- Algunas razas como el maíz dulce, mushito, purépecha y uarote, se preservan gracias a la dieta cotidiana familiar y la cocina tradicional preservada por las mujeres purépechas.
- Los huertos familiares y el autoconsumo son prácticas fomentadas por las mujeres desde sus hogares y comunidades, con las que preservan y reproducen semillas de maíz en peligro de extinción.
Morelia, Michoacán a 18 de julio del 2024.- Las mujeres indígenas de la Ribera del Lago de Pátzcuaro se han vuelto guardianas de los maíces nativos de la zona debido al valor agregado que les dan a los granos y la dieta cotidiana que ellas mismas se encargan de preservar, pues el maíz juega un papel fundamental en las mesas de los pueblos originarios. Lo anterior, de acuerdo con la investigadora del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Campus Morelia, doctora Marta Astier Calderón.
A decir de la especialista, razas como el maíz dulce, mushito, purépecha y uarote aún se cultivan en las parcelas familiares o los huertos de traspatio, dotando a las familias de este alimento básico en su dieta cotidiana, pero además ayudando a su preservación, pues si bien algunos se han visto desplazados, e incluso amenazados, por la poca rentabilidad de los cultivos de maíz y la falta de jóvenes agricultores, son las mujeres quienes ayudan a mantener las razas vivas.
“La mujer, primero que nada, hay que tomarla en cuenta y, segundo, está un poco ligado con la posibilidad de darle valor a los productos de la milpa, a los cultivos y la forma de darle valor es la transformación, y la transformación es transformar el maíz en otras cosas, tortillas, tamales, gorditas, uchepos, etcétera y de eso se encarga la mujer”, explicó la especialista de la UNAM Morelia.
Además de la labor de la cocina y la transformación del maíz, también ayudan a difundir las especies, debido a que algunas mujeres ofrecen sus productos como parte de sustento cotidiano, todo con granos específicos que piden a sus esposos cultivar, tanto para autoconsumo como para comercializarlo, con lo que se garantiza que las especies se mantengan.