La Piedad, Mich., 21 de noviembre de 2012.- La tensa, a veces fría y en ocasiones arisca relación que Felipe Calderón mantuvo con su estado natal, se puede resumir en el nombre de dos de sus corridos favoritos que entonó durante sus giras por Michoacán: Entre un puño de tierra y El perro negro.
Cuando Felipe Calderón realizó por vez primera una gira a Michoacán en su calidad de Presidente del país, y el primer michoacano en Los Pinos después de 70 años, pidió a la banda de viento que amenizaba el evento el corrido Un puño de tierra, de Antonio Aguilar. Hoy, al concluir una relación que él mismo calificó casi de amorosa con sus paisanos, solicitó a la banda que tocara El perro negro de José Alfredo Jiménez, con un gran dejo de melancolía y nostalgia, y con la certeza de que probablemente no retorne a su estado natal un largo tiempo.
En el tiempo que duró entre un corrido y otro, es decir los seis años de su gobierno, Michoacán sufrió el azote del crimen organizado con los granadazos del 2008, el incremento de la violencia, el operativo del michoacanazo del 2009 contra alcaldes y funcionarios estatales, los narcobloqueos, la crisis económica, padeció el estigma de los michoacanos ejecutados en Acapulco, las disputas casi eternas con Leonel Godoy, los asesinatos del alcaldes y las derrotas electorales de su partido.
Pasaron ya seis años de que Michoacán contará al fin con presidente nacido en sus tierras, desde Lázaro Cárdenas del Río, y las expectativas eran muy altas. Al inicio de su gestión, después de haber perdido la elección presidencial en su propio terruño por 100 mil votos por debajo de Andrés Manuel López Obrador, pero ya con la banda presidencial cruzada, a la mitad de su primer evento como Presidente de la República en su estado, Calderón Hinojosa entonaba con espíritu bohemio: “yo tomo cuando yo quiero, no miento soy muy sincero, y soy como las gaviotas, volando de puerto en puerto, yo se que la vida es corta, al fin que también la debo”.
El tono festivo del inicio, tuvo que enfrentar momentos tímidamente victoriosos, pero más melodramáticos y trágicos, como las dos granadas de fragmentación que mataron a nueve personas en la Plaza Melchor Ocampo; la ejecución de policías federales en su enfrentamiento con fuerzas criminales; la ejecución del fundador del cártel de la Familia, Nazario Moreno, lo cual desencadenó tres días de bloqueos y destrucción de vehículos e inmuebles por presuntos sicarios; el espectacular arresto de 12 alcaldes y decenas de funcionarios estatales, policías y hasta un juez, que a la postre representaría un fracaso político y jurídico, cuando todos fueron dejados en libertad; los recortes a las participaciones federales en el estado, que desencadenaron la actual crisis económica que padece Michoacán y por último, la derrota electoral de su hermana, Luisa María Calderón, la cual en su empeño por sacar al PRD del Solio de Ocampo, permitió el retorno del PRI a Casa de Gobierno.
En un resumen de la relación de su gobierno con Michoacán, bien se puede resumir en la última estrofa de aquel corrido de Antonio Aguilar que pidió al inicio de su gestión: “el día que yo me muera, no voy a llevarme nada, hay darle gusto al gusto, la vida pronto se acaba, lo que paso en este mundo, nomas los recuerdos quedan, ya muerto voy a llevarme nomas un puño de tierra”
Este día, en la que fue su última gira por su estado natal, al hijo de Don Luis Calderón Vega le ganó la melancolía, y rompiendo el rígido protocolo al que son sometidos los gobernantes por el Estado Mayor Presidencial, volvió a recurrir a un corrido para trata de expresar su sentimientos hacia su estado.
No se sabe si fue a manera de respuesta a las recientes mantas de un grupo delictivo que le deseo “Ojalá y les vaya bonito”, tomado de una canción de José Alfredo Jiménez, sin embargo Calderón recurrió al propio José Alfredo para resumir su relación con su tierra natal.
Al micrófono, Calderón entonaba con voz aguardentosa: Al otro lado del puente de La Piedad Michoacán, vivía Gilberto el valiente nacido en Apatzingán, siempre con un perro negro que era su noble guardián, quería vivir con la lupe la novia de don Julián, hombre de mucho dinero y acostumbrado a mandar, el ya sabía de Gilberto y lo pensaba matar…
La estrofa concluía premonitoriamente: “Un día que no estaba el perro llego buscando al rival, Gilberto estaba dormido ya no volvió a despertar, en eso se oyó un aullido cuentan de un perro del mal, que era el negro enfurecido que dio muerte a don Julián”.