Columna Política «La Feria», Sr. López (10-IV-2020).- Los abuelos Armando y Virgen (los de Toluca, lado materno), estuvieron casados 56 años. Ella no le dirigió la palabra los últimos 50. La abuela, bien lo sabe usted, cocinaba como la Santísima Trinidad, rezaba mucho y era corta de luces (de poco seso, pues), pero la queríamos todos. Ya muy viejita, este menda le preguntó por qué nunca hablaba con el abuelo y respondió: -Yo me casé con otro, éste es malo-… bueno, para los nietos era un viejazo, pero ¡vaya usted a saber como marido!
Lo que México necesita en estos momentos es al líder aquél que sabía cómo conseguir un crecimiento económico del 4% anual, el que se comprometió a unir a los mexicanos y tratarlos a todos igual, respetar los contratos hechos por administraciones anteriores, terminar con el influyentismo (¡temblaba Salinas Pliego!), y dar seguridad a las inversiones con reglas claras, dando confianza. A ese necesitamos.
Sí, la Patria (la señora de toga blanca de la portada de los libros de texto gratuitos), necesita más que nunca un paladín que sepa cómo erradicar la corrupción (sin reservar como ‘información clasificada por seguridad nacional’, el gasto en obras, como la del aeropuerto de Santa Lucía; sin programas sociales imposibles de auditar); y que acabe con la inseguridad pública.
Urge localizar (¡alerta Amber!), a ese caudillo que convertiría al país en una potencia económica (sin caídas del PIB); a ese adalid que aseguró convertirnos en una nación modelo, que apostó por la reconciliación y la concordia (sin andar sembrando odios, sin calificar a unos de ‘pueblo bueno’ y a otros de ‘fifis’, conservadores, cómplices de la mafia del poder), y por encima de todo, a ese prohombre que sin temor aseguraba: “El Presidente no tiene derecho a fallar”.
Pero, ¡espere! (como dicen en los infames ‘infomerciales’): ese es el que tenemos. El mismo que exigió en enero de 2016 la renuncia del entonces presidente Peña Nieto y Videgaray, su secretario de Hacienda, por la ‘debacle del peso’ que llegó a 16 por dólar (ahora andamos en 24); cuando, sin concesiones, aclaró que rechazaba que ‘el deslizamiento del valor del peso sea producto de la disminución del precio del petróleo o la caída de la Bolsa de Valores en China’ y galanamente declaró: “Si somos fuertes en lo interno podemos resistir cualquier crisis externa” (no le miente este su texto servidor chéquelo en Proceso del 12 de enero de 2016).
Precisamente a él es al que tenemos, el que ganó sin sombra de duda las elecciones: Andrés Manuel López Obrador, el que mandó un tuit el 26 de marzo de 2014 con el siguiente texto: “En enero la economía creció 0.8%, es decir, nada. EPN y Videgaray no saben cómo hacerlo. Perdón, pero con nosotros sería distinto y mejor”. El que sabiendo que la economía iba en picada (“el Presidente no tiene derecho a fallar”), el 19 de julio de 2019, se burló de los expertos, festinó que les habían fallado sus pronósticos, aseguró que la economía iba muy bien y remató de pecho: “Estamos muy contentos porque le economía mexicana está respondiendo… Esta es una muy buena noticia para el pueblo de México”… y no se le pase que estaba festejando un crecimiento trimestral del 0.4%, la mitad de lo que le bastó para pedir la renuncia del anterior Presidente y Secretario de Hacienda. Eso es lo que tenemos, él es el que elegimos (¿elegimos, Kimosabi?).
Con espíritu caritativo, se le propone, estimado lector (nótese el humilde singular), que olvidemos todas las promesas de campaña y primer año de gobierno de nuestro Presidente, por realismo y porque los mayores de edad no creemos en Santa Claus. No sea usted masoquista, no repita (menos estando en cuarentena), que el presidente no tiene derecho a fallar, ni que si somos fuertes en lo interno podemos resistir cualquier crisis externa. Además, si esgrime tales argumentos ante un chairo, se anda arriesgando a oír largas explicaciones (vehementes), en las que aparecerán Porfirio Díaz, los conservadores del siglo XIX, el expresidente Calderón (dejó el poder en 2012, se le recuerda al respetable), y que usted, por no pensar como un fiel soldado de la 4T, forma parte de un complot de esos malvados que quieren el retorno de la corrupción (¿ya se fue?… hubieran avisado).
Le propongo hacer borrón y cuenta nueva (¿le parecerá bien a los que padecen de amloísmo agudo, que fijemos el pasado jueves como recomienzo de todo?… quiera Dios).
Bueno, este Jueves Santo pasado, el señor Presidente explicó que si quince grandes empresas pagaran a Hacienda los 50 mil millones de pesos (mmdp) que deben, se podrían comprar 40 mil ventiladores para pacientes del Covid 19. Sale. Buena idea. Ahí luego que alguien nos diga si cada ventilador sale en 1’250,000 pesos porque el IMSS acaba de comprar dos mil equipos a 880,680 pesos cada uno (oficio 0952171000/0331 del 30 de marzo de 2020, de la Dirección de Administración del IMSS).
Pero como no son tiempos de cuestionar sino de ayudar, se propone al Presidente que en lugar de pepenar solo esos 50 mil millones de pesos, de 15 empresas, vaya por 82 mil, cobrándole a 16. Además está fácil, porque el copete de 32 mil millones lo está litigando -para no pagarlo-, Ricardo Salinas Pliego, amigo, amigo, del Presidente, que por eso lo alaba en público, como hizo el miércoles pasado.
Y no son chismes, Grupo Elektra, matriz de Banco Azteca, así lo reportó en su último informe financiero a la Bolsa Mexicana de Valores (‘Contingencias Fiscales’; siete juicios por adeudos al SAT, que suman de 32 mil 460 millones de pesos).
Otro ‘tip’ al Ejecutivo: si alguien le dijo que a los empresarios les da pena deber impuestos o se asustan (Salinas Pliego incluido), lo engañaron. Esos ‘adeudos’ no lo son y no se pagan, hasta que un Juez lo diga. Ahora que si la intención es inventar que los empresarios son el enemigo común, debe tomar sus precauciones el Presidente: le están poniendo un cuatro, una trampa, que dejará su biografía política en el basurero de la historia al transformar la 4T (Cuatroté), en un cuatrote.