Columna Política «Ensalada de Grillos», Por Ciro Castillo (28-VIII-2020).- Fue la madrugada del 28 de febrero, exactamente hace seis meses, cuando se confirmó con una segunda prueba, el primer caso de COVID_19 en México.
Un hombre de 35 años que había viajado al Norte de Italia fue el “paciente cero” y su caso generó una serie de especulaciones, pues algunos creyeron que la enfermedad solo atacaba a los ricos; al menos, solo a los que tenían posibilidades de viajar.
Hoy, cuando han pasado un semestre completo, sabemos que el nuevo coronavirus no distingue posición social, raza, sexo o edad.
Hoy también sabemos que la pandemia ha sido más larga de lo que esperábamos y hasta ahora no existe una vacuna que la prevenga o la elimine por completo. Las primeras aún están en fase de pruebas.
A seis meses de distancia, cuando México ya acumuló 579 mil 914 casos confirmados seguimos en el reparto de culpas y con una economía hundida, pero parece que nos hemos acostumbrado a todo.
Nos acostumbramos, aunque nos costó varias semanas: a salir menos, a lavarse las manos con más frecuencia, a usar gel con alcohol, a no saludar de beso o de mano, a guardar distancia aunque sean conocidos o familiares, a utilizar cubrebocas aunque el presidente de México y sus asesores se hayan tardado en aceptar que este artefacto reduce el riesgo de contagio, principalmente en espacios cerrados.
Nos acostumbramos, lamentablemente, como ha pasado antes con los muertos a causa de la violencia, a contar muertos por la pandemia: 62 mil 594, con datos oficiales, hasta este jueves. Parece que fue ayer…
JUNTOS PERO NO IGUALES
A pesar de que Chiapas es un estado gobernado por Morena, el manejo de la pandemia del COVID_19 fue distinta desde el principio.
Sin salirse de la institucionalidad, Rutilio Escandón ordenó adecuar la respuesta a la enfermedad, basándose en las particularidades de Chiapas.
Una primera ventaja identificada y que quizá ayudó mucho fue la dispersión poblacional en el estado.
El mayor número de casos se ha registrado en las ciudades más grandes y, obviamente, con más concentración poblacional. Fue ahí precisamente donde se aplicó una búsqueda temprana de pacientes.
Los mensajes de la Secretaría de Salud fueron claros desde el principio: sana distancia, quedarse en casa, lavarse las manos con agua y jabón, usar gel con alcohol y acudir a los servicios médicos en cuanto hubiera síntomas como fiebre, tos seca y dolor de cabeza.
Aunque el titular de Salud, José Manuel Cruz Castellanos, fue duramente criticado cuando sugirió que un paciente con post COVID quedaba medio “chafirete”, tenía mucha razón pues ahora ya se sabe que la enfermedad deja secuelas cardíacas y hasta neurológicas.
En general, aunque la pandemia no ha terminado y, por lo mismo no podemos confiarnos y bajar la guardia, el manejo de la epidemia en Chiapas ha destacado con respecto a otras entidades incluso del mismo partido en el poder como Puebla y Tabasco, donde los gobernadores tuvieron tremendos resbalones; quién no recuerda a Miguel Barbosa diciendo que era una enfermedad de los ricos o que se curaba con un “molito” poblano.
Rutilio Escandón, cierto, llegó al poder empujado por la marea de Morena; sin embargo, ha tomado sus propias decisiones y, en la pandemia, por ejemplo, apuró la reconversión hospitalaria, incluso antes que instituciones como el IMSS y el ISSSTE.
No es el mandatario chiapaneco un político mediático, a quien le guste la farándula, pero ha sido serio y claro, por ejemplo, en la pandemia, en machacar y machacar la importancia de cuidarse y cuidar a los demás.
Chiapas fue de los primeros estados en confirmar un caso COVID y, a pesar de ello, supo reaccionar. Eso incluye a todos: gobiernos y sociedad. Parece que fue ayer…