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Militarización, Política de Estado (Columna «Coordenadas Políticas»)

*López Obrador Ofende al Ejército.

*En Desacuerdo con el Presidente.

*Militarización, Política de Estado.

Columna «Coordenadas Políticas», Por Fernando Pérez Chávez (04-Xi-19).- En verdad que cada vez se entiende menos la actitud de Andrés Manuel López Obrador hacia las Fuerzas Armadas, luego de que relevó nombres de mandos del operativo fallido del 17 de octubre del presente año en Culiacán, Sinaloa para detener al presunto narcotraficante Ovideo Guzmán, hijo del “chapo” Guzmán y por esa razón los militares están en desacuerdo con el presidente, porque más que una estrategia de seguridad es una estrategia política.

Andrés Manuel López Obrador le ha encargado al ejército desde construir un aeropuerto, combatir el sargazo, maneja pipas de gasolina y combatir la inseguridad, entre otras cosas y resulta que pone a las Fuerzas Amadas como “carne de cañón”, al vulnerar las reglas básicas de la inteligencia de revelar la identidad  de los mandos operativos encargados de combatir a los delincuentes.

 Nos parece grave la manera en que Andrés Manuel López Obrador jefe de las Fuerzas Armadas, renuncia a su responsabilidad de proteger a su tropa y la está poniendo como “carne de cañón” no sólo ante la opinión pública, sino ante el crimen organizado y más aún cuando desde su campaña les dio el perdón anticipado a los delincuentes.

Y no entendemos porque López Obrador, durante más de una década, rechazó la militarización del país y argumentó que el ejército debería de estar en los cuarteles no en las calles y después de que despliegue militar supuestamente era temporal, pero se quedó en las calles después de que en el sexenio del panista Felipe Calderón se le declaró la guerra al narcotráfico y para desarticulaba a las bandas más peligrosas de delincuentes.

La continuidad está clara y a pesar de que se implementa a la vista de todos, se niega el fenómeno como política de Estado y la militarización del país ha crecido desde el gobierno de Felipe Calderón, quien tuvo alrededor de 52 mil 500 efectivos fuera de los cuarteles, con Enrique Peña Nieto fueron 55 mil y Andrés Manuel López Obrador tiene desplegados 63 mil, sin contar los 30 mil asignados a la Guardia Nacional.

Sin embargo, pese al aumento de miembros de las Fuerzas Armadas en labores de seguridad pública no se ha reducido la violencia y de mantenerse la tendencia, 2019 será el año con más homicidios en lo que va del siglo, amén de que los horrores de la “guerra contra el narco” no dejan de repetirse, hechos sanguinarios de crueldad extrema en una espiral que parece no tener fin.

Ante el poderío criminal es natural que creciera el sentimiento de zozobra en la sociedad y resultara sencillo y popular seguir echando mano del Ejército y de la Marina para enfrentar a grupos con alto poder económico y de fuego, en el entendido de que ninguna otra corporación tiene la capacidad de hacerlo  y la estrategia de emergencia se volvió permanente, pese a los malos resultados.

Por otro lado, en los anteriores sexenios se buscó darle base legal a la actuación de las Fuerzas Armadas en un esquema de temporalidad, con fundamento en la sociedad civil porque ésta veía con claridad los incentivos para hacer de la excepción, pero con el nuevo gobierno pasó a otro nivel, se estableció la militarización estructural de la seguridad pública, aunque en el texto constitucional haya quedado como reducto civil tras una hipotética transición de cinco años en la Guardia Nacional.

Finalmente, López Obrador se empeña en decir que busca “la paz”, aunque esté militarizando al país y ha dicho que no va a perseguir a los grandes capos del narco y que no cometerá el mismo error, pero son indignantes las imágenes de militares agredidos e incluso vejados por tener la orden, vigente hasta hace poco, de ni siquiera defenderse, parecen confirmar la intención de eludir la confrontación directa, pero lo más grave es que los ofende y por esa razón los rumores del posible “golpe de estado”, que sería grave y que traería muchas consecuencias.

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