, que une a 10 países de diversas culturas, como muestra de suprema humanidad.

En igual forma hacemos un llamado a rescatar a los ríos con el sentimiento amoroso de la patria que significa territorio y población; pero ese territorio y población no existiría, si no existiera el agua.

Ya en el siglo XIX, perdimos la mitad de territorio y que en el presente perdemos nuestra población en 15 millones de mexicanos trasnacionales que viven fuera de nuestras fronteras.

Desde la cúspide del poder de la Casa Blanca se lanzan acusaciones contra los mexicanos, de dentro y fuera, sentencias discriminatorias responsabilidades de supuestos delitos ante problemas que generamos sin probanza en algunos casos; en otros, donde la acción punitiva es híbrida elude su compromiso.

Por los riesgos de vivir bajo el terror y la amenaza de la calumnia del engaño del atropello, e injuria de lo que los acusadores son el producto mismo de lo que están generando: el odio.

También en ese sentido se debe cuidar el agua; rerscatar nuestros ríos, reciclar nuestros usos del agua, significan: ese amor a la patria, y es el sentimiento que debemos de descifrar y aplicar para que nuestros ciudadanos sientan pasión por rescatar nuestras aguas, conservarlas, cuidarlas, y amarlas.

(*) Palabras pronunciadas en la apertura de las sesiones del Congreso analítico del agua de las cuencas hidrológicas IV y V del río Balsas los días 7 y 8 de noviembre del 2024.

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