Artículo de Fondo Por Antonio TENORIO ADAME (18-V-2020).- A cien años del crimen del Presidente constitucional Venustiano Carranza Garza es ineludible reflexionar su obra Constitucional y el crimen proditorio propiciado por un militarismo dominante. La gloria y el abismo.
La ejecución de Carranza fue en la madrugada del 21 de mayo de 1920 en el caserío de la Sierra Norte de Puebla, Tlaxcalaltongo, en un jacal paupérrimo convertido en : ¿Palacio Nacional o Piedra de sacrificios?.
El aberrante crimen del Presidente de México fue una lucha por el poder cuya disputa cernía el dominio del militarismo o las garantías de las libertades de los civiles.
La administración revolucionaria del Varón de Cuatro Ciénegas fue sobresaliente en la gestación del Nuevo Estado social fecundado en la Constitución de 1917- Además desde el Plan de Guadalupe se diseñó el nuevo Ejército constitucionalista formado por civiles, quienes en el Congreso constituyente refrendaron la vocación de un Ejército del y para el pueblo.
El magnicidio fue estratégicamente diseñado por la conspiración del Plan de Agua Prieta y ejecutado por una partida militar del General Rodolfo Herrero, quien también prestaba servicios a las Compañías petroleras de la región. Ahí se emboscó al Presidente luego que sufriera el despojo del cargo conferido por voluntad de la nación.
El golpe de Estado promovido por el Plan de Agua Prieta fue concebido por el “Grupo de militares sonorenses” que favorecían la candidatura presidencial del General Álvaro Obregón Salcido, quienes asumieron que su candidato era el aspirante adecuado porque representaba las aspiraciones de los militares triunfantes de la Revolución mexicana. Si el militarismo conquistó el poder debería gobernar.
Carranza no pensaba igual, consideraba que el “militarismo” era un lastre a la democracia, por lo que proponía a un civil como candidato, el ingeniero Ignacio Bonillas.
Sus ideales democráticos se adelantaron a los tiempos y no dimensionaron la ambiciosa violencia de sus enemigos, capaces de aniquilar a sus aliados, como Felipe Carrillo Puerto, Francisco Serrano, además de enajenar la nación con el Tratados de Bucarelí.
El Presidente Cárdenas frenó el «tobogán de la muerte» de revolucionarios al exiliar al ex Presidente Calles, luego en 1946 surgiría el primer Presidente civil, Miguel Alemán Valdés
La obra de Venustiano Carranza Garza sigue en pie en bien de la nación. Hasta el último momento de su vida guardó la dignidad de su cargo. Se opuso y fue víctima de la violencia.
Su mensaje se encapsula en rechazar todo tipo de violencia contra los ciudadanos y evitar que el “militarismo” se adueñe del poder-
Carranza está presente y su lucha no ha concluido.