Los antipoderes

Por Víctor Ardura.- (25-10-12) La parte más visible de la cosa pública aparece en una manera gubernamental de perder las quejas y caer en un estado salvaje.
El gobernador Fausto Vallejo Figueroa ha dicho cosas que no son muy onerosas y sí dejan ver que su línea política es la de un salvador de ciudadanos.
Veamos. Sección, motín y robo fueron los delitos por los cuales fueron acusados los ocho estudiantes de las normales. Tal asunto logró una especie de opinión compartida entre los ciudadanos, la indignación por su salida bajo fianza.
Y decimos opinión compartida porque a nivel local el asunto ha sido perfectamente constreñido de manera general.
De otra manera el nivel de poder que ha ejercido el gobierno a los normalistas puede calificarse como de lo peor.
Vallejo Figueroa dijo en entrevista que lo suyo es una actitud de tolerancia, de poder real, auténtico, y que acompaña al poder judicial y cada trabajo que éste dispensa.
Se cree el señor gobernador una especie de hombre con diversos atributos absolutos. Según el mandatario, el poder ejecutivo no es el único en apegare a la ley, pero a diferencia de los otros dos poderes, el judicial y legislativo, sus modos de operar son diferentes.
Bueno. Bastantes poderes detenta el gobernador como para creer una amistad absoluta en contra de una enemistad absoluta: la de los tres poderes que se entienden como uno sólo en la aplicación de la ley, -si así conviene a ciertos intereses-, a la hora de negociar con los poderes públicos.
Son una merma realmente desagradable que no sujeta a los poderes únicos.