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Asalto al Capitolio de Estados Unidos (Artículo de Fondo)

Artículo de Fondo, Por Antonio Tenorio Adame (10-I-2021).- La presidenta de la Cámara de representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, ha sido categórica al demandar la renuncia del presidente Donald Trump por el cargo de convocar a sus seguidores en poner en riesgo la integridad del Congreso y sus integrantes.

Además, añadió la presidenta que Trump representa un riesgo para la Nación ya que dispone del control del botón atómico por lo que puede ocasionar un grave conflicto humanitario, por lo que pidió se le destituya o se le aplique un juicio político (impichement).


El cargo que pesa sobre el gobernante que niega su derrota electoral, es su agresión al sistema de gobierno y a la nación estadounidense, así como el potencial riesgo de crear un conflicto internacional de ataque a un país extranjero y más grave a la humanidad, ya que dispone de capacidad de oprimir el botón atómico capaz de provocar una catástrofe de genocidio.


No solo en el poder legislativo sienten la amenaza ante el desquicio del aun presidente, sino también, Twitter ha suprimido la cuenta de Trump sin que el acto se considere una censura a la libertad de expresión, pues se trata de una disposición de las empresas privadas que son responsables de mantener un control de la transmisión en la información para evitar el engaño o el daño a la población receptora, considerada un bien social del espacio público. Se trata de un peligro social, un “tigre herido”.


El Congreso dispone de las facultades para proceder conforme a la demanda: despido o juicio político, con la circunstancia de que ahora no ocurrirá como en el anterior intento de desafuero al presidente, porque la fracción de los Demócratas es mayoría en ambas Cámaras, así como el término de responsabilidad presidencial no concluye con el periodo de su ejercicio, sino que se extiende por un año más después de concluido. Trump camina sobre el filo de la navaja.

EL ASALTO AL CAPITOLIO

La memoria de los actos vandálicos del 6 de enero, en la ocupación del Capitolio en Washington vienen del pasado lejano desde la época del Imperio Romano cuando Vespasiano en el año 69 mandó a sus huestes a invadir la ciudad eterna, donde se dieron luchas encarnizadas con el asalto al Templo de Júpiter del Capitolino (arquetipo símbolo reproducido por Estados Unidos).


Las llamas devoraron el Capitolio en la ciudad eterna, en una fundición epigráfica se destruyeron centenares de inscripciones de bronce que luego el emperador intentó recuperar con nuevas copias de los textos, quien entró a la ciudad hasta el otoño del 70, la alta sociedad quería un emperador que respetara las leyes, aún quedaban rescoldos de los gobiernos estoicos.


De igual manera ocurrió en tiempos de la ilustración francesa con el avasallamiento del Palacio de Versalles (5 octubre 1789), y el de Tullerías (10 agosto 1792), aún más claro y preciso fue el Asalto al Palacio de Invierno por los bolcheviques (26 octubre 1917) en la revolución soviética; el Palacio de la Moneda en Santiago de Chile (8 de septiembre 1973) y el Palacio Nacional de Managua, Nicaragua (22 de agosto 1978).


Ahora la historia se reprodujo parcialmente, la convulsión actual no tenía el objetivo de la toma del poder, sino de mostrar su fragilidad. Lo logró.


Los EE.UU. parecían invulnerables a una intromisión desestabilizadora, solo Pancho Villa se atrevió a invadir el territorio de la Unión por breve tiempo.


La versión del desorden arrasador dio lugar a recordar los orígenes de la ocupación fundacional de los peregrinos del Mayflower cuya raíz calvinista los hacían propicios a formar sectas blindadas ante el exterior y elegidas por la divinidad, dando lugar a estimular la supremacía y justificar la agresión a la gente exterior ajena. Ahí se albergó la discriminación, el racismo y la inferioridad que dio lugar a la esclavitud y las formas de dominio a los tomados como inferiores.


El Imperio parece haber olvidado su propia historia, en particular la Guerra civil de 1861 provocada por la explotación esclavista y el expansionismo que despojó a México de la mitad de su territorio, hechos históricos que provocaron la confrontación bélica del norte contra el sur, el odio de guerra fincada en la superioridad racial que fue quebrantada por la Ley de liberación de esclavos  (1 de enero de 1863) y el triunfo del Ejército federal de Lincoln (1 abril 1865), cuya luz se extiende en la Ley de derechos civiles (1964), y su reclamo de vigencia en la acción libertaria del reverendo Martin Luther King asesinado en abril de 1968.


Hoy Trump va contra esa historia de integración igualitaria, intenta resurgir el suprematismo blanco con la paradoja que antes el Partido Republicano fue. Donde Lincoln encontró apoyo y consiguió la victoria.
Los “trumpistas” son proclives a inculpar a la migración como la causante de la pérdida de “Primero América”, o de la pérdida de empresas estadounidenses que emigran por razones utilitarias, como causante de su pérdida de competitividad económica o de hegemonía geoestratégica militar de dominio.


Es la primera llamada que pretende destruir la república democrática federal y representativa para imponer un gobierno totalitario más ciego de corte fascista de dominio imperial.


Aunque, el mundo ha dejado de ser unipolar y marcha a una conformación multipolar donde no cabe ya el dominio económico militar, menos aún de la furia de los desquiciados de la historia.

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