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En primera persona: Volver a empezar, un emigrante gambiano regresa a casa

02 Abril 2023 Migrantes y refugiados

Amadou Jobe, como muchos otros gambianos antes que él, emprendió un peligroso recorrido por el norte de África en un intento fallido de llegar a Europa. Ahora, con el apoyo de la ONU, está empezando de nuevo de cero en su país.

“Soy originario de Jarra, una zona rural en la Región Sur del Río de Gambia, en el centro Gambia. Me mude a la capital, Banjul, cuando tenía 15 años, para vivir con mi hermano y atender a la preparatoria. Aunque, no me gradué porque no podíamos costear el gasto de colegiatura. 

Cuando tenía 20, hace unos cinco años, mis amigos y yo decidimos salir de Gambia. Este no es un país rico, y escuchamos que había muchas personas se habían ido y habían tenido éxito en Europa, mandando dinero a sus familias.

Quería irme a Italia, porque pensaba que era el país con acceso más fácil de Europa. Sabía que muchas personas habían muerto intentando llegar a Europa, pero pensé que yo sería capaz de hacerlo.

El primer paso era llegar a Senegal, y de ahí tomar un autobús hacia Mauritania. Me quedé ahí, con el esposo de mi hermana por cinco meses, haciendo trabajo de construcción y cualquier trabajo que pudiera hacer para ganar dinero con el que continuar el recorrido del viaje.

De Mauritania me fui a Mali. Este recorrido fue muy largo, me tomó cerca de 12 horas llegar a la capital, Bamako. Había muchos otros gambianos en el autobús. Después nos fuimos hacia Burkina Faso para llegar a Agadez, en el centro de Níger. En cada etapa teníamos que pagar para que nos dejaran continuar. Nos sentíamos en peligro, pero a esa altura era demasiado tarde volver atrás.

Éramos unas 25 personas en una camioneta abierta, conduciendo por el desierto, sin sombra. Hacía mucho calor y era incómodo. Estuvimos tres días durmiendo en el desierto. Por la noche hacía mucho frío y tuvimos que comprar mantas y chaquetas grandes para abrigarnos.

Migrantes rescatados frente a las costas libias en 2021 por la ONG SOS Méditerranée.

© SOS Méditerranée/Fabian Mondl Migrantes rescatados frente a las costas libias en 2021 por la ONG SOS Méditerranée.

Tenía miedo de que nos dispararan

Algunas veces los conductores eran buenas personas, pero otras eran muy violentos y nos pegaban. Cuando llegamos a Libia, fuimos golpeados y nos quitaron todo nuestro dinero. Por suerte, tenía comida escondida en el autobús. Las personas que nos golpeaban tenían armas, y yo tenía mucho miedo que nos dispararan.

La siguiente etapa del viaje era Sabha, en el centro de Libia. Como no tenía dinero, tuve que quedarme allí cuatro meses, buscando trabajo para pagarme el pasaje a Trípoli.

Cuando viajas de Sabha a Trípoli, tienes que entrar de contrabando. Si te ven, te pueden matar, así que tuve que esconderme en una habitación oscura y sin luz durante tres días. Fue durante la guerra civil y había mucho peligro.

Los soldados dispararon al barco

Tuve que esperar más de un año en Trípoli antes de poder llegar a la costa y tomar un barco hacia Italia. Uno de mis hermanos recaudo el dinero para poder conseguir un pasaje.

Antes de partir, hubo un tiroteo y pronto nos dimos cuenta que nuestro barco estaba bajo ataque en el agua: un bala impacto la embarcación.

Los soldados no querían que nos fuéramos a Europa, así que dispararon al barco, sin importarles si alguno de nosotros moría en el agua. Nuestra única opción era dar la vuelta hacia la costa libia y, cuando el barco había acumulado demasiada agua, nadamos hasta la orilla.

Cuando llegamos a tierra, nos llevaron a un centro de detención. Los soldados nos golpeaban y nos decían que les diéramos dinero, pero a mí no me quedaba nada. Tuve que quedarme allí dos meses en esas condiciones duras y sucias. Nos quitaron los teléfonos para que no pudiéramos contactar con nuestras familias; muchas de ellas pensaban que estábamos muertos.

Empezar de cero

Eventualmente, llegaron al centro de detención personas que trabajaban para la ONU. Nos dieron ropa, y algo de comida y nos ofrecieron vuelos de regreso a Gambia.

Estaba muy triste: lo había perdido todo y tendría que empezar otra vez de cero. No quería volver a casa, pero no tenía otra opción.

Cuando llegué, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) me ofreció ayuda para emprender un negocio. Me preguntaron qué quería hacer y, por mi experiencia en el trabajo de construcción, les dije que podía vender cemento.

Me suministraron unos sacos de cemento pero, por desgracia, el lugar que encontré para guardarlos no estaba protegido de la intemperie: era época de lluvias y el agua llegó a todo el cemento. Se echó a perder.

Volví a la ONU para pedir más ayuda y me ofrecieron formación. Fue muy útil, y pude obtener un certificado y volver a trabajar con aluminio. Conseguí trabajo en la tienda de un amigo en Banjul, que vende marcos de aluminio para ventas.

En el futuro, cuando pueda reunir el dinero, pienso abrir mi propia tienda. Ahora estoy cansado y tengo dos hijos, y quiero triunfar aquí. No volvería a intentar ese viaje a Europa. Es demasiado arriesgado. Si no tienes éxito, lo pierdes todo”.

Amadou Jobe encontró trabajo en Banjul, la capital de Gambia, tras un intento fallido de llegar a Europa en barco.

ONU Noticias/ Hisae Kawamori Amadou Jobe encontró trabajo en Banjul, la capital de Gambia, tras un intento fallido de llegar a Europa en barco.

Formación de la ON en Gambia

La formación de Jove se impartió en el marco del programa Trabajo, Habilidades y Finanzas en Gambia, un programa emblemático del Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Capitalización (FNUUDC), en colaboración con el Centro Comercial Internacional (CCI) y con financiación del Fondo de Desarrollo Europeo.

El programa de Trabajo, Habilidades y Finanzas aborda retos persistentes en Gambia, como la falta de oportunidades laborales para jóvenes y mujeres, los bajos niveles de inclusión financiera y la adaptación al cambio climático y su mitigación.

El programa apoya la meta 8.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que pide la promoción de políticas orientadas al desarrollo que apoyen las actividades productivas, la creación de empleo decente, el espíritu empresarial, la creatividad, la innovación y fomentar la formalización y el crecimiento de las microempresas, entre otras cosas mediante el acceso a los servicios financieros.

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