Por Jimena Quintana.- Cada 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro. Es una conmemoración relativamente joven, pues fue a penas en 1995 que se comenzó este magnífico festejo. El objetivo perseguido por la UNESCO para promulgar ese día fue el de fomentar la lectura en varios países. Y es que leer, además de permitirte viajar sin salir de tu casa, es un ejercicio mental estupendo. Implica concentración, abstracción, imaginación, entre muchas otras cosas. Es una cercanía con el otro completamente atemporal. Es por eso que, desde entonces, varias ciudades han sido las capitales mundiales del libro como: España, Egipto, India, Bélgica, Canadá, Colombia, Líbano, Argentina y otras más. En ellas se realizan durante esos días actividades culturales que promueven la lectura.
México aún no ha sido seleccionado para tener ese gran honor, pero eso no significa que no hagamos fiesta en ese día. Varias ciudades de México lo celebraron con diversas actividades como ferias, lecturas al aire libre, etc. La ciudad de México, en los innumerables y vibrantes recintos que atesora, también aportó su granito de arena. En el zócalo hubo una lectura dramatizada de “Hamlet”, a propósito del aniversario luctuoso de William Shakespeare, por parte de una compañía de actores llamada “Fénix Novohispano”. En el Jardín Hidalgo, Coyoacán, se regalaron libros, se habló con varios escritores que platicaron amenamente sobre los libros que más les gustan, se leyó en voz alta, hubo concursos y dramatizaciones.
La UNAM, la eterna proveedora de riquezas, también fue anfitriona de éste gran convite. En diversas cedes de la máxima casa de estudios se protagonizó la fiesta del Libro y la Rosa. El título fue tomado como arquetipo de la celebración catalana en la cuál los caballeros regalan rosas y las mujeres regalan libros. Y esto por que, según la leyenda, había una vez un dragón que tenía completamente atemorizado a un pueblo, pues devoraba a sus habitantes. Para ampararse ellos decidieron darle dos corderos diarios a tan tremenda bestia para poder saciar su hambre. Pero los corderos comenzaron a escasear y hubo que sortear, diariamente, a una víctima que sirviera de festín al insaciable dragón. Hasta que un día la princesa salió seleccionada. Ella partió aceptando su triste destino, pero en el camino se encontró al caballero Jorge. Él, decidido, mató a la terrible bestia para salvarla. Ya muerto el dragón, de su sangre brotó una rosa que el caballero regaló a la princesa. Al llegar al pueblo el rey le agradeció dándole infinitas riquezas, pero el caballero prefirió que esas riquezas fueran repartidas al pueblo, que ya había sufrido demasiado.
En Ciudad Universitaria, la fiesta tuvo lugar en el Centro Cultural Universitario, en la explanada ubicada frente al Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). El ambiente era agradable y había gente de todas las edades. Se llevaron acabo lecturas de poesía y cuentos en voz alta por actores y poetas. Se presentaron libros en los auditorios y se llevaron a cabo coloquios sobre los libros electrónicos y derechos de autor. Algunos “moneros”, como Trino, también rindieron homenaje a las novelas gráficas con un mural en el que podías tu también participar dibujando a tu personaje literario favorito. Hubo también danza con coreografías inspiradas en las obras de García Lorca, Italo Calvino, Raymundo Becerril y Clarice Lispector. Varias editoriales pusieron a la venta diversos títulos con buenos descuentos que hacían que el visitante difícilmente se resistiera a llevarse uno de ellos. Algunos institutos estaban ofreciendo hasta el 70% de descuento en libros publicados por la universidad. Los títulos eran variados y la gente se acercaba a las editoriales de acuerdo a sus gustos e intereses. “Oiga, ¿tendrá algún libro para hacer collares?”- Preguntó una señora a un vendedor que le contestó con una negativa. “Bueno, no tiene que ser de collares, puede ser de cualquier manualidad” – insistió ella, finalmente no había por qué cerrarse a posibilidades.
En un país como el nuestro, catalogado como un país de no lectores, estas festividades son imprescindibles. Son un intento importante por dar a conocer a grandes amigos como son los libros. No importa de qué humor estés. Si estás triste, feliz, nervioso, taciturno, intrigado o ansioso seguro encontrarás un libro que te ayude o te comprenda, qué te dé una respuesta o una opinión diferente. Yo, como una de las tantas princesas de esta maravillosa universidad, recibí mis rosas y esperaré con ansias el siguiente Día del Libro.