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Ahuacatlán, un municipio sin futuro económico

(Por José Cruz Delgado)

*OLVIDADO POR DIOS Y AUTORIDADES.

26 de enero del 2023.- Hace días estuve en mi querido pueblo, Ahuacatlan, Nayarit, me dio gusto después de una larga ausencia, pero me dio lástima verlo hundido en el subdesarrollo económico, en el total olvido por parte de las autoridades.
Un hermoso pueblo que tiene como corona el legendario volcán «El Ceboruco», que puede atraer al turismo, pero las autoridades parecen no darse cuenta de ello.

No hay empresas donde la gente trabaje, la gran mayoría vive de las remesas de los migrantes, como muchos otros municipios que hay a lo largo y ancho del país.
Los jóvenes, principalmente, ante la falta de oportunidades emigran al vecino país del norte en busca del sueño americano para dar una mejor calidad de vida a sus familias.
Atrás quedaron los cultivos de caña de azúcar, las moliendas donde se ocupaban los varones y la elaboración del piloncillo (panocha), el rico melado que se saboreaba con un rico atole de masa de maíz, poco a poco se fue terminando hasta no quedar nada, bueno, hasta el cine dejó de funcionar donde la gente iba a ver dos películas por el mismo precio.
Hoy es prácticamente un pueblo fantasma, reitero, de los que hay muchos en el país. El bullicio de la gente escasamente dura cinco horas, al filo del medio día todo es soledad. Es hasta ya por la tarde-noche que sale un poco de gente a degustar de los ricos tacos de carne asada o unas ricas tostadas gigantes de pierna, pollo y patitas de cerdo, ya para las diez de la noche todo es silencio.
Pareciera que a las autoridades en turno poco les importa el desarrollo económico.
Mire usted, las calles son las mismas, las mismas piedras con las que tropezaba de niño, solo las maquillaron con cemento pero siguen estando a flor del piso.
Ojalá, las autoridades locales se preocuparan más por su gente, sobre todo para que deje de ser un pueblo hundido en la mediocridad económica.
Pero aparte de eso me dio mucho gusto ver a mi madre Chelina, a mis hermanos Beto, Martín, Chuy y Carmen, faltó Daniel a quien no tuve la suerte de ver, tampoco a Marcelo, Toño y Ángel quienes están en el otro lado.
Iba con el fin también de ver a mis amigos Oscar Covarrubias, el Manotas, al profesor José Rivera, a la Changa, a Lupillo y al ingeniero pesquero Cuco, los últimos hijos del inolvidable y querido profesor Chabelo, muy estimado por las y los ahucatlenses y forjador de muchos profesionistas.
Solo tuve la suerte de ver a Cuco, siempre amable, bromista y con una gran sonrisa.
Recuerdo que cuando más jóvenes llevábamos serenata por las noches y nos reunimos en el «cuadro», enfrente donde está la escuela secundaria Plan de Ayala dónde cursé el primer grado de secundaria, ahí ensayábamos las canciones, bueno, ellos, porque yo no sabía tocar guitarra y además cantaba horrible, a tal grado que me decían en broma que yo cantaba muy feo y mejor me quedara callado.
Claro no podía faltar el tequila Miramontes, no había para más, hecho artesanalmente en Ahuacatlán, era el más barato y se hacía la «coperacha».
Vi también a mi querido colegio Fray Pedro de Gante, donde cursé la educación primaria, hoy en ruinas, y recordé a mi maestro La Ponchada», (QEPD), un chingón para las matemáticas, como lo era y sigue siendo La changa.
Me regresé a Morelia lleno de hermosos recuerdos difícil de olvidar, pero también triste de ver a mi pueblo hundido
en el subdesarrollo y olvidado por las autoridades.

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