Columna Política «La Feria», Sr. López (29-XI-19).- Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, conoció a Elsa cuando iba en tercero de Ingeniería Eléctrica (él, ella estudiaba Historia del Arte en una escuela de señoritas ricas, esa vez fue a la UNAM acompañando a una amiga). Pepe quedó como gato en transformador de la CFE. Le encantó. La amiga de Elsa conocía bien a Pepe y notando su interés en ella, la advirtió: -¡Cuidado con ese! –pero a ella ‘ése’, le cayó bien, aceptó salir con él y le dio su dirección. Fue. Salieron acompañados por la mamá. Pepe de inmediato utilizó la conocida estrategia GPM (Gánate Primero a la Mamá), y la señora y la hija, regresaron con dolor de panza de tanto reír. Siguió Pepe en su afán y antes de mucho ya era habitual de esa casa, amigo del papá y de sus hermanos y hermanas. Pero nunca salían sin la mamá. Pepe sugirió que fuera uno de los hermanos: no; todas las hermanas juntas: tampoco; la mamá se encargaba del marcaje personal y de zona. A la mamá y las hermanas les caía muy bien; al señor y los hijos, les enseñó lo que sabía de póker (todo), y algunas trampas (todas); a los posibles cuñados les presentó compañeras de la carrera, guapas… y ligeras de faldas. Pepe ya era parte de esa familia y el papá de Elsa verificaba que Pepe no faltara a ninguna fiesta o reunión. Terminó la carrera, pagó por una tesis muy buena; jugando baraja le ganó una montaña de dinero al Presidente del Jurado de su examen profesional: pasó con honores… y fue a pedir la mano de Elsa; siempre los hacía reír mucho pero no como esa vez: -Pepe, Pepe, ¡siempre de broma! –les caía muy bien, pero hasta ahí.
Este domingo nuestro Presidente cumple su primer año al frente del Poder Ejecutivo. Por más que se purguen sus detractores, su popularidad está sanforizada: no se encoje con nada. Dicen con ganas de moler que ‘ha bajado’… menos mal, porque ronda el 70% de aprobación; hay encuestas con el 68.5%, otras con el 67.9%… es lo mismo: es una barbaridad.
Lo malo es que no es candidato a nada, que es para lo que sirve ser más popular que el Chavo del 8.
Hay otros resultados en esas encuestas (que nadie lee porque en estos tiempos la gente ya se acostumbró al ‘conocimiento instantáneo’, oxímoron si los hay, pues para saber de algo hay que estudiar en serio, y no creer que se sabe sobre la Guerra de los Treinta Años, por leer en una revista del Oxxo, un párrafo y tres pies de ilustraciones); y esos otros resultados son nada halagüeños: el 66% de los tenochcas no cree la versión oficial de que ya no hay corrupción; el 74% piensa que la seguridad pública sigue mal; y el 61% opina que la economía está del nabo (del 39%, que opina que la economía está igual, que ha mejorado o no opina, se ignora si reside en la Luna).
Como la encuesta es del que la paga (y la tierra del que la trabaja, bueno ya no, ahora es del que invierte), hicieron las preguntas de otra manera para ver si salían resultados menos espantosos. No. La realidad es necia: el 17% dijo que sí era un gran logro del Presidente su lucha contra la corrupción; el 15% opina que va ganándole el pleito a la inseguridad y estuvieron de acuerdo en que hay grandes avances en el combate a la pobreza el 12%
O sea: el Presidente es delirio de las masas, pero su gobierno está reprobado, muy reprobado. ¿Qué importa al escoger al doctor que va a hacer la cirugía de corazón abierto a la abuela?… ¿qué sea el más popular del sanatorio?… ¿o que, siendo un insufrible chocante, muy carero, sea altamente eficaz y no se le haya quedado tieso ni un cliente en la plancha?… usted decida, es su abuela.
Y para sorpresa del Presidente, chairos y similares, a los ciudadanos simples no nos da ningún gusto consignar el hilo de fracasos que ha hilvanado en este primer año que ya desperdiciaron (les quedan cuatro años y diez meses: ‘tempus fugit’, el tiempo se va volando). Sería maravilloso aceptar sonriendo: pues ni hablar, es el mejor Presidente que hemos tenido en nuestra historia; que lo cuiden bien, no vayan a venir por él de otros países, para que los gobierne. Sí: nos pesa tener que aceptar que salió como tantos que ya hemos tenido (tantos… otro).
Claro que este domingo se harán discursos prohibidos para diabéticos, habrá incienso como para misa de tres ministros… si pudieran, echarían las campanas de catedral al vuelo y si no estuviera mal visto, el Cardenal se reventaba un Te Deum con órgano y coros, televisado al mundo, con paseo triunfal bajo palio sobre pétalos de rosa. No lo dude y no haga berrinche. Es su fiesta, que la disfruten.
Lo que conviene ahora es aplicarse a que esto no acabe en tragedia. Los empresarios a invertir; la gente común, nosotros los del peladaje estándar, a trabajar lo mejor que podamos y a pagar los impuestos lo más completo que podamos; la prensa… sí, a criticar, a poner reflector en errores, mentiras y trampas: es nuestro único recurso para contener abusos y atajar la embestida que ya sufren los órganos autónomos (si este gobierno consigue controlar al INE, le tengo noticias: ¡abur! democracia, esta, la nuestra, tan jovencita, desnutrida, pero democracia… ¡cuidado!)
No es de esperar un golpe de timón. Nuestro Presidente no parece dispuesto a aceptar sus limitaciones ni que su gobierno no es una transformación nacional.
El próximo año habrá (con suerte, mucha suerte), algo de crecimiento económico, pero muy difícilmente se podrá compensar el déficit acumulado de desempleo. El próximo año deberíamos ver cambios drásticos en la estrategia de combate a la delincuencia organizada; deberíamos enterarnos (por primera vez en nuestra historia), que se remitió al Congreso un cambio radical al Presupuesto de Egresos, porque este es suicida. El próximo año deberíamos estrenar gabinete (no todo pero sí algunos de los más importantes cargos), claro que habrá cambios en algunas carteras, pero no hay por qué suponer que llegarán cuadros de primera… ¡con esos sueldos!
Y al final de 2020, ya se les habrá ido más de la tercera parte del período.
¡Lástima Margarito!