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La autoridad es la facultad que tienen algunas personas para ejercer el poder o mando sobre otras, puede ser de índole legal o bien de tipo personal.
La primera se ejerce según el rango o cargo que se tiene en una organización, en un gobierno, es decir una persona no tiene autoridad por sí misma sino por el puesto que ocupa. En el momento en que cese en ese puesto dejará de tener esa autoridad que pasará a la persona que lo substituya.
Esta autoridad faculta al que la ejerce a tomar decisiones que pueden afectar a otras personas. Por lo tanto este concepto de autoridad ha de ir necesariamente unido al de responsabilidad. Así los gobiernos deben responsabilizarse de sus decisiones y de sus actuaciones.
En la autoridad de tipo personal, ésta no depende del puesto que se ocupe, la persona la ejerce por sus características personales, su prestigio, su capacidad de persuasión, su liderazgo, su carisma, etc., no se basa en una estructura jerárquica de subordinación.
¿A donde voy con todo esto?
A que de pronto me da la impresión que la autoridad legal que se confiere a nuestros gobernantes, con el voto que nosotros depositamos en las urnas y que los llevó a su cargo que ahora desempeñan simplemente no se ejerce.
Puede un grupo de jóvenes secuestrar o robar una unidad de transporte, puede bajar a la gente a su antojo, quemar los vehículos que han robado a sus dueños, bloquear las vías generales de comunicación, extorsionar a los choferes que pasan por casetas de cobro al solicitarles una cuota para dejarlos pasar so pena de que en caso contrario que no exista una “cuota voluntaria”, sean ponchadas las llantas de los vehículos o bien sean abolladas sus carrocerías, pueden hacer destrozos en edificios públicos, dañar el patrimonio cultural y no existe poder humano ni autoridad que le competa evitar toda esa serie de delitos.
¿A que se le tiene miedo? ¿A olvidarse que esos delincuentes en tiempo de elección no voten por ellos? ¿A que salgan a gritar insultos y diversas consignas? ¿A que sean el prólogo de un estallido social?
La opinión pública les aplaudiría sin regateos simplemente que se cumpla con el estado de derecho, la opinión pública no está en contra de que se manifiesten libremente las ideas, las inconformidades, pero hasta donde no se dañe el derecho de terceros.
También la opinión pública tiene una devastadora conclusión, la autoridad tiene miedo de ejercer eso AUTORIDAD.
Articulista: Ignacio Martínez
