Crónica Chilanga, por Jimena Quintana.-
A pesar de la contaminación, de la que ya es famoso el Distrito Federal, aún podemos presumir de tener un clima templado. En distintos puntos de esta somnolienta urbe, los capitalinos aún podemos disfrutar de los amaneceres y atardeceres con sus cálidos y emotivos colores. Las tardes otoñales en la ciudad llenan de hojas marrones las calles, y evocan reflexiones para aquellos que consiguieron detenerse un momento para observarlas entre la agitada dinámica obligada en la vida urbana. Una de estas tardes se antoja ambientada por música que arranque una sonrisa del rostro, que calme la ansiedad inmersa entre tanta pesada realidad, algo así como el jazz.
Y la analogía no es casual. El jazz es producto de una sociedad afroamericana llegada a territorio estadounidense desde el siglo XVII. Los cánticos religiosos –sobre todo los de la iglesia baptista y metodista- formaban parte de su realidad inmediata, su expresión musical es precisamente a través de los corales. Es fácil adivinar que no sólo los temas religiosos fueron abordados bajo estos acordes. El blues es precisamente la expresión de estos temas que salen de la religiosidad, que hablan de las entrañas más profundas de este sector en específico es así como nace el Blues. – “el Blues es un sentimiento” – dicen ellos. Pero, a finales del siglo XIX, el Blues no fue la única música que se encontraba en el ambiente de esta sociedad, se encontraban otros ritmos como el gospell, el ragtime, la música de baile europea, las marchas militares entre otras. Todas estas permearon en la creación de algo tan ecléctico como el jazz.
La tarde del 13 de octubre fue una de esas tardes en que el calor tenue del sol abrazaba la piel que tocaba. Algunas nubes parecían advertir una tempestad que nunca llegó. Con ese ambiente, el Centro Nacional de las Artes (CENART), ubicado en Río Churubusco 79 esquina con calzada de Tlalpan, recibió a todos aquellos amantes del género sincopado para disfrutar el primer festival de jazz nacional.
Con una capacidad para 1800 personas, la Plaza de las Artes tuvo un lleno total. Y es que desde el 6 al 28 de octubre, los fines de semana, se lleva a cabo esta muestra con los mejores exponentes del género –como la Carlos Tercero Big Band, Pepe Hernández, Mx Fusión, Héctor Infanzón, Daniel López Infanzón, entre otros- sin costo alguno. Cada uno de estos músicos de primera orden tiene escuelas de jazz diferente, por lo que ir más de una vez al festival es una gozosa obligación.
El CENART lleva ya varias ediciones del festival eurojazz, que ha traído a México a los más consagrados músicos de este género en el ámbito internacional, consolidándose así como uno de los espacios públicos más importantes en la difusión del jazz y de otras muchas disciplinas artísticas, pero este año se abren las puertas de este trascendental recinto a las propuestas nacionales.
En las sonrisas de un público conocedor y exigente se puede comprobar la vital importancia de la difusión de lo más destacado de la música nacional, sea cual sea el género, pero sobre todo uno que es considerado como en efervescencia como es el jazz mexicano.
Pues bien, advertidos están todos los visitantes a esta caótica urbe, en octubre la ciudad se mueve a su propio ritmo, al ritmo de jazz.