*La ambición de poder de Ochoa Reza.
*La era de los caciques ha terminado.
Columna «Sendero Político», Por José Cruz Delgado (10-VIII-18).- Cuando Enrique Ochoa Reza llegó a la presidencia nacional del Partido Revolucionario, nadie se imaginaba que secuestraría al partido para su beneficio personal, tal y como lo hizo el panista Ricardo Anaya, tampoco el daño que le haría al ex candidato presidencial José Antonio Meade, sobre todo, a los priistas de todo el país.
Fue tal su ambición de poder que secuestró las comisiones de procesos internos en la mayoría de los estados del país para imponer candidatos a su libre albedrío, y para ello contó con el apoyo de un grupo de incondicionales o cómplices, como guste usted llamarle, también enfermos de poder y no les importó pisotear a la militancia.
En Michoacán contó con la complicidad del ex gobernador Víctor Manuel Tinoco Rubí, del también tristemente célebre Salvador Jara Guerrero y del senador J. Ascensión Orihuela Bárcenas, quien por décadas manejó a PRI a su antojo con fines meramente personales creando una especie de caciquismo político, incluso, se daba el lujo de destituir e imponer dirigentes y designar candidatos a distintos puestos de elección popular y así fue creando su caciquismo político y beneficiando a su familia.
Su cercanía con la clase política en la Ciudad de México le permitía darse esos lujos y así logró imponer su vástago Eduardo Orihuela como dirigente nacional de los productores rurales, cargo que a la fecha no ha ejercido porque fue repudiada su designación, después, en el pasado proceso electoral, logró meterlo en la primera posición en la lista plurinominal para diputado local, contando siempre con la complicidad de Enrique Ochoa Reza y Víctor Manuel Tinoco Rubí.
Pero ¿Cuál era la ambición de Enrique Ochoa Reza? El asunto fue muy claro: Con la imposición de candidatos a alcaldes, diputados locales, federales y senadores, pensó crear un grupo político fuerte como pago a su bondad política, para llegado el momento fuera impulsado a la candidatura al gobierno de Michoacán, sin embargo, le salió el tiro por la culata.
Las actitudes indignas y antidemocráticas de estos cuatro negros personajes provocaron la ira de los priistas michoacanos que prefirieron abandonar las filas del tricolor antes que aceptar las traiciones, y así vino la división, pero no conformes con ello, intentaron también apoderarse por la vía ilegal de la presidencia del PRI, y para ello incurrieron al engaño, la mentira y la traición al querer culparla de la derrota electoral, cuando fueron ellos quienes la marginaron del proceso interno y echaron abajo todo el trabajo hecho por el Comité Directivo Estatal, y para ponerle la cereza al pastel, impusieron a Víctor Manuel Tapia Castañeda, ex empleado e incondicional de Tinoco Rubí como coordinador de campaña de Meade, así que, de ahí vino la derrota de Meade.
Ahora bien, ¿Por qué tanto interés de los Orihuela en la dirigencia del PRI? La respuesta es sencilla, pues como se sienten caciques, se niegan a creer que su época ya pasó, que están acabados, pero si lograran apoderarse de la presidencia, les quedaría la esperanza de seguir en la esfera política, aunque para ello recurran a la traición y noticias falsas, prestándose para ello el aún diputado federal Omar Noé Bernardino Vargas, quien se ha distinguido por los ataques a la dirigencia priista por órdenes de Lalo Orihuela, según se comenta.
Este negro personaje dice que ha sido fuerte crítico a la dirigencia, pero calló y fue cómplice cuando Chon, Ochoa, Tinoco y Jara impusieron candidatos, ¿Por qué no protestó cuando secuestraron la comisión de procesos internos y relegaron a la presidencia del PRI? ¿Por qué como legislador priista no se fajó los pantalones y le sugirió al presidente se actuara con su apoyo?
Guardó silencio ante el agravio y la traición, así que es también cómplice de los cuatro Jinetes del Apocalipsis y de la derrota, porque fueron ellos quienes simularon candidaturas y prueba de ello es que en algunos municipios la propia militancia no permitió la imposición y les echó abajo a sus candidatos. En su propio distrito hubo imposiciones y calló. ¿Verdad o mentira señor legislador?
Si el diputado de verdad quiere al PRI, en lugar de golpear debería ponerse a las órdenes de la dirigencia para buscar soluciones y sacarlo adelante en lugar de lanzar ataques porque no es tiempo de enemistades, sino de conciliación.
Así que si critica, también debe aceptar las críticas en su contra porque hasta ahora es una figura política pública y está expuesto a ellas.
Él es el principal enemigo del PRI, porque si fuera congruente, en lugar de criticar buscaría la manera de sacar el barco adelante y no defender intereses personales y de grupo como hasta ahora lo ha hecho. ¿No cree usted?