07 de octubre del 2024.- «Mamá, no quieres saber lo que está pasando aquí». Eso fue lo último que Or Levy le dijo a su madre la última vez que habló con ella por teléfono. Lo repitió una y otra vez durante una conversación que sonaba a despedida, hasta que la llamada se cortó. Era la madrugada del 7 de octubre de 2023 y no hacía mucho que él y su esposa, Eynav, habían llegado al Nova Fest, un festival de música electrónica que había comenzado hacía unas horas cerca de la Franja de Gaza. Poco después de su llegada, Hamás irrumpió en el recinto e inició una masacre en la que murieron 250 personas, entre ellas Eynav. Or fue tomado como rehén por la milicia palestina y continúa en Gaza desde entonces.
Para Michael Levy, hermano de Or, la espera está siendo como «un mal día muy largo». Tras 12 meses sin noticias, cree que la única manera de traer de vuelta a los rehenes es a través de un acuerdo. «No se puede rescatar a más de 100 personas con una operación militar», asegura en una entrevista concedida a RTVE.es a finales de agosto, sólo días después de que Israel recuperara los cadáveres de seis rehenes a los que Hamás disparó cuando las tropas israelíes se aproximaban a ellos. «Suponemos que sigue vivo, pero ese fue un recordatorio de que no hay garantías de nada», se lamenta.
Hace un año, Hamás y otras milicias palestinas lanzaron un ataque sin precedentes en varios puntos de Israel en el que murieron 1.200 personas y más de 200 fueron secuestradas. El Gobierno de Netanyahu respondió con una ofensiva masiva en Gaza – que ya ha matado a más de 41.000 palestinos, la mayoría mujeres y niños – y prometió traer de vuelta a los rehenes. Las liberaciones, sin embargo, se han producido a cuentagotas y todavía continúan en la Franja al menos 116 personas.
El día que lo cambió todo
La madrugada del 7 de octubre, Michael Levy llamó a su madre en cuanto oyó las sirenas que advertían del ataque de Hamás. Están acostumbrados a escucharlas, asegura, pero quería saber si ella y su padre estaban bien. Supo que se encontraban a salvo en su refugio y que esa noche estaban cuidando de su sobrino Almog, de dos años, porque sus padres habían ido a un festival muy cerca de la frontera. «Me dijo que había hablado con ellos y que estaban bien, así que no me preocupé demasiado», relata a RTVE.es. Eran las 6:40 de la mañana y apenas había información.
La verdadera pesadilla empezó más tarde, hacia las ocho, cuando su madre le llamó, esa vez llorando. Había perdido la comunicación con Or, que llevaba más de una hora sin responder a mensajes o llamadas. «Le dije que no se preocupara, que nos llamaría pronto, pero después empecé a ver las noticias, como todo el mundo«, recuerda Michael, que pasó las horas siguientes llamando a hospitales, y buscando cualquier información sobre la pareja en grupos de Facebook y Whatsapp en los que publicaban listas de supervivientes.
Dos días más tarde, él y su familia supieron que Eynav (32), diseñadora gráfica de profesión, había sido asesinada en el Nova Fest, y una semana después, les informaron de que Or era uno de los rehenes de Hamás en la Franja. «Ahora no puedo creer que estuviera feliz de que se lo hubieran llevado esos monstruos, pero así lo sentí, porque al menos no estaba muerto«, confiesa Michael, que se refiere a su hermano, ingeniero informático, como el «pequeño genio» de la familia. El pequeño Almog vive desde entonces con el otro hermano de Or, sin entender qué ha pasado con sus padres.
Nir Oz, el epicentro de los ataques
La familia Bibas fue secuestrada al completo en su casa de Nir Oz, un kibutz ubicado a poco más de un kilómetro y medio del muro que divide Israel y Gaza y que el 7 de octubre vio morir a la cuarta parte de sus habitantes. La pareja, formada por Shiri y Yerden Bibas y sus dos hijos, Kfir y Ariel, de nueve meses y cuatro años, fue sacada de su casa en pijama, en un secuestro que fue captado en vídeo y difundido por Hamás.
Mientras los terroristas disparaban e intentaban entrar en el refugio, «Yarden, que tenía una pistola, salió del cuarto seguro con las manos en alto y les pidió que se lo llevaran a él y que dejaran a los niños y a Shiri», relata a RTVE.es Jimmy Miller, primo de Shiri. «Se fue pensando que le habían hecho caso, que solo se lo habían llevado a él«, continúa. Lo poco que sabe su familia, gracias a un vídeo recuperado por el Ejército y a lo que les contaron algunos de los rehenes liberados en noviembre, es que «están separados desde el principio».
En vídeos difundidos por Hamás, se ve a Shiri, visiblemente aterrada y con sus dos hijos en brazos, rodeada por un grupo de hombres armados. Para entonces, ya se habían llevado a Yarden, de quien también se difundieron imágenes que muestran cómo es trasladado a Gaza en una moto, mientras él se lleva las manos a la cabeza, llenas de sangre.
En noviembre, Hamás publicó un nuevo vídeo en el que Yarden pedía al Gobierno israelí que llevasen a su familia de vuelta a Israel. «Le dijeron que Shiri y los niños habían muerto en un bombardeo israelí, pero no sabemos si es verdad, no sabemos si están vivos o muertos«, se lamenta Jimmy, que también perdió a sus tíos, los padres de Shiri, quienes también vivían en Nir Oz y fueron asesinados en su casa.
«Cuídate tú, entra tú al cuarto de seguridad», le dijo Iair Horn (46) a su padre cuando Itzik le escribió para preguntarle si estaba bien como parte de una rutina que seguían cada vez que escuchan las alarmas. Fue lo último que supo de él. Iar, que entonces tenía 45 años, también era vecino de Nir Oz, y también fue tomado como rehén mientras se escondía en su refugio. Lo que su padre no supo hasta más tarde, es que su hermano Eitan, el segundo de sus tres hijos, había ido a visitarlo y también había sido capturado.
«En noviembre, algunos rehenes liberados nos dijeron que los vieron en los túneles y que no estaban heridos», cuenta su padre, pero eso, dice, fue «hace mucho» y, desde entonces, no ha vuelto a saber nada más. «Cuando miro sus fotos intento pensar que son jóvenes, fuertes, que podrán sobrellevarlo, pero no es solo la tortura física, es también psicológica… y ni hablar de las condiciones en las que estarán», dice Itzik.
Sin atisbos de una nueva tregua
La tregua pactada entre Israel y Hamás en noviembre supuso un breve respiro en Gaza de apenas cuatro días y una pequeña dosis de esperanza para las familias de los rehenes. Fueron liberados unos 50, entre ellos Elma Avraham, una mujer de 85 años que pasó cerca de dos meses en cautiverio. «No nos ha contado detalles y no lo recuerda todo porque no estaba muy consciente», explica a RTVE.es su hijo Uri Rawitz.
Les dijo que apenas recibía comida, ni agua, y que pasó casi dos meses en una colchoneta tirada en el suelo en algún lugar de los túneles de la Franja. «Le pregunté, ‘¿mamá, que tenías en tu mente?’ (mientras estaba en Gaza) En psicología se llama disociación, estaba bloqueada. Me dijo: ‘No pensé en nada, ni siquiera en ti’. Intentó jugar con números en su cabeza hasta que se cansaba y se echaba a dormir», relata su hijo.
“»Yo sé que mi madre está bien. Puedo verla. Puedo sostener su brazo. Ellos no tienen esa oportunidad, sólo tienen esperanza»“
«Es una sensación muy extraña que llaman la culpa del superviviente. Yo era uno de ellos, y ya no lo soy. […] Yo sé que mi madre está bien. Puedo verla. Puedo sostener su brazo. Ellos no tienen esa oportunidad, sólo tienen esperanza», se lamenta Uri, que no puede creer que, después de tanto tiempo, todavía queden rehenes en Gaza. «La guerra no va a ninguna parte y creo que debería parar», asegura.
Liran Berman es otro de los familiares que siguen esperando. Concedió una entrevista a RTVE.es en enero, cuando sus dos hermanos, Ziv y Gali, llevaban tres meses retenidos en alguna parte de Gaza. Para entonces ya parecía una eternidad, pero no esperaba que ocho meses después de aquella conversación, la situación fuera la misma. «Nadie pensó que iba a durar tanto«, confiesa.
Lleva sin saber nada nuevo desde noviembre. Como a Iar y Eitan, a estos dos hermanos gemelos también les vieron en los túneles. Cumplieron 27 años el mes pasado: «Al principio pensé que era bueno que su cumpleaños fuera en septiembre, lo veía como algo lejano y estaba seguro de que no lo celebrarían en cautividad», confiesa su hermano mayor.
«Soy optimista porque no nos han dicho nada diferente», continúa Liran, que en enero no era capaz de dormir sin medicación. Con el tiempo, ha desarrollado, dice, «una especie de mecanismo» para calmarse. «Aún así, hay días duros». El recuerdo del último viaje que hizo toda la familia aún perdura. También el de la última vez que los vio, en la fiesta de Yom Kipur, poco antes del 7 de octubre. «Echo mucho de menos abrazarles y verles jugar con mis hijos«, dice.
Exigen un acuerdo al Gobierno: «Puede hacer más»
Para los que siguen esperando, la paciencia lleva meses agotada y, en el último mes, se han multiplicado las protestas en distintos puntos de Israel que exigen una tregua. El detonante fue la muerte de seis rehenes en Ráfah, a los que dispararon cuando las tropas israelíes estaban a punto de rescatarlos.
«Cada vez que descubren que han asesinado a un rehén se me parte el corazón, pero Hersh — uno de los seis rehenes fallecidos en septiembre — fue secuestrado junto a Or y con su muerte sentí que todo era más real«, reconoce Michael Levy. «Otras veces intentas no pensar en ello, te dices a ti mismo que tu hermano estaba en otro sitio […] pero esa vez necesité días para recuperarme», relata, al tiempo que asegura que toda la sociedad israelí está «triste y cansada» y que está pasando por un «trauma colectivo».
Liran Bernan cree que el Gobierno lo está intentando, pero también considera «que podría hacer más» y que, aunque también le teme a la guerra, «sólo con la combinación de la presión militar y la diplomática» se conseguirá «el mejor acuerdo». Hamás, dice, podría acabar con esto, también con el «sufrimiento y la destrucción en Gaza», liberando a todos los rehenes «incondicionalmente», pero «solo pone obstáculo tras obstáculo».
A principios de septiembre, después de varios días consecutivos de protestas y una huelga general para exigir un acuerdo, el presidente israelí, Benjamín Netanyahu, manifestó su intención de continuar con la operación militar en Gaza. Hamás había amenazado poco antes con que los rehenes volverían «en ataúdes» si Tel Aviv continuaba su ofensiva, pero el jefe del Ejecutivo reiteró que no cedería «a las presiones». Pese a las distintas conversaciones entre los mediadores internacionales, las opciones de alcanzar una posible tregua se diluyeron.
La guerra parece beneficiar al mandatario que, la semana pasada, sumó un nuevo frente al conflicto en Oriente Próximo. Después de una campaña de intensos bombardeos al Líbano y de la muerte de varios altos cargos de Hizbulá, aliado de Hamás, inició una incursión terrestre en el país vecino, donde ya han muerto casi 2.000 personas desde el inicio del conflicto.
Jimmy Miller tampoco confía en que las fuerzas armadas israelíes puedan rescatar a todos los rehenes. «Uno aquí, otro allí. Son cientos. Cuando se acercan, Hamás los mata y escapan. La única manera es con un acuerdo«, opina. Él ni siquiera pudo conocer al pequeño Kfir. «La última vez que vi a Shiri estaba embarazada […] Todo el tiempo pienso en qué queda por hacer para traerlos de vuelta, en cómo Hamás no entiende que tiene allí a dos bebés que deberían estar con nosotros, ellos no son los enemigos de Hamás».
«Uno tiene miedo de olvidar cómo suenan sus voces», lamenta Itzik Horn, que cree que «había que haberlos sacado hace mucho tiempo». El Gobierno «es el responsable de lo que les ocurrió» y «le exigimos que nos devuelva a todos», a los vivos y a los muertos, para poder enterrarlos. «No quiero más bajas para rescatar ni a mis hijos, ni a ninguno de los rehenes, cada soldado que cae, es un doble dolor». Lo que mantiene a los familiares, dice, es «la esperanza de volver a encontrarnos, de volver a verlos, de volver a abrazarlos. Pero a medida que va pasando el tiempo — y ha pasado mucho — las fuerzas disminuyen«.