10 de noviembre del 2022.- La anunciada retirada de las tropas rusas de la ciudad de Jersón puede significar un nuevo giro de los acontecimientos en la guerra de Ucrania. Rusia ha hecho saber públicamente que retira a sus tropas para concentrarlas en la otra orilla del río Dniéper y reforzar allí sus posiciones defensivas.
Sin embargo, es un golpe simbólico y estratégico para Moscú, cuyas fuerzas abandonan la única capital regional que han conquistado desde el comienzo de la invasión, el 24 de febrero. Además, Jersón es un punto neurálgico por su situación cerca de la desembocadura del Dniéper y de la península de Crimea.
Kiev desconfía y teme que sea una trampa, y en cualquier caso la retirada no será fácil, pero podría crear las condiciones para una apertura de negociaciones aprovechando la ralentización de operaciones militares por las primeras nevadas.
Una retirada estratégica con coste político
Con su retirada de sus tropas de la ciudad, Rusia completaría un repliegue iniciado a mediados de octubre, con la evacuación de entre 70.000 y 100.000 civiles.
Las razones para Rusia parecen claras: la contraofensiva ucraniana en el sur, iniciada en agosto, ha avanzado rápidamente; sus líneas de suministro están bajo la presión de los bombardeos de la artillería ucraniana (con sistemas como los HIMARS, facilitados por los aliados occidentales); y se acerca el invierno, que dificultará las operaciones militares.
El jefe de la agrupación de fuerzas rusas que combaten en Ucrania, general Serguéi Surovikin, reconocía que, en estas circunstancias, sostener y abastecer a sus tropas en la orilla occidental (izquierda) del Dniéper era imposible.
En cambio, retirándose al otro lado del río los rusos mejoran sus posibilidades defensivas. Los servicios de inteligencia occidentales llevan días advirtiendo de que Rusia está reforzando sus posiciones en ese lado (y también en Zaporiyia y Mariúpol) con estructuras de cemento conocidas como «dientes de dragón», que dificultan el paso de carros blindados.
«El Ejército ucraniano está presionando contra el río, y las fuerza rusas disminuyen», ha explicado en TVE Manfredo Monforte, general de división retirado y miembro de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares. «Retirarse para coger impulso o reforzarse puede ser una buena opción, pero hay discusión entre los analistas sobre las razones tras la retirada», añade.
Monforte advierte que «aún no sabemos a dónde conduce esta jugada» pero cree que «las dos o tres semanas que vienen serán claves en la resolución del conflicto».
Incluso si tiene sentido militar, la retirada es un golpe moral y estratégico para el Kremlin, y puede tener un coste político para el presidente ruso, Vladímir Putin.
«Simbólicamente, es muy importante, es la única capital de provincias que controlaba Rusia, y facilita abrir un segundo frente, aparte del de la costa, sobre Crimea. Es una operación de mucha envergadura», ha opinado en el Canal 24 Horas Chema Gil, codirector del International Security Observatory.
Ya a comienzos de octubre, cuando estaba claro que los rusos estaban a la defensiva en la región de Jersón, el número dos de las autoridades impuestas por los ocupantes, Kiril Stremusov, acusó a los militares de incompetencia y corrupción. Stremusov murió este miércoles, según Moscú en un accidente de coche.
Este jueves, al conocerse el anuncio de retirada, blogueros militares rusos la calificaron como una «página negra» en la historia del Ejército ruso.
Otros aliados de Putin, en cambio, han cerrado filas para justificar la decisión. Es el caso del líder checheno Ramzan Kadirov, que en otras ocasiones ha exigido más dureza a las autoridades rusas, pero que esta vez ha asegurado que es la «opción adecuada» y evitará el «sacrificio sin sentido» de los soldados.
Yevgeni Prigozhin, fundador del grupo de mercenarios Wagner y otro de los «halcones» partidarios de la guerra, ha reconocido que la decisión es «difícil» pero ha alabado el sentido de la «responsabilidad» de Surovikin.
La lucha se acerca a Crimea
El mayor riesgo para Rusia es que el repliegue amenaza su joya de la corona: Crimea. La región de Jersón es la puerta de entrada por tierra a la península, anexionada unilateralmente por Rusia en 2014. Perder el sur de la región sería perder el corredor terrestre que comunica Crimea por tierra con los territorios prorrusos del este de Ucrania y con la propia Rusia. El avance ucraniano, además, pone a Crimea a tiro de sus misiles.
«Rusia enfrentaría una situación muy complicada en Crimea, y pondría el conflicto bélico en estos momentos del año, que son muy complicados, en un punto de máxima tensión», dice Gil.
Para Ucrania, añade el analista del International Security Observatory, el objetivo de Crimea «podría ser muy apetecible, otra cosa es escenario conflicto haga posible combatir en Crimea con cierta posibilidad de éxito».
La inteligencia militar británica destacaba este jueves que la retirada rusa supone también el abandono del objetivo estratégico de crear un «puente terrestre» desde las zonas que controla en el Este de Ucrania hasta la ciudad portuaria de Odesa, aún en manos ucranianas, que así sería más vulnerable.
Desconfianza ucraniana y difícil retirada rusa
A pesar del anuncio del Ministerio de Defensa ruso, el gobierno ucraniano sigue sin fiarse de que los invasores vayan a retirarse de verdad. Las Fuerzas Armadas ucranianas llevan días advirtiendo de que efectivos de las fuerzas especiales rusas, sin uniforme y con ropas civiles, estaban tomando posiciones en edificios de viviendas. Temen que sea una trampa para incitarles a entrar y enfangar a sus soldados en un combate urbano.
«Ucrania hace bien en desconfiar», cree Chema Gil. La inteligencia suministrada a Kiev por EE.UU. y otros aliados ayudará a los ucranianos a «valorar si el movimiento anunciado, representado incluso, por Rusia, es cierto o puede provocar una operación de Ucrania que luego se vea embolsada». «La inteligencia que se le está suministrando a Ucrania es casi tan importante como el suministro de armamento», añade el analista.
El jefe del Estado Mayor de EE.UU., general Mark Milley, aseguró este pasado miércoles que los datos iniciales muestran que los rusos realmente se están retirando, pero que el repliegue de unos 30.000 soldados llevará días o incluso semanas. «Creo que lo hacen para preservar su fuerza, para reestablecer líneas defensivas en el sur del río, pero eso aún hay que verlo», dijo Milley.
La retirada no será fácil. «Sin lugar a dudas vamos a tener combates sangrientos en torno a Jersón, en las dos orillas del Dniéper», advierte Gil.
Los ucranianos han bombardeado los puentes, incluyendo uno móvil de pontones montado por los ingenieros rusos, y otros los han destruido los propios rusos. Con los pasos sobre el río limitados, las fuerzas rusas que se retiren serán vulnerables. «Es probable que la retirada tenga lugar en varios días, con posiciones defensivas y fuego de artillería para cubrir la retirada», evaluaba la Inteligencia militar británica en un informe difundido este jueves. Además, los rusos «probablemente» han plantado minas para ralentizar el avance ucraniano, según la misma fuente.
Oportunidad para las negociaciones
La retirada rusa y la eventual reconquista de Jersón por los ucranianos puede tener una consecuencia positiva, al crear las condiciones para reabrir las negociaciones de paz.
Este jueves, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que desde el comienzo del conflicto se ha ofrecido como mediador, ha considerado la retirada como un «paso positivo».
En las últimos días, además, han salido a la luz informaciones sobre contactos entre Washington y Moscú para evitar una escalada. Y según publicaba el diario italiano La Reppublica, en la OTAN consideran que la toma de Jersón ofrece a Kiev una posición de fuerza y abre «una ventana de oportunidad» para pactar un armisticio.
«Todos los actores internacionales quieren se abran vías negociación. Podría ser a través de Turquía u otro actor internacional discreto – evalúa Chema Gil – Pero en estos momentos, Ucrania lleva la iniciativa, está obteniendo éxitos notables, y veo dificil que sea la situación más clara para negociar. Rusia sin lugar a dudas lo ha planteado, pero lo dicen en un momento muy critico en su situación».
Manfredo Monforte subraya que, después de nueve meses de contienda, ambas partes muestran síntomas de cansancio. «Las tropas están agotadas, los materiales se agotan y la logística se complica con el invierno. Creo que estamos cerca de una solución, me imagino que negociada».
El general retirado también apunta a que Ucrania en estos momentos «tiene la moral alta, porque recupera territorio, pero hay que preguntarse a costa de qué». «El cansancio guerra puede llevar a negociar. Habrá que ver qué líneas rojas hay por cada bando», añade.
Quizá en un signo de que las posturas de ambas partes se están flexibilizando, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ya no pone como condición para las negociaciones la destitución de Vladímir Putin, aunque sí insiste en reclamar la integridad territorial de su país, incluyendo Crimea.
Con información de RTVE