Por Gerardo Espinosa.- Acusado de nepotismo y sectarismo, además de privilegiar sólo a sus amigos y a militantes del PRI que no sólo carecen de talento y de trayectoria, además de que a lo largo del 2012 suspendió la mayor parte de los programas culturales, así como la carencia de un programa específico para fomentar la cultura, hacen del abogado leguleyo, Marco Antonio Aguilar Cortés, el peor secretario de Cultura en más de 10, lo que exhibe de paso el nulo interés de los gobierno del PRI por el sector cultural, el cual vivió sus mejores épocas en las dos últimas administraciones.
El abogado, el cual es un columnista consuetudinario en donde viola constantemente la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos, al defender un día sí y otro también a su partido, mostrando una actitud sectaria y reaccionaria, típica de los priístas.
Entre los pendientes que el ex rector ha dejado en el sector cultural, destacan la falta de puesta en marcha del Observatorio de Desarrollo Cultural, la reactivación de apoyos a creadores, la culminación de obras iniciadas por sus antecesores y el inicio de objetivos que se plantearon al ingresar en febrero pasado.
Cuando arribó a la Secum, el ex presidente del Supremo Tribunal, prometió a diestra y siniestra “poner en circulación las obras de arte propiedad y patrimonio de la entidad que estuvieran confinadas a decorar paredes de oficinas e instancias de gobierno, y emprender una amplia publicitación para que ningún funcionario de primer nivel tuviera obras artísticas para su contemplación”, todo lo anterior jamás lo ha cumplido.
Asimismo, Aguilar Cortés tiene en suspenso la ampliación de la bodega que concentra el acervo de obras artísticas de la Secum, tampoco se ha concretado la restauración del mural que pintó Alfredo Zalce en la década de los 50 del siglo pasado.
Sumándose a la larga lista de pendientes, destacan la falta de certeza legal de la casa sitio en la que vivió el maestro Zalce, además del traslado a Morelia del mural La industria y el comercio del mismo autor.
La falta de voluntad política y de estrategia cultural de Aguilar Cortés y de su equipo (plagado de abogados y administradores de empresas, pero carente de creadores), es la suspensión este año de míticos proyectos que surgieron en los últimos 10 años como el Jazztival (festival de jazz), a las investigaciones del Centro de Investigación y Documentación de las Artes, se apoyó también el Festival Internacional de Guitarra y los de Música, Cine y Órgano, el Encuentro de Poetas del Mundo Latino y los festivales de Títeres, Rockearte o el de Danza de la Red Serpiente, que desapareció.
La gestión de Aguilar Cortés en este año representa un retroceso de 20 años en los avances que había tenido el sector cultural, y para muchos artistas independientes, queda claro que el perfil leguleyo del titular de la Secum no era el adecuado para el sector.