Por Gerardo Espinosa.- Morelia fue una ciudad platónica. En sus inicios coloniales, Valladolid fue trazada en base a las coordenadas armómicas y sustentables que planteaba Patlón para las polis griegas, sin embargo, con la irrupción de los movimientos libertadores del siglo 19, y la agravante especulación de la tierra a lo largo del siglo 20 “la capital michoacana apunta a convertirse en la capital más caótica en el país, sin planeación urbana, sin proyección para el uso de los servicios básicos y sin la más mínima contemplación para sus habitantes”, destacó el geógrafo Guillermo Vargas Uribe, especialista e historiador urbano del Jardín de la Nueva España.
El investigador, quien ha sostenido una investigación en los últimos 15 años respecto al crecimiento urbano de la ciudad, celebró el anuncio de las modificaciones al Código de Desarrollo Urbano el cual –aseguró- ostenta menos 500 observaciones e inconsistencias y la inconstitucionalidad en algunos de sus artículos: “por ejemplo, en dicho Código ¡no se contempla al peatón!”.
Vargas Uribe observó que “el matiz caótico de Morelia” no es gratuito, y se debe a que “por un lado ni éste Código ni los anteriores ha sido respetado por los propios alcaldes; un número sucesivo de ediles han puesto a compadres, padrinos de campaña y amigotes al frente de las dependencias que regulan el crecimiento de la ciudad y de las que prestan servicios; y se ha alentado el crecimiento de la ciudad en espacios que por sus condiciones del suelo y por ser cauces de ríos y cuencas de lagos, ha propiciado un crecimiento desigual de la ciudad, la cual invade ya otros municipios”.
El geógrafo destacó varios problemas estructurales que han desembocado en el crecimiento anárquico de la ciudad: más de la mitad de la población del estado enfrenta marginación y rezagos, lo que la ha obligado a emigrar a la capital estableciendo asentamientos irregulares en la periferia y en zonas de riesgo, y que no han sido atendidos; entre el 40 y 50 por ciento de las colonias en Morelia se encuentran en asentamientos irregulares, en donde se calculan que puedan habitar hasta 200 mil personas; algunos grupos poblacionales edifican sus viviendas en zonas federales, en donde por ley esta prohibido para cualquier construcción.
El académico indicó que los centros poblacionales irregulares se encuentran en zonas de alto riesgo, en donde resulta casi imposible proveer los servicios básicos necesarios, pero además se han identificado en terrenos por donde pasan los ductos del petrolero y en otros que se encuentran en litigio.
Añadió la especulación de la tierra de parte de empresarios inmobiliarios y organizaciones sociales, quienes pueblan zonas que incluso son zonas de recarga de los mantos freáticos.
Cabe hacer mención que de acuerdo al primer análisis de los integrantes de la última Mesa de Suelo y Vivienda instalada por SUMA, en el estado existen poco más de 500 asentamientos humanos de carácter irregular, en por lo menos 72 municipios y de estos 36 estarían en Morelia.
Tal panorama obedece –destaca Vargas Uribe- a que “no ha habido planeación urbana adecuada además de contar con información detallada en el ámbito de donación de terrenos, que va desde programar y hacer negociaciones con los ejidatarios que cuenten con predios conurbados y en lugar de castigarlos y negociar con las áreas de donación, la tendencia sería asesorarlos para que hagan la regularización con escritura y servicios”.
Señaló que la problemática se ha desatado debido a que ha faltado operatividad y trabajo interinstitucional en el que dijo, “debemos participar en un trabajo conjunto tanto de las autoridades de desarrollo urbano como los de reforma agraria y la tenencia de la tierra; se trata de unir esfuerzos”.
Estimó que actualmente sólo 1 de cada 10 familias michoacanas han regularizado el predio que habitan y cuentan con escrituras y sustento jurídico de propiedad.