21 de septiembre del 2022.- La guerra en Ucrania ha entrado en una nueva fase este miércoles. El anuncio del presidente Vladímir Putin de una movilización parcial (300.000 reservistas, según el Ministerio de Defensa) para hacer frente a la contraofensiva ucraniana, unido a la convocatoria de referéndums de anexión a Rusia en los territorios que controla (Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia) supone una escalada en el conflicto que como mínimo contribuirá a alargarlo en el tiempo.
Con la movilización, Putin reconoce que sus fuerzas profesionales y el despliegue de medios no han logrado doblegar a Ucrania en siete meses, cuando su estrategia inicial era una ofensiva relámpago para llegar a Kiev en pocos días y forzar un cambio de gobierno.
La anexión de facto de los territorios ocupados significa que, para Moscú, pasarán a formar parte del territorio nacional y, por tanto, estará justificada su defensa por todos los medios, incluyendo una movilización total o el uso de armas no convencionales, como ha advertido Putin en su discurso.
La invasión de Ucrania, de «guerra relámpago» a larga campaña
Kiev y las cancillerías occidentales han interpretado la orden de Putin como un gesto de debilidad. La contraofensiva ha permitido a Ucrania recuperar prácticamente toda la región de Járkov y situarse a las puertas de Lugansk, y ha puesto aún más en evidencia los problemas que afronta Moscú sobre el terreno.
Los fallos de su Ejército han quedado en evidencia, mientras las fuerzas armadas ucranianas han mostrado su eficacia y no han dejado de recibir apoyo militar y financiero de Occidente. Unos 6.000 soldados rusos han muerto, de los 200.000 que han participado en la invasión, según datos el Ministerio de Defensa ruso, aunque la cifra podría ser mucho mayor. EE.UU. asegura que las bajas superan las 70.000.
“Llamar a la movilización de parte de la reserva significa que necesitan refuerzos, y por tanto la cosa va mal para Rusia“
«El discurso de Putin ha sido clarificador – explica a RTVE.es Francesc Serra, profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) – A pesar de lo que se decía hasta el momento, las cosas no van bien para Rusia. No ha habido un reconocimiento explícito, pero si implícito. El hecho de llamar a la movilización de parte de la reserva significa que necesitan refuerzos, y, por tanto, la cosa va mal».
Sin embargo, el profesor de la UAB no cree que la movilización sea eficaz desde el punto de vista logístico. «Uno de los problemas es la falta de personal y el elevado número de bajas, pero es solo una parte. Otra parte es que el personal está poco o mal entrenado y cada vez menos motivado». Además, subraya Serra, está la falta de material que, según fuentes EE.UU., ha llevado a Rusia a buscar suministros en Corea del Norte.
“El personal está poco o mal entrenado y cada vez menos motivado“
«Una de las críticas al Kremlin es que las tropas eran claramente insuficientes», explica a RTVE.es Juan Tovar, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Burgos. «La movilización le permitirá disponer de más recursos humanos y aumentar la rotación de tropas. Es una estrategia arriesgada desde el punto de vista doméstico, pero perder la guerra también lo es».
«El cambio de Rusia se ha acelerado por la contraofensiva ucraniana en Járkov, porque Rusia no tenía suficientes tropas para proteger esa región», ha explicado en el Canal 24 Horas de RTVE Álvaro de Argüelles, analista de El Orden Mundial. «Nadie pensaba que Rusia iba a movilizar a reservistas, que es población con poca experiencia militar, reintegrados a la vida civil», añade.
«Rusia le ha añadido meses de duración al conflicto, pero no revierte la tendencia – ha añadido Argüelles – Pierde miles de kilómetros cuadrados de territorio, el Ejército ucraniano está cada vez mejor armado y permanece movilizado. Rusia ni siquiera ha conseguido su estrategia minimalista, que era el control del Donbás».
Riesgo interno para Putin
Aún está por ver cómo se va a llevar a cabo este alistamiento, que en sí mismo supone un reto logístico, y el coste político interno que entraña para Putin.
El decreto de movilización [EN] afecta a todos los «ciudadanos de la Federación Rusa», pero el Gobierno puede decidir exenciones. El ministro de Defensa, Sergéi Shoigu, se ha apresurado a explicar que no serán movilizados ni los estudiantes ni quienes actualmente están prestando el servicio militar. El ministro ha asegurado que Rusia puede llegar a movilizar a 25 millones de hombres con experiencia militar, por lo que este llamamiento de momento solo afecta a un 1 %.
El Kremlin sabe que una movilización general podría mermar el apoyo con que cuenta entre la población. Según el centro estadístico ruso Levada, el apoyo a Putin está en el 83 %, y un 76 % aprueba la «operación militar especial». Una mayoría de rusos son favorables también a que Jersón y Zaporiyia se separen de Ucrania, y un 45 % creen que deben formar parte de Rusia. No obstante, la sociedad rusa está dividida sobre la conveniencia de continuar las operaciones militares o sentarse a la mesa de negociaciones, y los jóvenes prefieren esta última salida.
«La sociedad rusa estará más precavida hacia la guerra – confirma Francesc Serra – Hasta ahora había un apoyo bastante mayoritario. Si vemos que la gente es llevada a la fuerza a una guerra que cada vez cuesta más entender, parte de la sociedad que la ha apoyado hasta ahora puede rebelarse».
“Si la movilización se extiende a los hijos jóvenes de la clase media rusa, podría llevar a protestas“
«Si la movilización se extiende a los hijos jóvenes de la clase media rusa, podría llevar a protestas», asegura Juan Tovar. «Si además de la movilización sigue perdiendo guerra, a Putin no le quedará otro remedio que recurrir a todo lo que tenga a su disposición».
En este contexto hay que entender la reciente modificación del código penal en la Duma (Parlamento), para endurecer las penas por rendición y deserción en caso de movilización o ley marcial, y para limitar los casos en los que pueden ser licenciados. De momento, los vuelos para salir de Rusia se han llenado después del anuncio de Putin y los primeros conatos de protestas en las calles han sido reprimidos.
Rusia sube la apuesta con la anexión de territorios ucranianos
Putin ha dirigido su discurso de este miércoles «al pueblo de la gran patria, a todos los unidos por la gran Rusia histórica» y a los «residentes en las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk y las regiones de Jersón y Zaporiyia y otras áreas liberadas del régimen neonazi [en referencia al Gobierno de Ucrania]». Nadie duda de que los referéndums en las zonas ocupadas, si finalmente se celebran, arrojarán un resultado favorable a la anexión.
En ese caso, Moscú puede considerarlos territorio ruso, como ocurre con Crimea desde 2014, y defenderlos con todos los medios a su alcance, incluyendo armas nucleares tácticas, tal y como prevé su doctrina militar. «No es un farol», ha advertido el presidente ruso.
«Las armas nucleares están planteadas para este tipo de escenario – confirma Juan Tovar – Rusia podría usar ese armamento o cuanto menos políticamente mostrar que lo usaría». «La pregunta es si estos territorios son tan relevantes para Rusia como Crimea, que es vital», puntualiza.
Sin llegar tan lejos, Rusia también podría recurrir, según Tovar, «a la movilización general o a atacar infraestructuras civiles clave en Ucrania, como ya ha empezado a hacer, del ámbito energético, las comunicaciones…».
Serra destaca la importancia de que Moscú se anexione los territorios ocupados, dándose así un «semi-pretetxto para semi-legitimar la presencia de Rusia en la zona». «Si Rusia va a actuar como si defendiera su territorio, se explica el reforzamiento armamentístico, la nueva conscripción, el llamamiento a reservistas etc».
El profesor de la UAB llama la atención sobre cómo el presidente ruso, en su discurso, ha denunciado la amenaza nuclear que Occidente supone para Rusia. «Los discursos bélicos son reversibles, esto siempre ha sido así», subraya, y cree que no es posible descartar de plano el uso de este tipo de armas. «Hay que estar muy loco para hacerlo, pero Putin ha traspasado ya algunas líneas rojas».
Una guerra más larga y de desgaste
La primera conclusión es que la guerra está lejos de terminar. Pese a los llamamientos internacionales a favor del diálogo de países a los que Rusia considera amigos, como China, la India y Turquía, Putin no parece dispuesto a renunciar a las ganancias territoriales en Ucrania. Kiev, por su parte, ha asegurado que la movilización rusa era «esperable» y que continuará atacando para recuperar todo su territorio.
«Rusia tiene capacidades para iniciar una escalada, la guerra no va a tener un final rápido, se va a alargar más allá del invierno», considera Juan Tovar. El profesor de la Universidad de Burgos subraya que este escenario «no es bueno para ninguna de las partes, tampoco para Ucrania, que mes a mes pierde crecimiento económico y se endeuda más y más».
Conforme se acerca el invierno aumenta también la presión sobre los aliados europeos de Ucrania, que sufren las repercusiones del corte de suministro de energía por parte de Rusia. «Tenemos una guerra que va a durar bastante, y uno de los factores es el de la política doméstica de los países envueltos, los aliados de Ucrania, los países europeos y EE.UU.», añade Tovar.
Alargar la guerra no será fácil tampoco para Rusia sin grandes aliados, señala Francesc Serra. «Una guerra es muy cara y Rusia no es un país rico, su PIB es un poco mayor que el español, y más bajo que el de Italia o Corea del Sur. ¿Se puede permitir una guerra con tanto desgaste? A mi parecer, no. ¿Pero puede renunciar? No sé si Rusia tiene otra opción, pero probablemente Putin no».
Con información de RTVE de España